«Muchos de los nuevos brotes se dan en reuniones familiares»

M. Rodríguez
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El delegado territorial de la Junta en Valladolid, Augusto Cobos, asegura que la situación es «preocupante»

Augusto Cobos. - Foto: José C. Castillo

El delegado de la Junta en Valladolid ha adquirido durante esta crisis de la covid-19 un protagonismo inusual.  El talante sereno de Augusto Cobo le está ayudando a gestionar la presión que supone gestionar los recursos sanitarios y afrontar situaciones tan extremas y desconocidas como confinar las localidades de Íscar y Pedrajas. Todo un reto que el político se muestra confiado en superar gracias a la colaboración entre las distintas administraciones, que destaca que está siendo excelente.

Cómo ha sido su trabajo desde que se recuperaron las competencias en la gestión del covid-19?

El proceso ha sido casi de continuidad. En el estado de alarma, al menos a nivel de la provincia, hemos estado trabajando coordinadamente con la Subdelegación del Gobierno. A nivel autonómico es la Consejería de Sanidad la que trabajaba con el Ministerio. Y desde que se han recuperado las competencias se ha mantenido el mismo espíritu de colaboración. Aunque es cierto que la autoridad sanitaria provincial la asume el delegado, con la supervisión de la Consejería de Sanidad. 

Comenzó siendo tranquilo, pero se está complicando bastante.

Es cierto que durante unas semanas ha sido relativamente tranquilo, pero las últimas semanas vemos con preocupación cómo empiezan a incrementarse el número de casos y brotes. 

¿Cómo evolucionan los brotes?

La situación es mucho más preocupante que hace una semana. El brote de Íscar, que continúa creciendo, y están apareciendo otros brotes vinculados a celebraciones, algo que nos preocupa mucho. Sabemos que son circunstancias donde la gente tiende a relajarse porque está con la familia después de mucho tiempo, pero detectamos que muchos de los brotes son en ese ámbito. La gente debe mantener la precaución.

La experiencia de gestión de los meses previos, ¿sirve para afrontarla ahora con más tranquilidad? 

La experiencia ha sido básica para entender el funcionamiento entre los diferentes servicios de la Comunidad. Pero nos enfrentamos a esta situación de forma totalmente diferente. Ahora existe la posibilidad de tener rastreadores, de acotar los focos de transmisión y conseguir darle estabilidad en periodos de 72 horas, si crece ya conocemos que las medidas jurídicas -órdenes sanitarias de confinamiento- pueden ser de cuarentena y aislamiento con la necesaria ratificación judicial. Todo esto hace que ahora la respuesta sea mucho más rápida y focalizada que en un primer momento, cuando el problema era nuevo y tratabas de responder a medida que surgían los problemas. Y tratando de encontrar la mejor respuesta sobre la marcha.

¿Hay suficientes rastreadores?

En principio creo que tenemos una proporción correcta y adecuada. De hecho, lo hemos visto en los brotes que se han ido detectando en la provincia. El que se detectó en el Río Hortega quedó cerrado igual que el de Las Delicias, cuando se estancó. Y lo mismo en La Cistérniga, que en principio parecía más difícil porque el número de contactos podía ser mayor. Todos los brotes se han ido acotando y no han pasado de 20-23 casos, salvo el de la zona de Íscar, donde tenemos rastreadores en los centros de salud.

Los alcaldes y vecinos piden la reapertura de los centros de salud. Ahora con el incremento de población, ¿qué planteamiento se aplica?

Hemos enviado una carta a los coordinadores de los centros de salud y a todos los alcaldes con un contenido muy similar. Planteamos el procedimiento a seguir a la hora de recuperar la atención presencial en los consultorios. También trasladamos la necesidad de que los alcaldes entendieran la importancia de la cita telefónica. No podemos permitir que las personas vayan a los consultorios, sobre todo en los pueblos pequeños, sin saber si tienen síntomas o con la posibilidad de que tengan la covid-19, y que todo el consultorio se convierta en un foco de contagio. 

Y se detalla el protocolo a seguir cuando haya un paciente con síntomas, que necesite ir al consultorio. La cita telefónica hará que sea el último atendido para que no esté en contacto con otros, y que la desinfección posterior de las instalaciones se haga en el momento de cerrar el consultorio. Trabajamos en la línea de información, de dar prioridad a la cita previa, pero que también exista atención presencial.

¿Existe una cierta relajación en los pueblos pequeños? 

Cuando hemos hablado con los alcaldes  hay un fenómeno contradictorio porque podríamos pensar que tienden a la relajación, pero precisamente es donde hay una población más envejecida y que tiene mayor temor al contagio. Sí que se ponen la mascarilla y tienen un cierto temor ante la llegada de visitantes de las capitales. En un primer momento, la gente que venía de fuera podía estar un poco más relajada, pero desde el momento que es obligatoria la mascarilla no hemos visto comportamientos diferentes entre pueblos grandes y pequeños. 

En pueblos grandes, coincidiendo con algunas fechas festivas, ha existido algún problema. Se habla de un plan de seguridad para las no fiestas. ¿Será suficiente?

Esto es lo que realmente me preocupa. El comportamiento de la gente mayor no me preocupa, pero sí el de la gente joven del pueblo o visitantes de otras zonas. Me preocupan las reuniones en peñas y los eventos que organizan para sustituir los programas de fiestas. En esas situaciones se tiende a la relajación y, además, hay un factor añadido y es que son las situaciones que dificultan la trazabilidad de los contactos por los rastreadores. 

