El boom de las lavanderías autoservicio llega a Valladolid

Óscar Fraile
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Más de veinte negocios de este tipo han abierto en Valladolid en los últimos años en zonas como el centro, Parquesol, La Victoria, plaza de toros y San Juan. En España han crecido un 40 por ciento solo en un año

El ‘boom’ de las lavanderías de autoservicio - Foto: Jonathan Tajes

Samanda García espera a que la lavadora de mayor capacidad esté libre. En un carrito lleva la ropa sucia para hacer la colada, como todas las semanas. Lo hace porque la lavandería le sale más barata que hacerlo en casa y, además, los resultados son mejores, tal y como reconoce. «Tengo una lavadora pequeña y necesito ponerla cuatro veces para lavar lo que aquí hago en un solo ciclo», explica.

Ella es una de las usuarias de las más de 20 lavanderías de autoservicio que han abierto en Valladolid, un modelo de negocio que se ha multiplicado en el último lustro, tal y como reconocen desde la Asociación Española de Franquiciadores. «Está en pleno auge y se está reinventando, porque, por ejemplo, ya hay sitios en los que van a recoger la ropa a tu casa y otros en los que se ofrecen arreglos para la misma», señala este colectivo. Según los datos de esta asociación, en España ya hay más de 1.700 franquicias de este tipo, con una subida cercana al 40 por ciento en el último año. Un crecimiento que también se ha reflejado en Valladolid. Por ejemplo, la franquicia Bloomest abrió hace unos meses una en Medina del Campo y ha hecho lo propio recientemente con otras dos en las calles Huelgas e Hípica. Su plan de expansión contempla 30 aperturas en Castilla y León en el próximo lustro. Recientemente también ha abierto ‘Tu pequeña lavandería’, en la calle Angustias, y ‘Mi lavandería’, en la calle Amadeo Arias, en Parquesol.

Samanda utiliza este servicio por economía y por la calidad que ofrece, pero el perfil del cliente y sus motivaciones para utilizar este servicio es muy variado. Lo sabe muy bien Paloma Rojo, que regenta uno de estos negocios en La Victoria desde hace casi tres años. «Un amigo de mi marido y su socio abrieron dos en La Rondilla y Las Delicias después de verlos en Madrid, y mi pareja me animó a montar uno en La Victoria ya que, por circunstancias personales, necesitaba flexibilidad de horarios», explica. Y esta lavandería es perfecto para ella, ya que son los propios usuarios los que hacen todo. De hecho, ella solo va por el negocio un par de veces al día, aunque tiene que estar disponible en el teléfono entre las 8.30 y las 22.00 horas por si hay alguna incidencia.

El ‘boom’ de las lavanderías de autoservicioEl ‘boom’ de las lavanderías de autoservicio - Foto: Jonathan TajesEl local dispone de dos lavadoras con capacidad para once kilos y otra de quince. Además, tiene dos secadoras para 17 kilos de ropa. Ambos servicios se pueden utilizar de forma independiente. De hecho, hay clientes que llevan la ropa limpia solo para secarla y otros que la lavan y se van a tenderla a casa.

funcionamiento sencillo. Los clientes solo tienen que meter las prendas en la lavadora, elegir el programa en función del tipo de ropa o nivel de suciedad, introducir el dinero (cinco euros para los programas en frío y seis para los de caliente, y un euro más en la de mayor capacidad) y ponerla en marcha. Por su parte, las secadoras van por tiempo. El mínimo es un euro, que son nueve minutos y a partir de ahí se puede introducir dinero hasta alcanzar el punto de secado deseado, aunque con dos euros suele ser suficiente.

La mayor parte de los clientes son habituales. Del barrio. Aunque muchos son dueños de las caravanas que estacionan en el aparcamiento de la Feria de Valladolid. Y los perfiles son muy variados. «Al principio eran solo señoras que venían con sus mantas y sus cortinas, pero ahora los fines de semana vienen muchos hombres, gente joven, otros que viven solos, otros que traen la ropa porque tienen mascota...», asegura Rojo.

Según los datos de la Asociación Española de Franquiciadores, estos negocios facturaron en 2018 en España algo más de 252 millones de euros, frente a los 238,5 del ejercicio anterior. Y el número de locales ha pasado de algo más de 1.100 en el año 2016 a los más de 1.700 actuales. Según las mismas fuentes, la inversión necesaria para abrir suele rondar los 40.000 euros, más o menos la cifra que desembolsó la responsable de Smartwash en La Victoria. «La inversión tampoco es muy elevada, en mi caso fue para el arreglo del local y para adquirir las máquinas, que es lo más caro», explica. A eso hay que añadir los gastos de funcionamiento. En este caso, los más importantes son el del agua, la electricidad, los detergentes y el alquiler.

Rafaela Aroca suele utilizar este servicio desde hace un año para lavar mantas y edredones. Es lo más habitual por estas fechas, antes de guardarlas en el armario. «Lavarlas en casa es muy complicado y me gusta hacerlo aquí porque el resultado es más higiénico, ya que si lo llevo a una tintorería clásica lo meten a la lavadora con otras cincuenta mil cosas», asegura. Esta clienta recuerda que hace «muchos años», en la calle Neptuno, había unas lavadoras donde la gente iba a hacer la colada, aunque tenían que llevar su detergente. «Lo echaba de menos», reconoce.

El boca a boca también es muy importante para estos negocios. Concha García había escuchado que daban muy buenos resultados y decidió dar el paso. «Es la primera vez que vengo porque me han dicho que es muy cómodo y rápido, y como tenía un edredrón enorme que no me cabe en la lavadora de casa...», asegura mientras se dispone a leer un libro para hacer tiempo. Samanda García destina unos diez euros semanales a hacer la colada desde hace años, mientras aprovecha esa media hora para ir al supermercado. Otra de las ventajas de que dan estos locales es la de aprovechar los tiempos muertos. De hecho, algunas ofrecen hasta servicio de bar. La regenteada por Paloma Rojo ofrece wifi gratuito, ya que el móvil es el rey de la ‘sala de espera’. También dispone de una máquina para dar cambio. «Es para que los clientes no molesten a los negocios del entorno», dice.

‘Como los chorros del oro’ es el original nombre de las dos lavanderías de la empresa Bloomest en las calles Hípica y Huelgas. La primera abrió el 2 de septiembre y la segunda, el 23 de diciembre. Uno de sus impulsores, Alberto Alonso, reconoce que se animó a dar el paso, tras invertir unos 50.000 euros en cada una de ellas, porque se trata de «una tendencia en Europa que se está introduciendo en España». Parte de ese dinero lo destinó a consolidar esta nueva marca porque su intención es abrir más en el futuro, tanto en Valladolid como en el resto de Castilla y León. Gracias a un acuerdo con Miele, fue esta marca la que proporcionó toda la maquinaria para ofrecer la «máxima calidad». Por ejemplo, lavadoras específicas para lavar el material que esté en contacto con mascotas y otro específico que permite la impermeabilización de prendas de plumas, para no estropearlas.

Una forma de diferenciarse dentro de un sector en el que, si todo sigue como en los últimos años, la competencia se multiplicará a medio plazo.