Un gallego muy gallego

M.B
-

Rafa Dasilva jugó en el Balonmano Valladolid de 1999 a 2001 en su única experiencia lejos de casa en 21 años como jugador: «Podía haber renovado pero tenía ganas de volver». Hoy trabaja para una empresa mejillonera familiar

Un gallego muy gallego

De Rafa Dasilva se han dicho muchas cosas. Hasta que era un jugador que no vendía, por aquello de que jugaba con gafas y no era el prototipo de fino estilista. Pero este gallego, muy gallego, anotó más de 1.500 goles en la Asobal y fue uno de los jugadores más carismáticos que han pisado las pistas de balonmano, casi siempre de su Galicia. Con una pequeña excepción, los dos años que estuvo, entre 1999 y 2001 en Valladolid, bajo la batuta de Juan Carlos Pastor, llegando a jugar tres finales, la City ante el Grosswallstadt alemán del mítico Jackson Richardson; y la Copa del Rey y la Supercopa de España, ambas ante el Barcelona.

Rafael Dasilva nació en Vigo el 3 de abril de 1974. Iba para jugador de baloncesto -alero-, cuando a su padre le trasladaron por trabajo a Pontevedra. Tenía 12 años y en su nuevo colegio no había basket. «Un día me invitaron a jugar un partido de balonmano. Creo que metí 9 goles y el entrenador del equipo rival, que estaba en las categorías inferiores del Teucro, me invitó a probar, fue insistiendo e insistiendo hasta que un año más tarde, aunque yo al principio no quería, logró que entrase en el club», recuerda de sus inicios.

Era cadete y ya como juvenil debutó en el primer equipo del Teucro en 1992. Jugó allí varios años más otros tantos en el Cangas. Hasta que en 1999 apareció Valladolid: «Me llamó Pastor y me convenció». La anterior temporada había tenido unos problemas en la mano, pasó las pruebas médicas y se vino para Huerta del Rey: «Viví unas experiencias que no tuve opciones en Galicia, como esas finales. Acerté de lleno».

Un gallego muy gallegoUn gallego muy gallegoAquí coincidió con Paco López, Chema Rodríguez, Iker Romero y otros muchos: «De Valladolid tengo muy buenos recuerdos. Aprendió a jugar al balonmano, a un balonmano diferente. Luego éramos muchos jóvenes y fuimos una piña. A nivel deportivo jugamos esas tres finales, aunque no ganamos ni una». Perdieron a doble partido ante el Grosswallstadt esa Copa City (30-23 en Alemania y 32-27 en Valladolid); la de la Copa del Rey ante el Barça en Zaragoza (34-28) y la de la Supercopa ante el mismo Barcelona en Ibiza (34-32).

«Jugábamos Belaustegui, Paco López y yo en el puesto de lateral derecho», añade dejando claro lo caro que era jugar. Porque Dasilva, al ser zurdo, siempre ha jugado en la misma posición.

En 2001 decidió volver a casa: «Pastor me ofreció renovar pero echaba de menos Galicia y aunque tuve esa oferta lo tenía claro». Y el de Vigo regresó a su tierra, donde reforzó de nuevo al Teucro para acabar su carrera deportiva en la elite en el Academia Octavio en 2013. Atrás dejaba una carrera plagada de goles (llegó a ser el máximo anotador de la Asobal en la campaña 2001-02 con el Teucro con 201 goles).

Aunque realmente estuvo dos años más jugando al balonmano, en el Cisne en Primera y ayudando al mismo club unos partidos en Plata: «Me llamaron para echar una mano».

Pero desde que dejó el balonmano, y aunque ha llegado a entrenar a un equipo de categorías inferiores en Poio (Pontevedra), trabaja en el sector del mejillón en una empresa familiar, Sanmartín Ruano e Hijos: «Salimos con un barco, extraemos los mejillones en las bateas, los vendemos... todo en la ría de Pontevedra». Reconoce que si alguien le llama para ver un partido de balonmano, acude, pero que prefiere pasar los fines de semana con su mujer y sus dos hijas, Nuria y Mata.

Jaime y Gustavo, sus dos pilares en sus años en Valladolid

Rafa Dasilva nunca ocultó que le costó adaptarse a Valladolid: «Venía de tener la playa enfrente de casa. Los primeros meses fueron muy complicados». Pero para hacerle un poco más llevadera la estancia tuvo el apoyo de dos primos de su mujer, Jaime y Gustavo de la Calle: «Me ayudaron, me venían a buscar para que mi adaptación fuese mejor».