En La Cistérniga se comprobó que era una barbacoa con los miembros de una peña, y eso ayudó mucho a los rastreadores porque sabían qué personas habían asistido. Pero en una situación de un botellón organizado por el conjunto de las peñas, el problema es mucho mayor porque no saben decir con quién estaban o con quién habían compartido botella. Eso sí que me preocupa.

¿Cómo se puede afrontar?

Los jóvenes piensan que el virus no les va a afectar o que si les afecta las consecuencias pueden ser mínimas. Otros piensan que no lo van a transmitir, y es precisamente todo lo contrario. Para afrontarlo hay dos tipos de alternativas. Por un lado, la vigilancia policial y de ahí la colaboración con la Subdelegación del Gobierno y los ayuntamientos para crear unos planes comunes de vigilancia. Y, fundamental, la concienciación social de los jóvenes. No se trata de criminalizarlos, pero sí que entiendan que juegan un papel muy importante a la hora de evitar la propagación del virus. 

Unos jóvenes que en un mes deberían volver a las aulas. ¿Cómo se organizará el nuevo curso?

La Dirección Provincial de Educación está trabajando con los equipos directivos de los centros. Fue uno de los temas, además, que se planteó  en la última reunión con alcaldes de municipios de más de 2.000 habitantes. Les preocupa el incremento de costes que supone para ellos adaptar los protocolos de seguridad en cada centro. Se ha pedido a los equipos directivos de los centros que los diseñen porque son quienes mejor conocen la realidad de cada centro, aunque hay unos parámetros comunes para todos. 

Somos conscientes de que supondrá un incremento de costes para los ayuntamientos y la Consejería de Educación va a sacar una partida extraordinaria para financiar ese gasto extraordinario que supone la desinfección y la limpieza de las instalaciones. También se va a dotar de material de seguridad a todos los colegios y habrá que hacer pequeñas modificaciones de infraestructuras.

Esta crisis es la del teletrabajo, pero hay puntos donde no hay conexión eficiente. ¿Se mejorará?

Es ahora o nunca. Toda crisis ofrece situaciones de las que podemos extraer ventajas. Y ésta demuestra que los pueblos necesitan una buena conexión a Internet. Es necesaria para el teletrabajo y para que la gente se instale allí. Es algo que se demandará porque si a cualquier persona le hubieran dado a elegir dónde pasar el confinamiento hubiera optado por un pueblo. Pero para eso se necesita mantener la actividad laboral mediante teletrabajo. Si esto antes era una petición de todas las localidades, ahora es una necesidad. 

No podemos ofrecer teletrabajo para poder llevar a cabo una medida sanitaria sin tener esa posibilidad en el ámbito rural. El programa de la Junta será básico, pero las compañías también juegan un papel importante. El esfuerzo en esta ocasión sí que se plasmará. 

¿Qué peticiones hacen los alcaldes para los presupuestos regionales?

Hay una que se repite: la mejora en las telecomunicaciones y el acceso a Internet para poder teletrabajar. La mayoría también están preocupados por los temas educativos y de sanidad, quieren saber cómo será el modelo de atención en las circunstancias actuales. Luego ya es difícil encontrar homogeneidad en las peticiones por las características de cada zona, aunque hay una demanda para atender ciertas necesidades cuando diseñemos el mapa de redes de transporte público. No se había actualizado en años, y en muchos pueblos del alfoz arrastran necesidades desde hace tiempo. 

La remodelación del Clínico arrastra retrasos. ¿Se agilizarán las obras?

Hemos visto que el Clínico ha estado a pleno rendimiento y, evidentemente, su vocación es la de seguir siendo un hospital de referencia para la provincia. La obra no se parará, en ningún caso, y creo que seguirá el proceso que tiene que seguir. Agilizarla es complicado en las circunstancias actuales.

¿Con los datos que manejan, cuál es la mayor preocupación desde el punto de vista económico?

Evidentemente el empleo. Desde marzo hasta junio nos preocupó la situación sanitaria, sobre todo en las residencias. Este verano he hablado con los alcaldes, que tienen preocupación por la actividad económica, pero ven que todavía mantiene cierta actividad porque aprovechan el atractivo del turismo interior. También hay turismo regional, y eso es algo muy positivo. Pero mi temor es qué ocurrirá con la actividad económica cuando llegue el mes de octubre, aunque la provincia tiene una cierta fortaleza en comparación con los datos nacionales de desempleo.

¿Le da más vértigo la incertidumbre ahora o piensa que no será peor que en los primeros meses?

Es una sensación doble. Recuerdo los días de marzo como una película. En la Delegación entramos en una dinámica que no conocíamos, no teníamos tiempo ni para asustarnos. Llegaba tan agotado al final de la noche que caía en la cama y el cuerpo me pedía descansar.  Estaba en una dinámica de incertidumbre total, donde casi no tenía tiempo para reflexionar. Ahora mismo, siento más vértigo porque tenemos tiempo para las consecuencias a las que nos enfrentamos, pero al mismo tiempo tenemos una mayor experiencia. 

¿Considera que volveremos a una situación extrema?

Estoy convencido de que vamos a vivir una situación muy complicada en el aspecto económico, vamos a volver a tener una situación complicada en lo sanitario, pero en ningún caso la realidad sanitaria o en las residencias de mayores será la de los momentos más complicados del inicio del virus.