Mi padre suele decir esta frase: somos un restaurante de Tercera con servicio de Primera». El que habla así es Gonzalo García. Lo hace desde la barra del restaurante ‘Las 3 Bellotas’, uno de los clásicos de la zona de la plaza Circular. Precisamente su ubicación explica esa frase que sigue repitiendo hoy en día Felipe, padre de Gonzalo y uno de los responsables de que este establecimiento hostelero vaya camino de las dos décadas ya abierto: «El estar situado en un barrio no impide servir calidad, ni en los platos ni en los pinchos».
Las 3 Bellotas abrió sus puertas en 2004 de la mano de Felipe y de sus tres hijos, Juan, Rafa y Gonzalo. Precisamente de ese número viene el nombre del local. El propio Felipe venía de la hostelería y por eso se decidió, junto a ellos, por un nuevo restaurante. Era su cuarto negocio desde sus inicios en este mundo de la mano del ocio nocturno con El Memorial, en la calle del León; pasando luego por el Perú y la Casa Alejo, donde ya entró en el tema de la restauración. Juan y Felipe estaban en esos inicios en la cocina, y Rafa y Gonzalo, ahora al frente del negocio tras la jubilación de su padre, en la barra.
«Queríamos hacer algo familiar. Y así estuvimos los cuatro», recuerda Gonzalo, relatando que en esos comienzos apostaron por las raciones, pero el estar en una calle con poco tránsito, Industrias, y la propia fisionomía del barrio les hizo cambiar la apuesta a los dos años de su apertura: «Decidimos tirar por los pinchos... a 1 euro». Y esa ha sido una de las claves de su éxito. Porque Las 3 Bellotas no es un local solo de la Circular sino de todo Valladolid: «Eincluso del extranjero. Los jueves de Erasmus eran increíbles».
De hecho, reconocen que el 80 por ciento del negocio sigue estando en esa atractiva oferta de los pinchos a un euro. Empezaron con 7-8 hasta superar ya la treintena: «Vamos variando en función de la época del año, con guisos en invierno y más de tipo ensalada en verano».
Los montaditos de solomillo, calamares o panceta son los más clásicos, así como el de jamón ibérico, recién cortado:«Gustan mucho por la calidad del pan y del producto, además del precio, claro. Una de las claves es calentar el pan». Saben que con los pinchos y las tapas a ese precio el margen de beneficio no existe, pero la apuesta es por la rotación y por las bebidas que acompañan a esos bocados. Pero Las 3 Bellotas no es solo esa barra, para unos 25 comensales antes de restricciones, y esos económicos pinchos. Dentro cuentan con un comedor para otros 25 comensales donde apostaron por un menú del día, tipo degustación, algo que apenas se estila en Valladolid. «Ofertamos tres entrantes o aperitivos, un pescado y una carne, más pan y bebida por 15 euros entre semana y 22 los fines de semana, en los que se aumenta la calidad de algunos de los platos», señalan ahondando en que la clave de su éxito está «en la cocina, donde trabajan dos personas más un apoyo los fines de semana, y el servicio».
La pandemia les obligó a estar cerrados casi diez meses desde el pasado marzo de 2020, ya que solo cuentan con interior y no tienen terraza. Ahora han vuelto a abrir, de diez de la mañana a cuatro de la tarde, y de ocho a doce, hace un par de semanas y esperan seguir así ya sin mayores limitaciones que esa reducción del aforo en interiores.
Con una carta, aparte de la de pinchos, que está a la vista, y del menú diario, más o menos fija, los postres son otro de sus puntos fuertes: «Todos caseros».
Y como apunte, y nunca mejor dicho, está precisamente la forma de pedir esos pinchos. «Desde hace ya tiempo damos un lápiz y un pósit a los clientes para que escriban lo que van a pedir y luego pegamos ese pósit en el cristal de la cocina», recoge Gonzalo, mientras señala a la amplia cocina a la vista desde la que José Luis ya está empezando a preparar alguno de los montaditos que están pidiendo. A 1 euro... por si hay dudas.