Mariscos y pescados en un barrio al alza

M.B
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Fernando Arias nos abre las puertas de los fogones del Villa del Prado Café Bar, un local con un buen número de referencias en productos poco habituales en tierras castellanas

Juan Carlos Abril, en la cocina del Villa del Prado Café Bar. - Foto: Jonathan Tajes

Si uno entra en el barrio de Villa del Prado por la avenida de Salamanca y la calle Monasterio de Santo Domingo de Silos uno de los establecimientos que antes se encuentra hace esquina y lo regenta Fernando Arias desde diciembre de 2014. De hecho, el suyo fue uno de los primeros que abrió en esa zona de este cercano barrio al centro apostando, además, por un producto poco habitual por tierras castellanas, el marisco y el pescado. Bajo el nombre de Villa del Prado Café Bar, este local de restauración abrió sus puertas hace siete años y se ha consolidado como una de las referencias gastronómicas de la capital.

«Tenía otro negocio de hostelería pero me gustaba esta zona, por su crecimiento e influencia, y me decidí por venirme para aquí», señala Fernando Arias, vallisoletano con casi 30 años de experiencia en el sector desde que empezase hace ya tiempo en Aldeamayor.

Él mismo sonríe cuando se le pregunta el porqué del nombre: «Nos volvimos locos pensando en uno y nos dimos cuenta de que lo más sencillo era ponerle como el barrio».

Así que el Villa del Prado Café Bar, o el Villa del Prado como le conoce todo el mundo, arrancó con una idea inicial de ofertar más tipo raciones o tapas, platos para compartir, y se ha ido adaptando a las necesidades y a la demanda de su clientela: «Aquí nos basamos en la calidad, en el marisco y el pescado, pero de calidad. ¿El porqué? El marisco le gusta a todo el mundo y si encima es de calidad...».

Así que poco a poco pasó de tener unas pocas referencias, de ser un café bar, a ir aumentando la oferta, siendo hoy en día uno de los restaurantes de la ciudad que mayor variedad de marisco tiene en su carta. «Ahora abarcamos todo el día, desde los desayunos, el vermú, las comidas, el tentempié de la tarde y las cenas», añade Arias sobre un local que sube la persiana a las ocho de la mañana y la baja alrededor de las doce o la una de la mañana: «No muy tarde»; estando abiertos todos los días de la semana salvo los domingos por la tarde (por descanso).

«Nuestra gastronomía es tradicional y muy sencilla. De la mano de nuestro jefe de cocina, Juan Carlos Abril, no buscamos cosas modernas sino sencillez en los platos», apostilla Fernando sobre lo que se encontrarán sus clientes en la mesa del Villa del Prado: «Lo nuestro no es dar muchas comidas, en cantidad, sino basarnos en un buen servicio y atención». Para ello cuenta con un local para unos 60 comensales en el interior y para alrededor de 50 en una amplia terraza en el exterior.

Cuenta con una carta más o menos fija, con la que se funciona muy bien con entrantes y esos segundos, con el marisco, los pescados o los arroces por bandera. Además tiene dos menús del día para las comidas. Uno semanal, de lunes a jueves, por 17 euros, con dos primeros y dos segundos a elegir, más postre, bebida y café; y otro por 25, de viernes a domingos, con un entrante, arroz con bogavante y carne o pescado a elegir, más postre, bebida y café. Precisamente ese arroz con bogavante es una de sus presentaciones estrella: «Lo más importante es el fumet».

A pesar de su situación y de pensar que sus clientes podrían ser solo del barrio, el 90 por ciento de la gente que acude a comer o cenar a su establecimiento es de fuera. «No vienen solo por un plato en concreto sino por el servicio, la calidad y la preparación de la comida», tiene claro Fernando, que se apoya en Pescaderías La Alondra como proveedor, para obtener sus nécoras, cigalas, berberechos, almejas, bígaros, camarones, gambas... o hasta siete pescados diferentes, desde virrey a besugo o dorada: «De lo mejor, lo mejor».

Además de ese marisco, de esos pescados, de sus arroces, también se ha abierto un hueco en el circuito de los cocidos, que arranca con la llegada del frío.

El Villa del Prado, que comenzó siendo un café bar hace ya siete años, es hoy un restaurante especializado en el mar, en la buena mesa, en los sabores tradicionales y en la sencillez en sus presentaciones.