Contra todo pronóstico, Bélgica alcanzó el ‘número uno’ del mundo en 2015, lo perdió durante dos años… y, tras recuperarlo, no se ha bajado del primer peldaño desde abril de 2018. ¿La clave? Una generación dorada de enorme talento que no ha visto refrendado su eterno favoritismo con un gran título: las semifinales (y el tercer puesto definitivo) del Mundial de Rusia anticipan que estamos ante la penúltima oportunidad de gloria de estos ‘diablos rojos’. Roberto Martínez sigue a los mandos de un equipo equilibrado y brillante en todas sus líneas. Una columna vertebral que empieza en Courtois y termina en Lukaku (brutal su temporada en Italia, clave para que el Inter le ‘robase’ la Serie A a la Juventus) es garantía de éxito, sobre todo si a su alrededor de sitúan los De Bruyne, Witsel, Meunier, Tielemans, Mertens, etcétera.  

Sin aparente rival

No se le vislumbra rival en el Grupo B. Sus partidos a priori más complejos (Dinamarca y Rusia) son ante conjuntos en aparente declive y con muchas dudas. Los daneses, por ejemplo, no lograron su billete hasta el último suspiro, jugándose la repesca con Irlanda. El rendimiento de Eriksen (Inter) puede ser la diferencia entre una buena Eurocopa o un fiasco: a su alrededor hay un equipo enormemente físico y compacto sin individualidades y con muy poco gol.
Rusia, por su parte, disputa su quinta Eurocopa consecutiva y mantiene el bloque del Mundial en que fue anfitriona (de ingrato recuerdo para España, a quien eliminó en la tanda de penaltis de octavos) y en que estuvo a punto de meterse en semifinales: los penaltis, en esta ocasión, sonrieron a Croacia.  Fue un techo y ahora solo le queda bajar de ahí.