Loa al pincho de lechazo en honor a Carlos

M.B
-

Los hermanos Puertas García, María, Eduardo y Alberto, nos abren las puertas del Mesón Asador Carlos, uno de los establecimientos de Traspinedo, donde manda el pincho de lechazo

María Puertas García, en las brasas del Mesón Asador Carlos. - Foto: Jonathan Tajes

Traspinedo es sinónimo de gastronomía castellana. De sarmientos y brasas. De pinchos de lechazo. Se puede decir que el municipio, de algo más de mil habitantes, huele a ellos. Si uno pasea por sus calles raro es que no alcance a ‘descubrir’ a través de la pituitaria de su nariz el manjar por el que se caracterizan sus restaurantes, el archiconocido pincho de lechazo. ¡Hasta cuenta con una Asociación en la que están representados los seis mesones del pueblo! Uno de ellos es el Carlos, mejor dicho, el Mesón Asador Carlos. De tradición familiar, los hermanos Puertas García, María, Eduardo y Alberto, son los encargados de honrar al plato estrella, aunque desde hace unos meses han empezando a dar algún toque de cocina mediterránea a unos fogones que cuenta con dos expertas manos, las de Chisco Alonso y Verónicas Puertas.

El establecimiento, ubicado en la calle Val, 6 Bis, lleva abierto seis años, aunque los hermanos Puertas García llevan toda la vida en la hostelería y con el pincho de lechazo. Porque el mesón es un homenaje a su padre, Carlos, asador de toda la vida de Traspinedo y el que, como confirman sus propios hijos, les ha enseñado todo. «Nuestra familia es hostelera de toda la vida. Somos de aquí y hace unos años nos decidimos a abrir un mesón nuevo con ayuda de nuestros padres, Carlos y Manoli. Nos hacía muchísima ilusión.. y el nombre, pues de nuestro padre», explica María, una de los tres hermanos que lleva este establecimiento para 240 comensales y que cuenta con una terraza en la parte delantera del mismo. Eduardo y Alberto se encargan de las brasas... y del pincho de lechazo.

¿Por qué triunfa? «Es un pack», responde María. Lo primero es la elección del lechazo churro. En su caso con los mismos proveedores de siempre, «con la confianza que eso nos da». Luego llega el corte, aprendido de la mano de Carlos;y lo que se podría llamar el pinchado (introducirlo en las barras de acero). El final es el juego con la brasa de sarmiento. «Aquí lo hacemos todo. Luego el fuego hay que mantenerlo siempre vivo, y la brasa solo se hace con el sarmiento (de la zona también). Esa brasa se va subiendo o bajando para dorar la carne, sin quemarla ni cocerla», añaden.

El Mesón Asador Carlos abre de martes a domingo para las comidas, y los sábado también para las cenas. A partir de julio ya piensan en ampliar horarios. Un pincho de lechazo sale por 18 euros aunque el tique medio rondará los 27 más las bebidas. «Si viene alguien de fuera que no conoce nada, la pregunta es clara: ¿Lechazo o algo más? Si es lo primero, con una ensalada (de lechuga, tomate y cebolla, y con un vinagre propio) y un pincho por cabeza estaría perfecto. Si quieren algo más, desde hace unos meses estamos empezando a ampliar la carta, con productos de temporada en diferentes versiones, como los espárragos hasta esta misma semana; además está el pulpo con espuma de patata y mojo picón; o las croquetas y el chorizo, frito en su propia manteca, que siempre triunfan. Todo ello con vinos de la D.O. de aquí, siempre de la zona», relata María. 

Eso sí, la brasa de sarmiento es en exclusiva para los pinchos... el resto de las carnes van a la plancha. Y, por si alguno pregunta, el pincho «mejor sin limón». «Aquí el 90 por ciento de nuestros clientes lo pide así, que la carne sepa a carne», añaden. 

El establecimiento es familiar y así, como familiares, consideran a su clientela:«Se busca la comida, el trato y la calidez». Los Puertas García y el pincho de lechazo van de la mano en el Mesón Asador Carlos.