Mujeres y policías

Alfonso G. Mozo
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La Policía celebra el 40 aniversario de su apertura a las mujeres, aunque la primera de Valladolid, Esperanza Fraile, llegó en mayo de 1983. Hoy, cuando rozan el centenar y representan el 13% de la plantilla, asegura que se sienten «un policía más»

40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional - Foto: J.T.

Al principio las cosas fueron muy mal. Ibas con los inspectores por la calle y la gente no asociaba que la mujer era también policía. En los registros te tenías que encargar de los niños y las mujeres...». La inspectora jefe Dolores Pérez, hoy jefa de la Brigada Provincial de Extranjeros y Fronteras de Valladolid, fue una de las pioneras en el Cuerpo. Hija de policía, dio el paso «sin dudarlo» en 1980, integrándose en la que sería la segunda promoción de inspectoras: «Éramos 60 mujeres de los cerca de 800 inspectores que salimos aquel año al Cuerpo Superior de Policía, que éramos los que íbamos de paisano», recuerda. El 1 de diciembre de 1982 recibió su primer destino en el Grupo de Homicidios de la primitiva Brigada de Investigación Criminal (hoy Policía Judicial) de Barcelona, donde pasó los siguientes 16 años como inspectora de «lo que todavía se conocía como la ‘Secreta’, antes de que se unificasen los dos cuerpos a finales de 1986».

«No ha habido baches gordos, pero sí he tenido que dar algún saltito para continuar mi carrera», ironiza esta ilerdense de 59 años. «También hubo compañeros y jefes que me ayudaron muchísimo», contrapone. Y confiesa también que en su casa todos apoyaron su decisión, pese a que su padre «sufrió» con la crudeza de aquel primer destino en Homicidios. «A él le impactó mucho, porque trabajábamos homicidios, extorsiones, secuestros, atracos... la verdad es que estábamos muy ‘pringaos’, como se decía, porque tenías que hacer mañana, tarde y noche, sin las compensaciones ni las libranzas que hay ahora... hasta el punto de que te ibas a casa a las tres de la mañana y el jefe te decía: ‘Mañana ven un poquito más tarde... a las nueve y cinco’», explica. «Pero yo tengo un recuerdo muy bonito de los inicios. Había mucho compañerismo y lo pasamos bien», apostilla.

DESDE MAYO DE 1983

Dolores Pérez fue una de las pioneras en la «difícil Barcelona preolímpica, la de la heroína y la de los atracos con recortada», si bien no llegó a Valladolid hasta 2002. La primera mujer policía que se incorporó a la Comisaría Provincial fue la inspectora Esperanza Fraile Arroyo, el 14 de Mayo de 1983, si bien es en este verano de 2019 cuando el Cuerpo conmemora el 40 aniversario de la llegada de la mujer a la Policía. Tras Fraile fueron irrumpiendo otras como la inspectora jefe Dolores Pérez y la oficial Pilar Zamora (2002), la inspectora Clara del Rey (2005), la policía Ana María Alonso (2008) y la subinspectora Elena López (2013). En la actualidad, la mujer representa al 13% de la plantilla del Cuerpo Nacional de Policía en Valladolid, en concreto, 92 de 707, de las que cuatro son inspectoras jefe y trece, inspectoras; hay seis subinspectoras, catorce oficiales y 55 policías.

40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional - Foto: J.T.Desde ahí abajo empezó (en 1994) la hoy inspectora y delegada de Participación Ciudadana del CNP en Valladolid, Clara del Rey, quien ingresó en la Escala Básica tras estudiar Derecho y animada por su marido, también policía. A los cinco años ya ejercía de inspectora y hoy «no lo cambiaría por nada». Como tantos policías de aquellos años, debutó en Barcelona, en el Registro Central de Detenidos, donde las mujeres debían encargarse de unos cacheos a las arrestadas que, hasta su incorporación al Cuerpo, eran asumidos por las «mujeres administrativas que había»: «Me llamaban ‘niña’ y me molestaba, pero después ya me explicaron que ellos lo hacían para que los detenidos no se quedasen con mi nombre», rememora. «Dentro de la Academia sí había algo de machismo», dice, igual que en el que fue su primer destino en Madrid como inspectora, a donde llegó como adjunta a la jefatura de una comisaría de distrito: «Mi jefe era bastante machista y él decía cómo tenían que hacerse las cosas sin pedirte opinión, pero, bueno, esto es jerarquizado, y no había mayor problema... pero, claro, yo tenía unas cuarenta y tantas personas al cargo y, sí, les dabas las órdenes y... bueno, sobre todo, con uno sí tuve problemas, ya que era veterano y decía que yo no sabía nada, aunque creo que le hubiese pasado igual a un hombre». «A veces lo que había era mucho paternalismo, los hombres nos querían proteger», apostilla la inspectora Del Rey, quien señala que «ahora todo eso ha cambiado»: «Hoy somos uno más». «De lo único que me arrepiento un poco es de haberme venido a Valladolid, porque es más difícil ascender sin cambiar de destino, pero esto no es problema de ser mujer ni hombre, es el sistema y, a veces, teniendo hijos pues no ves tan factible el andar de acá para allá».

