Óscar Gálvez

CARTA DEL DIRECTOR

Óscar Gálvez


Por pactar el voto no pierde color

01/06/2019

Una de las preguntas que más se están repitiendo los ciudadanos después de acudir a las urnas el pasado domingo es para qué ha servido su voto si al final van a pactar entre dos, tres o cuatro. La primera respuesta que viene a mi cabeza, y con casi toda seguridad a la de la inmensa mayoría, es que la elección de una papeleta en concreto respecto a tantas otras que uno encuentra en un colegio electoral es una manera de expresar las preferencias por unas ideas, por un programa, por un candidato… En definitiva, una cuestión de confianza en algo y en alguien para que procure el interés general de los ciudadanos. Y eso, sinceramente, ya es mucho. Hay países en los que ni siquiera se tiene esta libertad para hacerlo. A partir de ahí, seguirá habiendo múltiples respuestas posibles, pero todas fruto de interpretaciones con distintos grados de subjetividad. Dado el estado de las cosas, habrá quien crea que el voto emitido ha servido de poco y quien muestre su satisfacción porque su opción preferida ha logrado el objetivo, aunque hoy todavía sea harto difícil saberlo a ciencia cierta. 
El ciudadano que hoy sepa para qué ha servido su voto, más allá de para ejercer su derecho y poderse pronunciar por su favorito, es un privilegiado. Y por supuesto que los hay. En municipios en los que el escrutinio dejó meridianamente claras las mayorías no cabe duda. Por ejemplo, en Valladolid capital quienes votaron a PSOE y Valladolid Toma la Palabra (VTLP) lo hicieron, se supone, con la intención de que ambos pudieran mantenerse al frente del Gobierno municipal. Todo ellos saben hoy que su objetivo está cumplido, de la misma forma que quienes optaron por los otros candidatos conocen que la tarea que se les ha encomendado para los próximos cuatro años es ejercer la oposición y preparar, con sus iniciativas, las elecciones de 2023. Y al igual que en la capital vallisoletana, en muchos municipios de la provincia las urnas depararon una distribución de escaños que no arrojó lugar a dudas en cuanto a mayorías. La pregunta del millón es qué va a ocurrir en aquellos municipios y diputaciones provinciales en las que no está clara una mayoría. Y en esos casos, como ocurre en el caso de la Junta de Castilla y León, Ciudadanos tiene en su mano la llave de la estabilidad.
El partido que en España lidera Albert Rivera y que en Castilla y León tiene la bicefalia de Francisco Igea (candidato y líder mediático) y de Luis Fuentes (número uno orgánico) tiene la llave en varias localidades donde su voto puede hacer que las alcaldías recaigan en socialistas o populares. Lo mismo ocurre con la Diputación de Valladolid, donde están por escribirse todavía varios capítulos. Por el momento sólo se está en el debate interno del PP acerca de si Jesús Julio Carnero será o no el candidato que el partido designe para estar al frente de la institución, pero queda otro capítulo posterior, igual de determinante o más que lo que resuelva su partido. ¿Le dará sus votos Ciudadanos? Los naranjas se mostraban aún ayer en privado absolutamente contrarios a apoyar su investidura, en caso de que se produjera la designación, en virtud a un acuerdo de hace cuatro años. De ser así, el voto de Vox podría ser determinante, si bien al candidato que presente el PP le podría valer incluso su abstención. 
Los electores que desconocen si el sentido que le dieron el domingo a su voto tendrá finalmente la orientación correcta en el proceso de pactos son muchos. No obstante, ¿qué se entiende por correcta cuando el resultado de las urnas obliga a pactar? Porque en la masa de votantes a unos y otros partidos hay de todo, como en botica. Por ejemplo, ¿todos los votantes de Ciudadanos renegarían de un pacto con algún candidato del PSOE? Electores habituales del PP que hayan votado a los de Rivera para la Junta o para los ayuntamientos, se sentirían defraudados si fuera así, claro. Pero, ¿y si hubiera exvotantes socialistas que no lo vieran mal? Haberlos, los hay. Pero en la formación naranja aseguran que la inmensa mayoría de sus votos proceden del PP, por lo que tienen claro cuál debe ser en principio la orientación de sus votos en los actos de investidura que se van a ir sucediendo en próximas semanas. Desecantados por lo que hagan habrá, seguro. De ahí que la pregunta para qué ha servido el voto tenga hoy muy difícil respuesta. No  obstante, hay una muy clara: debe servir para pactar. De hecho, es lo que la ciudadanía llevaba reclamando desde hace tiempo, el final de las mayorías absolutas. Pues esto es una consecuencia directa. No podíamos estar renegando hace años de ellas y ahora de que nuestros votos sirvan para alcanzar mayorías estables. El voto no pierde su color por pactar. Es más, gana valor.