Hostelería total entre La Victoria y Puente Jardín

M.B.
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Carlos Artigas nos abre las puertas de la Taberna Obregón, un local con una oferta versátil que va desde los desayunos hasta las cenas

Carlos Artigas en la Taberna Obregón - Foto: Jonathan Tajes

He pasado de ser conocido como Carlos el de El Refugio; a Carlos Obregón». Carlos Artigas bromea mientras se prepara la chaquetilla de cocina. Lleva 16 para 17 años apostando por, como dice él, la hostelería total en la Taberna Obregón –«sin el La ni el del o el de: Taberna Obregón», apostilla–. Venía de un cuarto de siglo en el ocio nocturno, en la zona de la calle Francisco Suárez, en El Cuadro, donde estuvo al frente, en algunos casos solo y en otros con varios socios, de Paco Suárez, El Refugio, La Baguetería del Cuadro, La Cervecería, El Cómic: «Tras tantos años, la noche te confunde e incluso te aburre. Y cuando quieres un cambio de vida y formar una familia es mejor cambiar de modelo. Y, como siempre digo, me quedaban 5 años para terminar Derecho y 11 para Medicina, con lo que era mejor seguir en lo mismo».
Con ese buen humor, Artigas apostó en junio de 2005 por un local en una zona que aún estaba en 'pañales', en el paseo Obregón, 14: «Cogimos un traspaso en un sitio complicado; cerca de un barrio que no era tan bullicioso y en el que no había apenas servicios; además de estar un poco alejado del centro». Pero creyó en el proyecto. De inicio, la Taberna Obregón era un restaurante de mesa y mantel; aunque la crisis de 2008, que a la hostelería le afectó un par de años después, le hizo cambiar: «Le dimos un giro y pasamos a ser menos formal. Vimos la posibilidad y nos lanzamos a la hostelería total, con una oferta más versátil, desde desayunos a cenas».

Así abre desde las ocho y media de la mañana, con más de una docena de tipos de desayunos, y cierra a las doce de la noche: «Menos los domingos y festivos, que abrimos a las doce; y el domingo por la tarde, que cerramos».

Cuenta con un menú diario, por 13,20 euros, a elegir entre tres primeros, tres segundos, más pan, bebida y postres; y uno de fines de semana, por 20 euros, con dos primeros y tres ensaladas, a elegir; dos carnes y un pescado, de segundo a elegir; más pan, bebida y postres: «Más elaborado y con mejor producto que entre semana». En ese menú diario todos los miércoles de temporada hay cocido; y en este tiempo, una opción de cuchara, un pescado o una carne «sana, tipo pollo, pavo o conejo».

Además tienen una carta de restaurante y una de raciones: «Las tapas apenas las trabajamos». En esa carta, extensa y reconocida, sobresale el micuit de pato casero, la tortilla de bacalao, las milhojas de escalivada, la tempura de merluza rellena, la pluma de cerdo ibérico y las carrilleras de ibérico al Pedro Ximénez, «donde es importante que sean ibéricas». Entre sus raciones no pueden faltar las croquetas de cecina de león, los chipirones fritos con padrones o el crujiente de morcilla: «Además de nuestro variado de postres, con tarta de queso, tarta de chocolate, tiramisú y brownie de chocolate».

Su ubicación, entre los barrios de La Victoria y Puente Jardín, enfrente de un campo de fútbol y con tres amplias zonas de aparcamiento le permiten mucha rotación, de trabajadores de la zona, de los dos barrios y de otros de la ciudad gracias a esa facilidad para aparcar los coches: «Sobre todo somos un restaurante familiar».

Cuenta con un comedor para 38 comensales y con una terraza con 15 mesas: «En la que estamos con un proyecto para poner un toldo». Con un equipo de trabajo muy consolidado, con cinco personas en cocina y otras cinco en barra y restaurante, «varios llevan más de diez años con nosotros», Carlos Artigas hace una reflexión en alto: «Estamos iniciando un cambio del modelo de la hostelería mayoritaria, que ahora es barata para el cliente. Debido a los costes, de energías, impuestos y salarios, ese modelo va a dejar de existir; además de que ya no hay gente que coja el relevo a la actual hostelería barata».

 

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