El programa Incorpora logra que 577 personas tengan trabajo

M.Rodríguez
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187 empresas y 4 entidades sociales colaboran en la integración laboral, 161 beneficiarios tenían alguna discapacidad y 416 estaban en riesgo de exclusión. Marian, un exrecluso de Valladolid, relata cómo ha aprovechado esta segunda oportunidad

El programa Incorpora logra que 577 personas tengan trabajo - Foto: Jonathan Tajes

Más de medio millar de personas en exclusión social consiguieron el año pasado un puesto de trabajo en Valladolid gracias al programa Incorpora de ‘La Caixa’. Este proyecto de integración laboral, que ha superado su decimocuarta edición, ofrece a las empresas un servicio gratuito de asesoramiento y acompañamiento para que faciliten la integración laboral de personas en situación de vulnerabilidad, con discapacidad, jóvenes en riesgo de exclusión, víctimas de violencia de género, desempleados de larga duración y exreclusos, entre otros. 

La eficacia de la reinserción social y laboral se visualiza especialmente en los exreclusos. «Es complicado para ellos incorporarse al mercado laboral por el estigma o el lastre de haber pasado por presión», explica Fernando Macho, técnico del programa. Macho detalla que muchas veces las empresas no los seleccionan por su aspecto, pero apunta que este colectivo tiene una doble motivación para conseguir un puesto de trabajo: salir de prisión y rehacer su vida. «Suelen aceptar trabajos que otras personas, en otras condiciones, no aceptan», detalla. 

Su trabajo consiste en realizar itenerarios personalizados para cada uno de estos reclusos, que en su mayoría son hombres (este año solo han participado dos mujeres), que están en segundo o tercer grado. Es el equipo técnico de la presión el que selecciona los perfiles aptos y él realiza una entrevista y valora su itinerario. «Se les prepara de cara a la inserción, y esto muchas veces empieza por un curso de formación porque la mayoría casi no tiene», concreta. Cada beneficiario suele estar una media de seis meses en el programa, aunque a veces se extiende más. «Muchos no tienen apoyo familiar e intentan mantener los vínculos». 

Los exreclusos que han encontrado empleo en 2019 lo hicieron sobre todo en la hostelería, la construcción o como mozos de almacén. «El emprendimiento no es lo habitual, aunque este año sí que se ha lanzado uno de ellos para trabajar como montador de pladur», apunta el técnico. En ediciones anteriores también hay casos puntuales de emprendedores que decidieron montar un taller mecánico o un negocio de bolsos. «Es muy complejo este camino para ellos porque a todos los condicionantes que ya tienen se suma la falta de recursos».

Las empresas que colaboran con este programa no suelen interesarse por los detalles personales de los beneficiarios. «Se fían de nosotros porque se ajustan al perfil que necesitan y suelen ser muy cumplidores. No dan problemas», concreta. Macho. Destaca que esto hace que mucha gente se haya reinventado después de su condena pero reconoce que unos pocos han recaído, sobre todo por problemas de adiciones. En este sentido, destaca que es muy importante la «financiación» de este programa, pero también que los centros penitenciarios «colaboren», algo que reiteras se hace tanto en las prisiones de Palencia y Valladolid, al igual que en el CIS. «Son muy vulnerables. Necesitan una oportunidad y el trabajo es para ellos la forma de que puedan volver a tener una cierta normalidad», concluye.

Colaboración.

Un balance positivo, con 577 inserciones realizadas (298 mujeres y 279, hombres), que ha sido posible gracias a la implicación de 187 empresas locales y cuatro entidades sociales (Feafes El Puente, Procomar Acoge, Fundación Rondilla y Cocemfe). Las entidades sociales son los colaboradores activos y puentes para que estas personas hayan podido tener una segunda oportunidad, una opción que no es posible si las empresas no les abren sus puertas. Eso convierte a este proyecto en el «programa de la oportunidades» porque entre los beneficiarios hay 161 con alguna discapacidad y 416 en riesgo o situación de exclusión.

Este proyecto de responsabilidad social también se centra en que cada uno de sus beneficiarios se implique en salir de la situación compleja en la que se encuentra gracias a la posibilidad de conseguir un nuevo empleo. «Se tienden puentes entre las empresas y las entidades sociales que se dedican a la integración laboral con el fin de crear un clima de entendimiento y colaboración entre ambas partes que redunde en oportunidades para quienes más lo necesitan», destacan los responsables del programa.

 

Marian Bica

Beneficiario

«Hay mucha gente que puede aprovechar una segunda oportunidad» 

Este joven rumano es uno de los beneficiarios del programa Incorpora. Él tuvo un «error» y pasó un tiempo en la cárcel y, después, en el Centro de Inserción Social (CIS) de Valladolid. No conocía este programa y reconoce que cuando se lo ofrecieron no lo veía claro, pero luego le impresionó su funcionamiento. «Si la persona quiere, ayuda muchísimo para lograr el objetivo de la inserción». Algo que, en principio, es difícil porque apunta que desde la cárcel se ve complicado, pero su experiencia personal es una referencia. Marian Bica consiguió un trabajo nada más salir. «Me llamaron al CIS para una oferta. Bajé corriendo de Santovenia para ir a la ETT a firmar, y de allí fue al polígono de San Cristóbal para comenzar a trabajar». Un esfuerzo que le ha compensado, no solo porque esté solo en España y necesite dinero para sobrevivir, sino porque el trabajo le gustó y le permitió tener «independencia». Pero el camino se torció porque la empresa paró la fabricación y necesitaba otra vez «urgentemente» trabajo. Y el programa volvió a conseguirlo uno de camarero. Pero la crisis del Covid-19 cerró la hostelería y, nuevamente, su tutor le consiguió otro trabajo, esta vez en Mercaolid descargando fruta. «Están muy pendientes y se esfuerzan en conseguirte trabajo». Una segunda oportunidad que aprovechó y le hace sentirse «seguro» y disfrutar de una estable. Aunque no se permite soñar. Todavía no.