La educación sin libros gana terreno en Valladolid

M.B
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Centros escolares públicos, concertados y privados van implantando poco a poco en sus aulas metodologías en las que las tabletas o lo intuitivo se imponen a lo tradicional

La Salle fue el centro escolar pionero en la implantación de las tabletas para sus alumnos. - Foto: J.T.

¿Sus hijos siguen yendo al colegio con la mochila cargada de libros o son de los que van con una tableta o un ordenador? ¿En el centro escolar al que acuden han apostado ya por metodologías en las que desaparecen los clásicos libros de texto y aparecen otras opciones, como el contacto con la naturaleza, los temas manuales, la intuición o las interrelaciones? La eliminación de los libros en la educación empieza a ganar terreno y no son pocos ya los colegios o centros escolares, tanto públicos, como concertados y privados que apuestan por ella.

La Salle, Lourdes, El Carmen, El Pilar, el Allúe Morer, el Atenea de Arroyo, San Viator, la Escuela de Primaria Puente Azul, Peñalba, el IES Leopoldo Cano, el Miguel Íscar... el listado va aumentando. Algunos lo aplican en todo el centro... otros a partir de cierto curso. En el imaginario están esas metodologías 'alternativas', tipo Amara Berri, Método Montessori, Waldorf, Comunicación No Violenta, Comunidad de aprendizaje, método Pikler, Institución Libre de Enseñanza o muchos otros. La realidad en casi todos es la eliminación de los libros, al menos en lo que a papel se refiere.

El colegio San Juan Bautista de La Salle fue el primero en dar el paso en Valladolid. Arrancaron en 2014, aunque el proyecto realmente comenzó en 2012. Su actual director, José Miguel Rodríguez, lo recuerda: «Varios profesores empezaron a elaborar un proyecto basado en la metodología digital. Al año siguiente no se vio prudente implantarlo, porque había que formar al profesorado y preparar al propio colegio, con repetidores, una red Wifi y cortafuegos...». Así que fue en 2014 cuando empezaron a eliminar los libros, decidiendo que fuesen los padres los que eligiesen el dispositivo para sus hijos. 

Alumnos del colegio público Antonio Allúe Morer, en una de sus clases.Alumnos del colegio público Antonio Allúe Morer, en una de sus clases.El curso 2014-2015 fue el primero, arrancando con los cursos de la ESOy 1º de Bachillerato... En Segundo se esperó otro año por prudencia. En el curso 2016-17 ya fueron 5º y 6º de Primaria. Hoy en día de sus 920 alumnos, apenas poco más del centenar, de Formación Profesional, mantienen los libros en papel. «En los cursos mayores se 'tira' de editoriales y a través de la plataforma que usamos cada alumno tiene el libro digital, lo que le permite mayores opciones e información, con enlaces de apoyo», añade el director, que deja claro que en el caso de La Salle es clave el uso del cuaderno. De hecho, en sus clases se pueden ver a los escolares con la tableta abierta y el cuaderno al lado, donde toman apuntes y realizan esquemas: «Queremos que el alumnado sea capaz de hacer uso de los contenidos, que sepa buscar, que sea crítico y pueda elaborar sus apuntes y esquemas. La tableta no es el eje y por eso se les pide resúmenes».

El inicio, reconocen, fue complicado porque significó un cambio y hubo padres reaccios, pero poco a poco se ha ido normalizando: «Al principio había que formar y había miedos al control...». De hecho, La Salle sirvió de ejemplo para otros centros y con la irrupción de la pandemia en apenas dos días ya tenían todo listo para el estudio a distancia.

Eso sí, los exámenes aún son en papel.

La Salle, junto al Lourdes y otros 120 colegios de la red La Salle en España y Portugal, además ha implantado este curso otro método, siendo el primero de los dos centros uno de los pilotos, un modelo pedagógico propio, el Nuevo Contexto de Aprendizaje (NCA): «Adiós a los libros de texto convencionales, a los horarios por asignaturas y a las aulas tradicionales. La enseñanza rígidamente compartimentada desaparece y es sustituida por seminarios, talleres y proyectos, en los que el alumnado adquiere conocimientos de manera transversal». Este innovador modelo también apuesta por prescindir de los libros de texto convencionales, y los sustituye por materiales didácticos de elaboración propia, que combina con soportes audiovisuales y otros formatos.

Desplaza el foco de la enseñanza al aprendizaje de forma experiencial con el objetivo de fomentar la motivación y la comprensión, así como la construcción del ser en su integridad. Y como otro elemento diferenciador, incluye un renovado sistema de evaluación que, junto a las habituales notas numéricas que cumplen con los criterios exigidos por cada Administración, añade una valoración de la evolución de las destrezas (científico-matemáticas, tecnológicas, humanísticas, artísticas…), potencialidades y capacidades.

En el colegio público Antonio Allúe Morer llevaban años viendo que los libros no estaban contextualizados, que no acercaban al alumnado la realidad y que no interesaban a los chavales. Eso, unido al gusto por otras actividades y a su idea de contextualizar la educación, les llevó a ir aplicando esa coherencia, eliminando los libros. Hace una década en Infantil, donde reconocen que era más sencillo, y en los últimos años en el resto de cursos. En este, 2021-22, es el primero en el que sus más de 200 alumnos no usan los libros: «Pero nada de tabletas. Ni hablar».

Su directora, Henar Rubio, eso sí, hace un llamamiento a las autoridades, ya que la mayoría de sus alumnos cuentan con la beca Releo, el Programa de gratuidad de libros de texto, que en su caso no sirven para nada teniendo en cuenta su erradicación.

«Ahora estamos en el momento de informar y hablar con los padres, porque muchas veces se asocia el nivel de los alumnos a la cantidad de libros, hojas o cuadernillos. Los libros acotan y nosotros buscamos más la educación manipulativa», señala su directora, que, junto al profesor Rubén García, pone dos ejemplos: «La mejor forma de conocer el otoño es en la calle. Hemos llevado a los alumnos al Campo Grande para enseñarles lo que es hoja perenne y caduca, los tipos de árboles... y cuando hay que hablar de matemáticas, se crean unos cajones y con castañas, hojas y palos se diferencian unidades, centenas...».

El Allúe Morer y La Salle son solo dos ejemplos. En el primero llevan desde 2014 y en el segundo, al completo, desde este curso. Ellos han apostado por eliminar los libros y por una educación, en un caso basada en la tecnología, y en el otro, en lo manual. Pero hay muchos más... y cada curso se unen otros centros.