Un museo al aire libre

Óscar Fraile
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La presidenta de la Agrupación de Mujeres Abogadas de Valladolid, Rosa Gil, repasa sus diez lugares favoritos de Valladolid. El primero de la lista, la plaza de Federico Wattenberg

Un museo al aire libre - Foto: Jonatan Tajes

1. Iglesia de San Pablo. La vida de Rosa ha girado en torno a esta céntrica plaza. No en vano, las tres viviendas en las que ha residido están muy cerca de este icónico espacio de la ciudad. «He jugado mucho en su entorno durante los largos veranos de mi infancia y ahora es la primera imagen que veo cada mañana», asegura. Como no podía ser de otra manera, este templo también fue el elegido para contraer matrimonio.

2. Plaza de Federico Wattenberg. No hay que recorrer muchos metros para llegar al segundo lugar preferido de Rosa. Se trata de la plaza de Federico Wattenberg. «Es el primer sitio en el que yo salí de mi entorno familiar a jugar, del mismo modo que mis hijos jugaron allí», recuerda. Era muy habitual que fuera a las terrazas de los bares de esa plaza cuando salía de su despacho para estar con los amigos y la familia. «Es impresionante ver esa fachada en un entorno que transmite mucha calma», añade. Además, allí también ha podido disfrutar de varias actuaciones musicales. «La sonoridad también es muy buena», opina la letrada.

3. Fuente de la Fama. Aunque para Rosa todo el Campo Grande es un espacio muy especial, hay un rincón dentro del pulmón verde que destaca sobre los demás: la Fuente de la Fama. Una construcción que se inauguró en noviembre de 1883 como homenaje al exalcalde de Valladolid Miguel Íscar, fallecido tres años antes. «Esa zona me transmite mucha tranquilidad y creo que es la más bonita del Campo Grande, además de que la estatua me encanta», asegura Rosa. Esa estatua a la que se refiere representa a una mujer alada que toca una trompeta orientada hacia el cielo de la que sale un chorro de agua.

4. Patio Herreriano. Aunque este espacio ahora mismo es uno de los enclaves culturales más importantes de la ciudad, Rosa lo elige por motivos ligeramente diferentes. «El primer Ayuntamiento democrático de esta ciudad organizaba todos los eventos culturales en esa zona y yo recuerdo como parte de mi juventud que todo parecía abrirse a la vida... esos eventos transmitían mucha alegría porque eran algo que no habíamos visto hasta ahora», explica. A este recuerdo se añade el hecho de que su marido trabajó allí.

5. Plaza Mayor (Feria del Libro). Rosa elige la Plaza Mayor como un espacio vinculado a la Feria del Libro, si bien no todas las ediciones se han celebrado allí. «Allí pasé muchas horas cuando era joven por razones familiares, y en ese periodo conocí a mucha gente y pude conversar con personas muy interesantes, como escritores que contaban cosas apasionantes», señala, aunque también se llevó alguna decepción.

6. Teatro Calderón. Rosa se define como una ‘semanista’ para demostrar su devoción absoluta por la Seminci y, especialmente, por el Teatro Calderón. «El entorno y el ambiente son magníficos», dice. Incluso entre sus recuerdos está impregnado «el olor a madera que tenía el Teatro cuando entrabas».

7. Iglesia de Santa María de la Antigua. Una maravilla, la mires desde donde la mires. Así define Rosa la Iglesia de Santa María de la Antigua. «El conjunto cuando la observas desde la Catedral es impresionante», opina. Lo mismo que la estampa que te encuentras cuando accedes desde la plaza de San Miguel o desde la calle Solanilla.

8. Puente del Poniente. «La imagen que ofrece cuando lo ves desde la parte inferior es majestuosa, porque es un puente enorme», asegura Rosa. En su memoria está grabada también el paisaje que se ve desde arriba. «Cuando vas desde Huerta del Rey a Las Moreras, por la acera de la derecha, y miras hacia abajo, ves un río negro que siempre me ha impresionado y me ha dado miedo, lo tengo grabado desde que era niña», explica.

9. Calle Santo Domingo de Guzmán. «Es la más bonita y la más misteriosa de Valladolid cuando no hay luz, gracias a los faroles que la iluminan», dice. Un entorno perfecto para pasear, «donde puedes escuchar tus propios pasos». Para ella es como trasladarse a otra época o entrar en el escenario de una película.

10. Teatro Zorrilla. Otro espacio en el que ha pasado muchas horas. Sobre todo en los años en los que estudiaba en la Universidad. «Por entonces nos salía muy barato el cine porque teníamos lo que se conocía como tickets universitarios», recuerda. En esas tardes de sábado y domingo aprendió a «amar el cine» y a tener una mirada mucho más crítica hacia el séptimo arte.