La venta de tabaco cae al nivel más bajo en dos décadas

Óscar Fraile
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Los vallisoletanos fumaron el año pasado 22,7 millones de cajetillas, un 4,6% menos que en 2019 y menos de la mitad que hace 20 años. Uno de cada diez ha dejado el hábito

Imagen de una persona fumando en una terraza. - Foto: Javier Pozo

Los estancos fueron uno de los negocios que se salvaron del cierre temporal que impuso el estado de alarma el año pasado. Ya sea por evitar el efecto acopio si se hubieran clausurado, por no fomentar la venta ilegal o por no hacer más complicada la situación a los dependientes de la nicotina, el Gobierno decidió mantenerlos abiertos. Pero lo cierto es que eso no parece haber servido para poner freno a la considerable caída de venta de tabaco que se viene registrando en España en las dos últimas décadas. De hecho, en 2020 se acentuó esa bajada en Valladolid.

Según los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos, dependiente del Ministerio de Hacienda, el año pasado se vendieron en la provincia 22.760.910 cajetillas de cigarrillos, lo que representa un 4,6 por ciento menos que en 2019 y menos de la mitad de las casi 51 millones del año 2002, primeros datos disponibles a nivel provincial.

Hay diversos factores que pueden explicar este fenómeno. Por ejemplo, una creciente concienciación sobre los efectos nocivos de la nicotina, pero también el incremento de precio del tabaco en los últimos años, unido a la situación económica precaria en la que han quedado muchas familias por la pandemia. Sin olvidar las restricciones, cada vez más numerosas, a las que se ve sometido el consumo de tabaco en los lugares públicos. Así, mucha gente ha aprovechado estos meses para intentar dejar el hábito, tal y como demuestra una encuesta realizada por el Ministerio de Sanidad. Concretamente, el 13,4 por ciento de los que fuman todos los días. Y los resultados es que el 15,7 por ciento de los fumadores redujeron el consumo diario y uno de cada diez lo dejó completamente. «La disminución de la frecuencia se da más en mayor medida entre los más jóvenes, los estudiantes, personas en ERTE y personas que viven con la familia», dice el informe. Bien es cierto que hay otro 10,8 por ciento que empezó a fumar más, especialmente los que trabajaban fuera de casa y los que vivían solos.

Aunque esta tendencia a la baja tiene unos beneficios incuestionables para la salud pública, lo cierto es que ha hecho mella en los estancos. Durante las primeras semanas de la pandemia, algunos de Valladolid llegaron a reducir hasta un 70 por ciento su facturación, otros redujeron su horario ante la falta de clientes.