González Dueñas, filántropo vallisoletano

Jesús Anta
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González Dueñas, filántropo vallisoletano

El Ayuntamiento de Valladolid recibe a quienes entran en el edifico con una lápida que recuerda a Mariano González Dueñas. Y una modesta calle del barrio de la Rondilla tiene su nombre. Mas, seguramente, será una de las personas menos conocidas para el público, pues su vida no está ligada al arte, la milicia o hechos heroicos.  Cierto es que se dedicó parcialmente a la política durante unos años de su intensa vida, que estuvo entregada a su familia y a sus negocios.

Se le puede definir como un empresario emprendedor y altruista, al estilo de aquellos próceres tan característicos del siglo XIX. 

Nació en Valladolid en diciembre de 1829 y vivió la mayor parte de su vida entre Madrid y Alcoy. Falleció en Madrid en octubre de 1914, y yace en el cementerio del Carmen junto a su madre, María Luisa a la que siempre atendió con diligencia y que había quedado viuda muy joven, y su tío Mariano González, presbítero y bibliotecario en la Universidad de Valladolid.

A los cuatro días de su muerte, el Ayuntamiento aprobó una moción para agradecer al ‘filántropo vallisoletano’, tal como consta en el acuerdo, su espléndido donativo a la Casa de Beneficencia de la ciudad, y también acordaron abrir una suscripción popular para hacer una lápida y colocarla en la Casa Consistorial. Lo cierto es que era una persona muy querida y conocida en la ciudad, pues, además de lo destacado que fue su tío Mariano, su padre había sido médico en el Hospital de Esgueva y murió atendiendo a los enfermos en medio de una epidemia, por lo que el Ayuntamiento concedió a su viuda una pensión a perpetuidad.

Su carrera en los negocios se inicia en una casa comercial de Valladolid como dependiente, y poco después en Barcelona comenzó como empleado en un importante negocio donde llegó a ser miembro societario del mismo.

En Madrid montó sus propios negocios. Entre ellos, fue socio fundador de la banca ‘P. Alfaro y Compañía’ y también participó en la banca ‘Jover y Compañía’.

Fue dirigente del Círculo de la Unión Mercantil de Madrid, y formó parte del consejo de administración del importante Monte de Piedad de Madrid, del que fue vicepresidente hasta su muerte. 

Se le señalaba como persona profundamente religiosa y desinteresada del que un cronista escribió que «era un hombre caritativo en extremo y tenía una fortuna tan considerable, que llegó un momento en que creyó no necesitar más y nada hizo para aumentar aquella».

Como anécdota que revela su temperamento, diremos que en cierta ocasión le robaron el reloj. Detenido el ladrón éste manifestó que había cometido el delito por no tener que comer, entonces González Dueñas le entregó unas pesetas para que atendiera a sus necesidades.

A través de su banco financió empresas ferroviarias en el entorno de Alcoy. Pero en aquella tierra destacó por ser el apoderado de un hombre rico que legó buena parte de su fortuna para que se construyera un hospital (conocido como Hospital de Óliver –apellido del donante-) en aquella industriosa población alicantina. Las dimensiones y los servicios que prestó el hospital fueron verdaderamente admirables.

Todo aquello le valió para ser nombrado hijo adoptivo de Alcoy, y en 1886 ser elegido diputado a Cortes por el distrito de aquella población.

La fotografía que ilustra este artículo es un retrato perteneciente a la ‘Col·lecció d’Art de l’Ajuntament d’Alcoi. Foto: Juani Ruz’. El autor es García Valladolid.