Cuando el coronavirus frustra la maternidad

Óscar Fraile
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Una de cada cinco mujeres teme que el parón de los tratamientos de reproducción asistida le impida concebir. Clínico y Río Hortega suspendieron la fecundación 'in vitro' a mediados de marzo, aunque van retomando la actividad de forma progresiva

La paralización de los procesos de reproducción asistida ha comprometido la maternidad de algunas mujeres. - Foto: EFE

Para las mujeres de más de 35 años que están inmersas en un proceso de reproducción asistida el tiempo es oro. Por eso la paralización de estos tratamientos ha sido un jarro de agua fría para muchas de ellas. Tanto, que según una encuesta de la Asociación Nacional de Pacientes de Infertilidad (Red Infértiles), el 17 por ciento teme que este contratiempo frustre sus esperanzas de concebir. El Hospital Clínico Universitario y el Río Hortega dejaron de iniciar nuevos tratamientos a mediados de marzo, aunque continuaron con los ciclos de fecundación in vitro iniciados antes de la pandemia. Además, los dos centros hospitalarios elaboraron un documento para informar a las pacientes sobre los peligros asociados a la actual situación y la valoración del riesgo/beneficio, en consonancia con las recomendaciones de la Sociedad Española de Fertilidad. Fuentes de la Consejería de Sanidad confirman que «se ha pospuesto toda la actividad programada que podía ser diferida y se han realizado consultas telefónicas en los casos posibles».

La presidenta de Red Infértiles, Helena Fernández, alerta de que muchas mujeres se encuentran «en el tiempo de descuento». Según ella, «esperar uno o dos meses en algunos casos, como los de las mujeres con baja respuesta ovárica o una edad muy avanzada, puede suponer la pérdida de una guerra en la que llevan mucho tiempo batallando».

Sanidad ha intentado seguir con la actividad que podía, teniendo en cuenta las limitaciones de la pandemia. Por ejemplo, se pudo prolongar el programa de preservación de fertilidad en varones por causa oncológica. «El caso de mujeres es más complejo porque se precisan ciclos de estimulación ovárica con múltiples consultas y una intervención programada», señalan desde la Consejería, de modo que se decidió hacer una valoración individual de cada caso.

Los dos centros hospitalarios ya han comenzado su particular desescalada. Por ejemplo, el Río Hortega recuperó la actividad presencial a mediados de mayo para atender a pacientes nuevas, pero solo las de Valladolid. Las de Ávila, Segovia, Soria y Salamanca, que también tienen como centro de referencia esta hospital, tendrán que esperar a la fase 3, aunque hasta ahora se las atiende por teléfono. También ha comenzado la atención con técnicas que no conllevan ingreso hospitalario, como ciclos de inseminación artificial y transferencia de preembriones criopreservados. «Las mujeres o parejas que presenten clínica sospechosa de infección, confirmación de la enfermedad por algún test o contacto directo con una persona positiva, no iniciarán ningún tratamiento hasta que hayan pasado al menos cuatro semanas desde la desaparición completa de los síntomas y el hospital les haga una prueba confirmatoria», añaden las mismas fuentes. 

Con ingreso. Por otro lado, las técnicas que sí precisan ingreso en el hospital de día quirúrgico, como el inicio de las estimulaciones para la fecundación in vitro y las punciones foliculares, se han retomado hace unos días, y siempre que la mujer haya dado negativo en la prueba de la covid-19.

«Las pacientes con patologías concomitantes como diabetes, cardiopatía, HTA, enfermedad renal crónica, etcétera, no iniciarán tratamientos de reproducción hasta que las autoridades sanitarias decreten la vuelta a la normalidad», dicen desde Sanidad.

En lo que se refiere al Clínico, ya se han recuperado las consultas que fueron anuladas y no hay nadie en lista de espera. Respecto a los tratamiento, se han recuperado todas las criotransferencias embrionarias canceladas y desde esta semana se han retomado los tratamientos de fecundación in vitro, inyección intracitoplasmática  e inseminación artificial conyugal con las nuevas medidas de protección recomendadas por las sociedades científicas. 

Para recortar los plazos, hay mujeres que tenían previsto acudir a clínicas privadas, pero desde Red Infértiles inciden en que esta posibilidad se ha esfumado por los problemas económicos que ha generado el coronavirus.

«El tiempo corre en mi contra, tengo 30 años pero mis ovarios tienen más de 40»

La vallisoletana María Pérez (nombre ficticio) tuvo un hijo a los 18 y siete años después, a los 25, intentó donar óvulos. Pero no pudo y, además, se llevó una de las sorpresas de su vida. «El médico me dijo que tenía reserva ovárica disminuida y que me conformara con tener óvulos para mí», recuerda. Además, posteriormente también se enteró de que sus trompas de Falopio se habían obstruido, de modo que las posibilidades de volver a ser madre se reducían considerablemente. Con el tiempo, y con la llegada de una nueva pareja, quiso tener otro hijo, pero comprobó que las dificultades que le habían anticipado eran ciertas. De este modo, no tuvo más remedio que apuntarse a la lista de espera para someterse a un tratamiento de fertilidad en el Río Hortega que comenzó en el año 2017. Cuando le llegó el turno de la extracción de óvulos, tras las sesiones de estimulación, los médicos solo pudieron conseguir cuatro, cuando lo habitual es entre diez y quince. Una vez fecundado el óvulo, se hizo la transferencia dos días después, y uno de los otros tres se congeló. Desgraciadamente, María no tuvo éxito y perdió al bebé, de modo que ahora depende de ese óvulo congelado para volverlo a intentar.

A esta vallisoletana la pandemia, y la consiguiente paralización del proceso, le ha pillado en un momento crítico. Está esperando una segunda transferencia y sabe que no tendrá más oportunidades. De hecho, si no lo consigue en esta ocasión, tirará la toalla. «El tiempo corre en mi contra porque tengo 30 años, pero es como si mis ovarios tuvieran más de 40», señala. Según ella, apuntarse otra vez en la lista de espera supondría esperar, al menos, un año. «Y si no lo he conseguido ahora, mucho menos dentro de un año... la suerte está echada», asegura.