La parrilla del Pinar de Antequera

M.B
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Pinchos de lechazo, de pollo, mazorcas de maíz o pescados a la brasa son solo parte de la oferta de El Cortijo Cocina y Leña

Alejandro Visiers, en la parrilla de El Cortijo Cocina y Leña. - Foto: Jonathan Tajes

Los más antiguos del lugar quizá recuerden El Cortijo, un café-restaurante con una amplia terraza que hacía de pista de baile, que abrió sus puertas en los años 40 del pasado siglo y que hizo las delicias de muchos de los vallisoletanos que buscaban un rato de dispersión cerca del Pinar, ya fuese en verano o en busca de algo de naturaleza. Allí había música, actuaciones en directo e incluso humor, con payasos y ventrílocuos. Pero también había cocina y parrilla, pinchos de lechazo, ensaladas... 

El Cortijo que, dicen las crónicas de la época, cogió su nombre por su decoración al estilo andaluz, es hoy ‘El Cortijo Cocina y Leña’, un local mucho más moderno, acorde a los tiempos actuales, pero que mantiene un pelín la esencia de sus inicios, con la parrilla por bandera. 

«Dentro de nada cumplimos cuatro años, el próximo 13 de junio. Somos cuatro socios a los que nos surgió la posibilidad de coger este local por jubilación; vinimos a verlo y nos decidimos a montar algo en esta zona», señala Alejandro Visiers, más conocido como Jancho, que junto a David Estévez, Fran Suárez y Charly Sotabanco llevan ahora este restaurante ubicado en la calle Acacias del Pinar de Antequera, uno de los pulmones verdes de Valladolid. Los cuatro proceden de la hostelería de toda la vida, con diversidad en sus negocios. 

Así que, a los pinchos de lechazo que ya se daban por entonces, les añadieron los de pollo, los chuletones, los costillares, el chorizo, la morcilla, las salchichas... «Nuestro fuerte es el producto y la brasa», añade Jancho desde un establecimiento que cuenta con dos terrazas, una algo más de interior, tipo patio; y otra exterior, con una capacidad en total que puede superar con creces el centenar de comensales; y con un interior, ahora que ya se puede trabajar desde esta semana en ellos, para otro medio centenar.

Jancho, David, Fran y Charly decidieron dar un paso más en su oferta, que ahora tiene también en los jueves el día del cocido o los viernes el del arroz con bogavante. «Somos los únicos que tenemos mazorcas de maíz a la brasa, algo que funciona bastante bien, y en su día de los primeros en apostar por el pescado también a la brasa», señala. Parte de la familia de Jancho, que, como anécdota, llegó a jugar en el filial del Real Valladolid, además de en otros clubes de la provincia, como el Boecillo o Íscar, es originaria de Irún y en muchas zonas del País Vasco, como Getaria o Zarautz, es normal encontrarse en las cartas ese manjar: «Nos fuimos allí, probamos, vimos y lo trajimos para aquí».

De esta forma, las lubinas son las que más éxito suelen tener, «con bilbaína de hinojo», aunque no hay que desdeñar un rodaballo (como el que se ve en la imagen)... «solemos tener también doradas y hemos tenido San Pedro, Virrey o besugos...». Producto el del mar de La Alondra, como el lechazo de los pinchos de Carnicería Eva en Traspinedo o el del resto de la carne de Hermanos Gómez Castro: «Tenemos un trato de confianza con todos ellos». 

Hasta esta semana abrían de miércoles a domingo solo para las comidas, pero la noticia de este jueves del cambio de horario (con el cierre a las doce de la noche), le hará replantearse ya la opción de hacerlo para las cenas. De hecho, la pandemia y las restricciones les ha hecho ofertar los fines de semana, entre las once de la mañana y la una de la tarde, un almuerzo que consta de dos huevos, beicon y chorizo, todo a la brasa, más consumición por 5,5 euros, bajo el nombre de Iberbrunch. 

El Cortijo, lo que fue un Salón de Baile cuya entrada costaba 3 pesetas (0,018 euros) en sus inicios, es hoy la parrilla, casi en mayúsculas, del Pinar de Antequera.