ASCENSOS

Igual opina Ana María Alonso, también esposa de policía, y quien lamenta los problemas que genera el actual sistema para poder conciliar la vida familiar con los ascensos: «Tenemos hijos y el ascender nos conlleva un cambio de destino y en nuestro caso hemos dado prioridad a la familia».

Por lo demás, esta agente nada tiene que objetar a una profesión con la que soñaba desde pequeñita: «En el colegio en el que estudiaba, en el Amorós, en Carabanchel, vinieron y nos hicieron una exhibición y fue impresionante, y recuerdo que a todos nos dieron un carné de ‘ayudante de Policía’. Y yo siempre he querido ser de los buenos, y ayudar. Y aunque me costó bastante sacar la oposición, al final lo conseguí». Afirma Alonso que lo suyo fue tan vocacional que sus padres se llevaron un «susto» cuando les dijo que iba a continuar los pasos de su hermano, el primer policía de la familia.

40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional - Foto: J.T.Recuerda especial cariño su etapa de prácticas en Estepona: «Soltera, sin hijos y, encima, en la Científica. Estaba allí por la mañana y por la tarde. Y me llevaron a todo, a homicidios, a incendios... Luego caí en San Blas, en Madrid, y me vi en un tiroteo y en un incendio del que tuve que sacar a una niña de catorce años». Asegura que lleva la «tenacidad» por bandera y que tiene fama, en su actual unidad (la UFAM se encarga de los casos de agresiones a mujeres), de lo extensas que son siempre sus denuncias: «No me gusta que las víctimas de violencia de género sufran una doble victimización, por eso intento que las denuncias sean muy detalladas para que el caso llegue al juez lo mejor posible, para allanarlas el camino, porque ya han pasado demasiado y ellas se tienen que plantar ante un extraño a contar sus intimidades». Eso sí, admite que no todo es perfecto en el sistema porque dice que «hay mujeres maltratadas, que las hay; hay mujeres que mueren a manos de hombre, que no debería pasar nunca; y hay muchas denuncias...», comenta irónicamente, en referencia a las denuncias falsas.

MUJER Y ANTIDISTURBIOS

Elena López Aller es otro ejemplo de policía vocacional y que llegó al Cuerpo inspirada en su padre, miembro de las primitivas compañías de Reserva, el germen de los antidisturbios. «Entonces (entró en el 92) éramos poquitas las mujeres en la UIP, dos en un grupo de cincuenta, pero fue todo bien, nunca noté nada. Era joven, viajabas mucho, me lo pasé bien, la verdad. Es una etapa que recuerdo con cariño, a pesar de que ves cosas malas y duras», admite. Su ascenso a subinspectora y un inoportuno accidente de tráfico dos días antes del examen le llevaron a cambiar su reingreso en la UIP por los Guías Caninos, donde lleva los últimos seis años: «Se coge cariño a los animales, es complicado».

Un año antes que López Aller, llegó Pilar Zanca al Cuerpo, hoy oficial de Policía . «Yo sí fui de la generación Olimpiadas - Expo de Sevilla y ahí hicimos aquellas prácticas, que acabaron en Vigo, que fue ya el remate porque era una ciudad con mucho atraco, tiroteos...». «Mi padre era guardia civil y yo quería serlo, y en la primera oposición que hubo me presenté, pero no logré una de aquellas 50 plazas para mujeres. Entonces abrí mi campo a la Policía», recuerda. Su primer destino fue Barcelona, la comisaría de Cornellá, donde no había más mujeres que las tres que llegaron de su promoción, aunque asegura que no hubo problemas, «más allá del paternalismo»: «Te cuidaban mucho, intentaban que no estuvieras en el primer lugar, pero a mí no me gustaba estar detrás... no he tenido ni un problema por ser mujer».

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40 aniversario del ingreso de la mujer en la Policia Nacional - Foto: J.T.
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Llegó a la «tranquila» Valladolid en 2002, cuando solo eran 22 y hasta hacían comidas de mujeres. «Es una ciudad distinta, no es que nos aburramos, pero lo comparas con Madrid o Barcelona y no tiene nada que ver, claro», recuerda Dolores Pérez, quien fue jefa del Servicio de Atención a la Mujer (SAM) de Barcelona y que llegó a ser objetivo de ETA, porque «salía mucho en televisión». «La época del terrorismo fue dura, de mirar bajo el coche y eso al llegar a Valladolid casi se olvidaba», añade la oficial Zanca, quien destaca el «compañerismo» que impera siempre en la Policía. «Este es un trabajo genial, porque hay multitud de campos y de especialidades para cada perfil y puedes cambiar con el paso del tiempo», enfatiza la agente Alonso. «Somos una organización muy grande y muy preparada y la sociedad quiere mucho a la Policía», concluye Pérez.