Fusión de sabores latinos y mediterráneos

M.B
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Ramón Brandt y Wendy Romero nos abren las puertas del Sal & Salsa, un homenaje a dos culturas desde la cocina

Nelly remata una picanha en la cocina del Sal & Salsa. - Foto: Jonathan Tajes

El germen del Sal & Salsa hay que buscarlo en Barcelona hace ocho años. Aunque quizá tenga algún origen en los restaurantes de pollo a la brasa en Venezuela del tío de Ramón o en el trabajo de los padres de Wendy en aquellos establecimientos de restauración en carreteras/autopistas de El Salvador, la realidad es que todo arrancó en la Ciudad Condal ese 2013. Allí coincidieron por primera vez el venezolano Ramón Brandt y la salvadoreña Wendy Romero. Estudiaban un Máster de Marketing en la EADA Business School. «Nos conocimos y nos enamoramos», señala Ramón que recuerda que desde el primer momento pensaron en montar un negocio.

«Empezamos a hacer arepas para los amigos del Máster y visto el éxito casi nos planteamos venderlas», bromea sobre aquellos inicios y su idea de tener algo propio. Poco después a Ramón le surge una oferta laboral en Valladolid y se desplazó a orillas del Pisuerga, «aunque con la espina del restaurante». Espina que se sacó en 2015: «En enero lo decidimos y en mayo estábamos abriendo Náguará. Hicimos un estudio de mercado y vimos que apenas existía oferta gastronómica latinoamericana, salvo algún mexicano. Así que nos lanzamos con una idea que aún pervive de brindar una experiencia 360 grados latinoamericana. Queríamos que el que entrase en nuestro local se sintiese como en Cuba, Venezuela o en las playas del Caribe. Con comida peruana, mexicana, venezolana... de todos los sitios». 

Entre 2017 y 2018 hicieron una pequeña incursión en el barrio de Parquesol con su Náguará (expresión de la localidad venezolana de Barquisimeto que significa, en una de sus acepciones, ‘qué rico’, ‘qué bien’), pero fue en octubre de 2019 cuando dieron otro paso más, abriendo Sal & Salsa. «Buscamos un restaurante un poco más grande con la idea de fusionar la gastronomía latinoamericana con la mediterránea. Somos de muchas emociones: estamos orgullos de ser latinos y agradecidos a España, el país donde vivimos. De ahí esa fusión», relata Brandt sobre su actual establecimiento, situado en calle Regalado, 9. Y el nombre ya es una unión más, de la sal del mediterráneo con la salsa latina.

Así que en el Sal & Salsa hay pulpo, ceviche, yuca, arepas, salmón, picanha o entraña... y mucho más que fusiona las dos cocinas bajo los mandos de Nelly y de sus cuatro ayudantes en los fogones: «El producto es muy importante. Al principio nos costó mucho conseguir algunos, tipo el plátano macho, pero ahora ya nos conocen».

«El pulpo se encuentra en muchos mares, pero es muy conocido en España. Aquí lo servimos con una salsa de pimentón rojo y algún secreto latino», explica Ramón, apuntando también a esa entraña jalapeña: «En cada ternera solo existen dos entrañas. Tiene un corte especial y se sirve con un toque jalapeño, que pica poco»; la picanha, «con corte al estilo brasileño asado a la parrilla, acompañada de patatas y vegetales a la parrilla». Y por supuesto a las arepas, hechas a mano con harina de maíz: «Hay de diferentes sabores... hasta una que llamamos la consentida, por mi esposa». 

Sal & Salsa abre los 365 días del año, para comidas y cenas, y desde hace poco con los brunch (almuerzos) los fines de semana, de 10.30 a 13.30, en los que por 15 euros un cliente puede encontrar fruta, bollería, café, un plato principal a elegir y mimosa, una bebida venezolana con cava y zumo de naranja (o de otros sabores). Tiene también menú del día de lunes a viernes, por 15,90 euros con un primero y segundo a escoger, bebida y postre o café. Con una capacidad para 70 comensales más 60 en la terraza de una de las calles peatonales del centro, este restaurante ha conseguido traer un trozo de Latinoamérica a Valladolid, con sus olores, sus colores y, sobre todo, sus sabores.