204 centímetros de defensor

M.B
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Asier Antonio militó ocho temporadas en el BM Valladolid, ganando dos Copas del Rey y una Recopa. «Me dio mucha pena irme; hubiese estado toda la vida allí», señala el hoy ayudante de Edu Fernández en el Cavigal Nice de la Segunda francesa

204 centímetros de defensor

El pasado 11 de mayo jugó su último partido. En la Sala Pasteur en Niza (Francia). Tras enfrentarse al Istres en la Proligue, la División de Honor B gala, le dijo a su mujer, Olga, que lo dejaba, que ése había sido su último encuentro. «Desde entonces no he hecho nada de deporte, aunque lo haré. Eso lo llevo en los genes», señala Asier Antonio, jugador de balonmano profesional durante 21 temporadas, ocho de ellas en el BM Valladolid. «Y hubiera estado allí toda la vida. Me dio mucha pena irme», recuerda desde Niza, donde vive desde 2015, donde se retiró y donde sigue vinculado al balonmano como segundo técnico del Cavigal Nice, ayudando a otro ex del BM Valladolid, Edu Fernández, y dirigiendo al segundo equipo de los galos y a los juveniles. 

Asier Antonio Marcos nació el 10 de julio de 1979 en Irún. Aunque es conocido por su faceta balonmanística, este guipuzcoano comenzó en el mundo del fútbol -«no se me daba mal», señala. Pero fue creciendo y «bajando el nivel», y tras varios intentos de un profesor que, a su vez, era entrenador en Bidasoa, probó el balonmano. «Me gustó y todo fue muy rápido. Aunque no era bueno, por mi altura pronto fui con la selección de Euskadi y a una concentración nacional con medio centenar de jugadores», echa la vista atrás. A los 17 años debutó con el primer equipo y, aunque era lateral izquierdo e incluso jugó de central, pronto se reinventó a especialista defensivo: «De haber seguido solo en ataque no hubiese jugando tantos años y en tantos equipos».

En su tercera temporada en Bidasoa ya recibió la llamada de Pastor para el BM Valladolid, pero tuvieron que pasar otros cuatro años, entre ellos dos en Santander en el BM Cantabria, para aterrizar en Huerta del Rey. Era 2004 y comenzaba así una etapa fructífera en lo deportivo y lo personal: «Me acuerdo de los momentos difíciles del comienzo, me costó mucho. De hecho a los seis meses me vi más fuera que dentro». Pero el sistema defensivo de Pastor le iba como anillo al dedo y esa primera campaña ya levantó un primer título, la Copa del Rey de Pontevedra: «Hace poco he visto ese partido otra vez; con mi hijo, Aitor, que le encanta el balonmano».

Asier Antonio enumera como grandes momentos las dos Copas y la Recopa;aunque se queda con un partido, ante Altea, que dio la plaza para jugar la Liga de Campeones al año siguiente. «Además recuerdo la familia que formamos. Se vivía el balonmano como si fuese fútbol. Era súper especial jugar al balonmano en Valladolid», añade en el plano deportivo. En el familiar aquí nacieron sus dos hijos, Aitor y June; y aquí aún vive uno de los mejores amigos de su padre, Eliecer Mahamud: «Nos acogieron como una familia».

En 2012, este licenciado en Psicología hizo las maletas direcciónZaragoza. Los problemas económicos del club empezaban a ver la luz: «El BM Valladolid me hizo la oferta que podía, pero llegó el CAI y decidí irme. Eso sí, muy agradecido al club y a Pastor». En Zaragoza estuvo hasta 2015. Allí vivió los problemas económicos del CAI en sus carnes: «El primer año tuvimos un vestuario impresionante; el segundo explotó todo y no me fui por temas personales y el último fue la ruina. En enero de 2015 me llegó una oferta del Benfica y mi mujer casi me echó». En tierras lusas volvió a disfrutar del balonmano y al acabar tuvo varias ofertas, para seguir, irse a Huesca o comenzar un proyecto con Edu Fernández como técnico en Niza: «El primer año aprendí francés y he estado jugando hasta la temporada pasada. Subimos a la División de Honor B y al acabar me ofrecieron seguir vinculado al club... y aquí sigo». 

Asier ayuda a su amigo Edu Fernández con el primer equipo, donde aplican el sistema del BM Valladolid; y vive tranquilo en Niza. «Al principio no echaba de menos jugar, últimamente sí me está entrando morriña», señala. A Valladolid hace mucho que no viene -la última vez fue como jugador-, aunque tiene pensado hacerlo este verano: «Sí querría ir». 

Padre boxeador y hermano también jugador de balonmano

Asier Antonio lleva el deporte en los genes. Su padre fue Silas Antonio Fonseca, más conocido como Sugar Silex, boxeador de los años 70 de origen caboverdiano; y su hermano, Iker Antonio, sigue jugando al balonmano, en el UBU San Pablo Burgos de Primera Nacional. «Desde pequeños nos inculcaron el deporte en casa, pero también los estudios. Ambos tenían que ir de la mano», recuerda ahora desde Francia.