La Policía Local quiere plantar cara al botellón por todos los medios. Ahora con más ahínco incluso que antes, por haberse revelado como una práctica favorecedora de la transmisión del coronavirus entre una población joven en la que la expansión del covid-19 está siendo especialmente alarmante durante los últimos días, con unas tasas de incidencia superiores a los 3.000 casos por 100.000 habitantes. Por ello, junto a las habituales patrullas en coche y en moto, este verano se suma el trabajo desde el aire, gracias a la Unidad de Drones.

Estos equipos aéreos, que está n operativos desde hace cinco meses en Valladolid, permiten detectar a los grupos de jóvenes a 100 metros de altura sin que ellos se percaten de la presencia de los drones. Se les puede grabar en vídeo, fotografiar o, simplemente, detectarles sin que ellos lo sepan. «Se activa a cuatro o seis motoristas y se interviene por sorpresa y con seguridad».

El oficial José María Bravo, uno de los miembros de la Unidad de Drones, destaca las «posibilidades enormes» de unos aparatos que «en dos minutos permiten recorrer una zona tan amplia como el cerro de Las Contiendas y localizar los focos calientes de los botellones». Y lo demuestra durante una de esas patrullas aéreas junto a un equipo de El Día de Valladolid.

Unidad de Drones de la Policía Local de Valladolid. - Foto: J. TajesLos drones policiales cuentan con cámaras de visión nocturna y de ‘calor’, para descubrir botellones incluso entre la frondosidad de un pinar o un parque. También se le puede acoplar un pequeño altavoz con un mensaje pregrabado, con el que disuadir la concentración.

INTERVENCIONES SEGURAS

«En Valladolid, las zonas de botellón son muy amplias, porque la gente no solo queda en parques urbanos, sino también en zonas como el Pinar de Antequera o Las Contiendas, donde puede ser hasta peligroso intervenir, tanto para los agentes como para los propios ciudadanos. Con las motos podemos subir por los caminos, pero luego la gente se mete campo a través, corriendo... y puede ser peligroso», justifica Bravo, quien también apunta la dificultad que entraña el control de unas zonas tan extensas: «Hace poco nos pasó en el Pinar de Antequera, que nos avisaron de un botellón y nos costó mucho encontrarlo».

«Estos drones cuentan con una cámara muy versátil, una cámara dual que tiene una visión térmica que permite usar el dron para la búsqueda de personas. Se probó en zonas arboladas y la visión térmica te permite ver que hay gente desde el aire», destaca mientras, en efecto, sobrevuela a un grupo de jóvenes durante una simple merendola (sin alcohol) entre los árboles de Las Contiendas, ejemplo claro de las posibilidades de los drones.

Unidad de Drones de la Policía Local de Valladolid. - Foto: J. TajesEl despliegue de este equipo aún es incipiente. Solo once oficiales se han formado por ahora en el manejo de los dos drones adquiridos por el Ayuntamiento para la Policía Local, pero se confía en las posibilidades que ofrecen estos aparatos de cara a un futuro cercano. «Terminamos los cursos a finales del año pasado. Nos formamos once policías, todos somos mandos, pero es que no era más que el arranque de la unidad y el objetivo era ver cómo podíamos sacarle partido a estos aparatos y ya estamos en la idea de formar a más gente, para tener a bastante más agentes en la unidad, porque nos hemos dado cuenta de que es una unidad polivalente y que se le puede exprimir al máximo durante el turno», avanza este oficial, quien apunta que «la formación lleva su tiempo y ahora está todo muy en el aire, por la adaptación normativa a unas directrices europeas».

EN DIEZ MINUTOS

Bravo cuenta que, en caso de necesidad, se puede movilizar al dron en «poco más de diez minutos», aunque siempre que se usan hay «papeleo»: «Todo vuelo lleva su trabajo administrativo; hay que estar en contacto con la base aérea de Villanubla, comunicando la zona en la que a estará», recuerda Bravo, quien explica que la Unidad se ha marcado un rango de vuelo de «no más de 100 metros, teniendo en cuenta que la normativa marca un tope de 120 metros de altura y de que el edificio más alto de la ciudad, el Duque de Lerma, ronda los 85».

Los drones se han usado ya en control de masas, como el pasado 13 de mayo, cuando se incorporó al dispositivo de seguridad por el recibimiento que preparó la afición al Real Valladolid antes del decisivo partido frente al Villarreal. «El dron nos ayuda también para el control de masas y manifestaciones, desde el punto de vista de las personas y del tráfico, ya que te permite ver cómo va la gente, si se cumplen las medidas sanitarias... y también ver el perímetro de la concentración para ver los flujos de tráfico, para decidir cómo se puede organizar para que la circulación pueda ser lo mejor posible». «Está clarísimo que esto son los ojos, pero hay que tener una coordinación con los agentes en el terreno, para poder guiarles», puntualiza Bravo, quien detalla que los drones ofrecen una autonomía de vuelo de «entre 20 y 25 minutos»: «Él mismo regresa a la base cuando se va a quedar sin batería. Calcula la distancia y el tiempo que le queda de ‘vida’, te avisa y se vuelve».

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