La sala 10 del Museo del Turismo en honor a Juan

M.B
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Iván Quevedo nos abre las puertas de El Gastrobar El Comandante, con sus tostas, empanadillas, hamburguesas... y un trato que busca hacer "especial a cada cliente"

Jeannette Rodríguez, en la cocina de El Comandante. - Foto: Jonathan Tajes

Cuando uno entra en el Gastrobar El Comandante no lo hace solo a un establecimiento hostelero... que también. El que cruza la puerta de entrada a este local del paseo Zorrilla, 51, ubicado entre la plaza de toros y El Corte Inglés, se adentra en la Sala 10 del Museo del Turismo, un proyecto sin afán de lucro a nivel mundial que pretende recordar la historia del sector turístico y que tiene en las paredes de este bar una exposición de carteles de promoción turística de España a lo largo del siglo XX. 

Es uno de los secretos de El Comandante. Otro es el nombre. Aunque éste un poco menos. «Por mi padre, Juan. Es militar, es comandante, y quería hacerle un guiño. Así que lo hice en su nombre», reconoce la impulsora de este negocio de restauración, María Cotoruelo, hace ya cuatro años: «Sinceramente, era una inquietud. No me había dedicado a ello, pero era una inquietud hostelera. Nos parecía una zona que, aunque no es el centro, era muy atractiva para este proyecto. Además, no había muchos bares para comer por aquí y sí para tomar cañas o vinos. Creo que desde aquella apertura, la zona se ha reactivado».

En julio de 2017 abrió sus puertas en un local donde se ubicó hace años el Ceilán. Llevaba cerrado un tiempo y hubo que hacerle un buen lavado de cara. «Cuando se montó, buscamos, a través de la decoración, ser un lugar acogedor, ni clásico ni moderno, en el que estuviesen cómodos clientes desde 20 y hasta 80 años», señala María, que recalca lo de la Sala 10: «Nuestro bar se escogió para colocar láminas de toda la trayectoria turística, esos carteles antiguos. Esas láminas vienen del Museo de Turismo de Nueva York».

El Comandante, gestionado ahora por Iván Quevedo, es un gastrobar en el que se potencian los platos tradicionales con un toque evolucionado: «Es decir tenemos nuestros huevos rotos, los torrezno o las bravas, pero no son al uso». Con una carta más o menos fija, con ligeros cambios en función de temporada, los clientes, muchos habituales de la zona pero también llegados desde fuera, pueden elegir o compartir una serie de platos/raciones o comer/cenar de forma individual: «Todo se prepara en el momento. Cada plato, sea una tosta o unas bravas se elaboran en el momento. No hay nada preparado ni precocinado. Todo en el momento... puede ser más lento, pero te lo comes recién hecho».

Entre sus destacados no pueden faltar las empanadillas o las tostas, como la de ventresca de sardina ahumada con tomate especiado (6 euros) o la de champiñones con langostino y alioli; el entrecot, con una base de patatas cremosa con nata y pimienta;o los huevos rotos con setas y foie. Además, entre sus clásicos se asoma una, ración llamada ‘Alegrías de Mari’, que consta de una base de pimiento rojo asado, con boquerón, ajito crujiente y un toque de picante. 

Todo sale de las manos de Gloria Jeannette Rodríguez, que lleva casi desde los inicios en los fogones, y de Marisol.

Con unas diez mesas en su interior y otras tantas en la terraza, El Comandante abre todos los días de la semana, menos domingo tarde y lunes entero, desde las nueve de la mañana y hasta el cierre en horario continuo. «Podemos decir que uno de nuestros fuertes está también en las tostas de los desayunos, con el pan recién horneado, el jamón bien cortado...».

«Una de nuestras pretensiones y obsesiones es que la gente, sin pensar de qué tipo, esté igual de a gusto», señalan desde este gastrobar para el que hay un mantra: «El buen rollo no se vende, o se tiene o no, y es algo que destaca todo el mundo. Es primordial. Es algo que tampoco te ofrecen en muchos sitios. Buscamos hacer sentir cómodo y especial a cada cliente».