Salud mental para controlar la diabetes

D. V.
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Teodoro Pedriza y Amaya Morales son dos de las personas que han tenido que luchar estos meses contra la descompensación en los niveles de glucosa que provocan los episodios de estrés y angustia

Teodoro Pedriza padece diabetes desde hace 35 años y Amaya Morales es madre de un niño que sufre esta enfermedad. - Foto: Jonathan Tajes

Teodoro Pedriza lleva 35 años, la mitad de su vida, con un exhaustivo control de la alimentación. Le va la vida en ello, como les sucede a todas las personas con diabetes. También sigue haciendo ejercicio regularmente, otro de los pilares sobre los que se asienta la salud de estos pacientes. Antes salía a correr, pero el cardiólogo se le desaconsejó por su delicado estado de salud. Lejos de caer en los brazos del sedentarismo, Teodoro se hizo con una bicicleta estática y todos los días la utiliza durante una hora, con el visto bueno de sus médicos. Así también cumple con el segundo ‘mandamiento’ de las personas con diabetes. El tercero es ser estricto con la medicación. Y con eso también ha sido muy disciplinado.

Pero hay algunos factores que las personas con diabetes no pueden controlar tan fácilmente. Su estado emocional influye directamente en la enfermedad. Por ejemplo, un elevado nivel de estrés puede provocar una descompensación en los niveles de glucosa en sangre y, por lo tanto, exige un reajuste en la insulina administrada.

Eso también lo sabe muy bien Teodoro, quien, como todo el mundo, ha sufrido la angustia del confinamiento, que ha sido especialmente complejo para las personas mayores. Pero eso queda en un segundo plano si se tiene en cuenta que durante estos meses la vida le ha dado uno de los golpes más duros: ver fallecer a su esposa. Y frente a eso no hay alimentación, actividad deportiva o medicamentos que valgan. «Esto me ha causado unos desajustes emocionales muy grandes, y, como consecuencia, unas diferencias glucémicas exageradas», señala. Un descontrol que ha tratado de mitigar a base de antidepresivos como la Mirtazapina.

Aunque el caso de Teodoro es extremo, es habitual que los enfermos de diabetes se enfrenten a etapas de angustia y estrés que complican en control de su enfermedad. Por ese motivo, el Colegio de Psicología de Castilla y León (Copcyl) ha firmado un acuerdo con la Federación de Asociaciones de Diabetes de Castilla y León (Fadcyl) para ayudar a estas personas a gestionar mejor estas situaciones. Un convenio que se materializará con la realización de cursos y talleres que doten a estos pacientes de las herramientas psicológicas que necesitan. «El estrés, la ansiedad y la angustia provocan una subida de adrenalina, y nuestro organismo entiende que necesitamos más energía y libera glucosa en sangre, un aumento que los pacientes con diabetes tienen problemas para regular», explica el presidente de Fadcyl, Javier García. Por su parte, Carlos Malillos, psicólogo del Comité de Diabetes del Copcyl, incide en que «un buen equilibrio emocional es determinante para regular la enfermedad».

Y lo es desde el primer momento, cuando se produce el diagnóstico. Es lo que se conoce en términos médicos como el ‘debut diabético’, que suele producir un gran impacto en el paciente. Por eso desde el Copcyl destacan la importancia de la participación de estos profesionales como parte fundamental del tratamiento de la diabetes. «Es una reivindicación bastante antigua, porque hay etapas emocionales muy importantes, cuya mala gestión puede hacer que la persona conciba la enfermedad como una condena», asevera Malillos. Según él, es básico entender que «lo importante es vivir con la diabetes, no vivir para la diabetes». Y para ello es necesario, según él, que un psicólogo dé unas pautas para mejorar la gestión.

Los familiares. Estos consejos no solo son buenos para los pacientes, también pueden servir a los familiares que tienen a su cargo enfermos de diabetes y que en muchos casos suelen sufrir el conocido como ‘síndrome del familiar quemado’. Malillos explica que la indisciplina de algunos adolescentes para seguir el tratamiento puede provocar esa sensación en sus padres. «Una profesional de enfermería de Salamanca llegó a contarme que había recibido algún adolescente que decía que ‘pasaba’ de ponerse insulina», señala.

Y aunque los jóvenes no tengan esta actitud, esta enfermedad siempre es muy exigente con los padres de los niños que la padecen. Un ejemplo es Amaya Morales, madre de uno de diez años. Durante estos meses la posibilidad de hacer deporte al aire libre se ha visto limitada. «Cuando esto pasa, se eleva la glucosa en sangre y hay que ajustar las dosis de insulina», explica. Su hijo, apasionado del fútbol, no ha podido practicarlo tanto como le gustaría. «Por eso nos las hemos tenido que ingeniar en casa para hacer el deporte que no se podía hacer en la calle y controlar los niveles de glucosa», sostiene. A eso hay que añadir el estrés de perder el contacto con sus amigos.

La presión de manejar esta situación extraordinaria también pesa sobre los progenitores. «La diabetes es una enfermedad que necesita atención las 24 horas de los 365 días del año, y los cuidadores tomamos, como mínimo, 30 decisiones al día sobre insulina, alimentación y ejercicio físico, y a veces acertamos, pero otras nos equivocamos, y eso genera mucho desgaste», explica. Un ejemplo de que las herramientas facilitadas por el Copcyl también son más que necesarias para los familiares.