Capitán de los júniores del 93

M.B.
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Mariano Ortega fue uno los protagonistas de la primera gran generación de jóvenes del BM Valladolid, por entonces Arcos, con Ávila, Fernando, Pisonero, Parro... Jugó en el club pucelano de 1992 a 1996. El hoy entrenador reside en Burgos

Capitán de los Júniors del 93

El Balonmano Valladolid se constituyó el 3 de junio de 1991. Y solo un año más tarde llegó al mismo un joven Mariano Ortega. Con 19 años formó parte de la plantilla de División de Honor, de la de Segunda y de la júnior vallisoletana. Ésta se alzó con el Campeonato de España. «Me hicieron capitán», relata con una sonrisa. En aquel equipo estaban Mario de las Heras, Ávila, Fernando Hernández, Parro y David Pisonero, entre otros. Fue la primera gran generación surgida de las entrañas de Huerta del Rey. Ortega estuvo en ella y en Valladolid desde 1992 a 1996, encierro de por medio antes de irse al Caja Cantabria. «A Valladolid la considero como mi casa», señala.

Mariano Ortega Martínez nació el 15 de abril de 1971 en Esparraguera (Barcelona). Allí, este lateral derecho comenzó a jugar al balonmano: «En el pueblo había tres deportes y mis amigos hacían balonmano, me apunté sin decirle nada a mis padres». Tenía 8 años. Más tarde, fue fichado por el Handbol Terrassa que, por entonces, militaba en Primera (la Plata de hoy). Estuvo tres campañas, jugó un par de Campeonatos de España con Cataluña y recibió la llamada del Arcos Valladolid: «Manolo Cadenas buscaba un zurdo y me eligieron». Llegó el mismo año que Ávila, Tomic y Szathmari, entre otros, con Cadenas como entrenador y Laszlo Hoffman de ayudante. «Éramos cuatro chavales y Tomic», relata, recordando los nombres de Raúl González, Jordi Escudero y los antes nombrados: «Y llegamos a ser campeones de España júniors».

Aquí se hizo profesional. Y aquí también vivió uno de los momentos más duros como deportista, cuando el equipo se encerró durante dos semanas en la temporada 94-95 en protesta por la situación económica: «Fue un punto de inflexión, además de momentos de incertidumbre. No sabíamos si íbamos a seguir jugando, pero la gente, la afición, se volcó con el equipo, llevándonos comida, llenando Huerta del Rey... hubo una gran sintonía y fue el comienzo de la unión entre afición y equipo».

En Valladolid tuvo dos entrenadores, Manolo Cadenas durante tres campañas y Juan Carlos Pastor, una. «Siempre llevaré Valladolid en el corazón porque me dio la oportunidad de jugar al balonmano», añade.

Recuerda la ciudad como «espectacular y bonita», las comidas en Boecillo y que estudió Ingeniería... además de que aquí conoció a su mujer, Noemí Martín.

En 1996 recibió la llamada del Caja Cantabria de Mats Olsson, con Mikhail Yakimovich, Talant Dujshebaev, Alberto Urdiales... «No solo el tema económico, sino el hecho de poder pelear por los títulos hizo que me fuese», concreta. Como Fernando a León o Pisonero también a Santander.

Hasta 2001 estuvo en el Caja Cantabria y de ahí se fue al Ciudad Real, ganando una Liga, una Copa del Rey y una Supercopa. En 2005 recaló en el BM Aragón, donde se retiró en 2008, pasando al cuerpo técnico. Antes había sido 133 veces internacional con la selección española, campeón del mundo en 2005, además de dos veces plata en sendos Europeos de Italia 1998 y Suiza 2006; y bronce en el Europeo de Croacia 2000. 

Desde entonces ha dirigido a los aragoneses, al Benfica (de 2014 a 2017) y la temporada pasada al San Pablo Burgos: «Mi mujer es de Palacios de la Sierra y nos hemos asentado en Burgos, donde coincidió que el equipo buscaba entrenador. En verano me llamó Arabia Saudí para dirigir a su selección en los Juegos Asiáticos aunque luego decidieron que no continuase». Y desde entonces, con Noemí y sus hijos, Daniel, Verónica y Álvaro, residen en Burgos: «Me sigo formando, ahora con el inglés, y con ganas de entrenar. Desde verano llevo sin hacerlo y ya tengo un poco de ‘mono’».