Del Canal de Castilla a la mesa

R.G.R
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Aunque todos los pescados son la especialidad del restaurante La Maruquesa, se podría decir que el que tiene mayor tirón entre los comensales es el rodaballo. Los ingredientes son fáciles de recordar,  ya que solo lleva sal y agua de Lourdes

Iván Merino prepara un rodaballo a la brasa. - Foto: J.C. Castillo

Fue el Canal de Castilla la vía por la que llegaron por primera vez ciertos pescados a los pueblos de la provincia. Nuevos platos y sabores que alcanzaron los páramos de la meseta a través de las embarcaciones que recorrían esta espectacular obra hidráulica que unió Valladolid con el norte de España. Unas aguas y pescados de los que ahora pueden disfrutar los comensales del restaurante La Maruquesa. Ubicado en una de las antiguas naves de la dársena del canal, ofrece una espectacular visión desde su amplia terraza y enlaza los sabores de sus platos con el olor del Cantábrico.

Sus comensales casi pueden tocar al agua del canal, que se observa desde el interior del reformado comedor y, por supuesto, desde las mesas exteriores que han supuesto un importante alivio para el negocio desde la aparición de la pandemia. 

Fue hace tres años cuando cuatro socios se pusieron manos a la obra con la apertura. Tres de ellos ya tenían una prolongada experiencia dentro del sector de la restauración. Uno de ellos, Kiko Requejo, se puso al frente del negocio, que desde el primer momento pretendía ser algo diferente. Con una dilatada experiencia dentro de cadenas hoteleras en el extranjero, vio la oportunidad de emprender en un local «único» por su atractivo cultural e histórico. «Desde el Canal de Castilla llegaron a Valladolid productos que antes no existían aquí y eso también es un punto a favor de su ubicación». 

Comprobaron que en la ciudad no existía una amplia oferta de recetas de pescado y se volcaron en la creación de un restaurante especializado y diferente. Dos grandes parrillas componen la parte principal de su cocina, donde se prepara una gran variedad de piezas para todos los gustos. «Pretendíamos ofrecer una gran variedad y que los clientes no tuvieran que preparar una gran cantidad de dinero por degustar un buen plato». 

  Los comienzos no fueron fáciles en gran medida por «la falta de costumbre» de los vallisoletanos a disfrutar de un pescado a la brasa, pero poco a poco se han hecho con un importante hueco dentro de la gastronomía de la ciudad. «Somos de los pocos restaurantes que hacen este tipo de carta». Actualmente, trabajan nueve personas en el restaurante y se han hecho con una clientela fija entre semana. «Estos meses de verano hemos tenido muchos turistas extranjeros». 

Están junto a la orilla del Canal de Castilla y lo dejan notar en su carta, donde los pescados y los productos relacionados con el agua están muy presentes. Sin lugar a dudas, el carbón y las diferentes tipologías de pescado son su especialidad, pero la carta ofrece una versatilidad que otorga al cliente una gran abanico de posibilidades. «Cada uno puede hacer su propia carta dependiendo de sus gustos», aclara Requejo.  

El precio medio ronda los 35 euros por comensal, aunque cada cliente puede variarlo dependiendo de lo que le apetezca en cada momento. «Un entrante para compartir con un arroz, que últimamente se está demandando mucho, puede salir por 18 euros y un besugo, con un buen vino y un plato de primero se puede ir a 80. Cada cliente elige». 

Aunque todos los pescados son la especialidad del restaurante La Maruquesa, se podría decir que el que tiene mayor tirón entre los comensales es el rodaballo. Los ingredientes son fáciles de recordar,  ya que solo lleva sal y agua de Lourdes (una mezcla de limón, aceites y unos ajos picados). 

Iván Merino es el cocinero, especialista en la parrilla. Destaca la gran variedad de platos del restaurante y su adaptación a las distintas temporadas del año. «Cuando llegue otoño, empezaremos con piezas de las piezas de caza, con las setas y también con una gran variedad de arroces. En definitiva, un lugar para saborear el mar, pero desde Castilla.