Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


Gestión de las expectativas

08/01/2022

No sé usted, pero yo lo mejor que puedo decir del año pasado es que terminó. ¡Por fin! Añadiría. No es que haya sufrido alguna desgracia próxima fuera de lo normal o que la tragedia se haya instalado en mi vida. Por lo tanto, no tengo motivos por los que quejarme. Hay muchísima gente que lo estará pasando peor y tenga razones de peso para poner al 2021 pingando. Así que por ese lado me puedo sentir afortunado.
Pero no logro recuperarme del último sopapo. Antes de puente de la Constitución, todos creíamos (me pueden llamar ingenuo) que podríamos pasar unas Navidades como las de antes. Sin bajar demasiado la guardia, pero pensábamos (yo al menos) que podríamos reunirnos con amigos y familiares para celebrar que seguíamos ahí. Al pie del cañón. He de reconocer que incluso planteé una comida de amigos para después de Navidad. «El 26 puede ser un buen día», escribí en Whastapp. Iluso de mí.
Ya tengo la duda de si con ese mensaje lo gafé todo, pues lo que ha venido después ha sido miedo y destrucción. ¡Pero si hasta los de Campofrío habían hecho un anuncio de esperanza! ¿Como se podía torcer esto? En lugar de felicitar la Navidad o el nuevo año con exclamaciones lo hacía con interrogantes. ¿Feliz Navidad? ¿Feliz Año Nuevo? Ante el miedo de que la respuesta fuera, estoy confinado, somos positivo, tengo fiebre o ¿no tendrás a mano un test de antígenos a mano que antes de ayer quedé con Fulano y ha dado positivo?
La sensación es similar a cuando de niño jugábamos a las 'aguadillas' (sic) [ahogadillas es el término correcto, según la RAE] y cuando ya parecía que te dejaban salir y estabas a punto de sacar la cabeza del agua venía el gracioso y te hundía hasta dar con la barbilla en el fondo de la piscina. Si pensábamos que ya podríamos coger aire, doble ración de mascarilla, gel hidroalcohólico y confinamiento voluntario.
Con este panorama, ¡cómo pensar en un futuro sin mascarillas! ¡qué planes de futuro hacer a medio plazo! A los Reyes Magos ya solo les pido que no se lleven nada. Y que el 2022 venga como quiera. No espero nada de él, así que todo lo bueno que llegue será bienvenido. Con las expectativas tan bajas, la realidad solo puede mejorarlas. No como a Alfonso Fernández Mañueco: con las encuestas que tiene sobre la mesa, si el PP no logra la mayoría absoluta el 13 de febrero, o un resultado que le permita gobernar en solitario, será un fracaso para él y para los que le animaron a pulsar el botón rojo.
Suerte a todos ¡Feliz 2022! Y que sea lo que Dios quiera.