Sandro y Guardiola resuelven el atasco

D.V.
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El Real Valladolid se impone por 2-1 al Espanyol tras 77 minutos de colapso ante un rival que jugó una hora con uno menos. Sergio se fue a por el partido con tres delanteros y acertó. El gol catalán, tras un penalti señalado por el VAR en el 90

Real Valladolid-Espanyol. - Foto: LaLiga

Victoria fundamental del Real Valladolid ante un rival directo por la permanencia. El partido estaba marcado en rojo como una de las primeras finales de la La Liga y así se jugó, sobre todo en el tramo decisivo del encuentro. El Espanyol, que jugó 66 minutos con uno menos, sólo quiso el empate y acabó yéndose de vacío de Zorrilla. El 2-1 hace justicia al absoluto dominio de los de Sergio, que juntó a sus tres delanteros en el cuarto de hora final del encuentro y Sandro, primero, y Guardiola tras jugada de Ünal, después, resolvieron un partido muy atascado que parecía condenado al 0-0 hasta el 77. El gol catalán llegó tras un penalti señalado por el VAR en el minuto 90, que no hizo más que añadirle emoción al final del choque.

Sergio puso en escena su once preferido, el que le está dando mejores resultados, con ese 4-4-2 formado por Masip, Moyano, Olivas, Salisu, Carnero, Plano, Míchel, Alcaraz, Toni, Guardiola y Ünal. Fue un equipo que cumplió con las expectativas, que supo tener el balón, que trenzó buenas jugadas al primer toque, pero que lo hizo siempre lejos de la zona de peligro. Dominio estéril.

Por su parte, el Espanyol de Abelardo llegó a Zorrilla con la idea de que un empate a domicilio ante un rival directo era botín suficiente y trazó el mismo plan que desplegó hace no mucho el Leganés: dar el balón al Real Valladolid, contener y percutir a la contra, con los rapidísimos Wu Lei y Embarba en las bandas para intentar obtener los tres puntos. Pero apenas le dio tiempo a poner en escena su estrategia, porque, a los 24 minutos, el equipo blanquiazul se había quedado con uno menos y el punto se convertía ya en una realidad más que apetecible para los catalanes.

Porque si hasta la tarjeta roja el dominio del juego era local, a partir de la expulsión, el Espanyol renunció por completo al balón y se limitó a defender, aunque, eso sí, solventado sin apuros el escaso peligro pucelano. La media docena de veces que el Real Valladolid intentó inquietar a Diego López lo hizo con un par de inocentes disparos lejanos de Alcaraz y otro par de Javi Moyano. Más cerca estuvieron Óscar Plano, con un zurdazo raso que atrapó el portero sin apuros, y Ünal, con un cabezazo, que golpeó en la parte superior de la red.

LA EXPULSIÓN

Con todo, lo más trascendente del primer acto llegó en el minuto 24 cuando David López iba al suelo para intentar robar un balón en el medio del campo a Plano, olvidando que ya había visto una amarilla por un manotazo en la cara a Guardiola; demasiado riesgo. Roja y 66 minutos por delante con uno más para el Pucela.

Pese a todo, la más clara de la primera parte fue para el Espanyol, un remate de cabeza de Calleri que, completamente sólo, no acertó a colocar. Al descanso, el 0-0 inicial.

En la reanudación, el guion siguió inamovible, con el Pucela dominando sin gran sensación de peligro. Ünal tuvo una en el 50 y Toni, otra en el 58, antes de que Sergio tocará su once tipo, mandando a la caseta a Míchel y dando entrada a Sandro, dejando sólo a Alcaraz en el eje de la medular. Por delante, 27 minutos por delante para sumar tres puntos claves.

La acumulación de jugadores de ataque no acababa de dar sus frutos y, en el 72, Sergio daba otro retoque, sustituyendo a Plano por Hervías. No tardaría en surtir efecto el valiente plan del entrenador blanquivioleta, con la aparición clave de los tres delanteros locales.

Fue Sandro el que abrió la lata en el 77, aprovechando el rechace de un disparo muy lejano de Raúl García Carnero. El canario se quitó un peso de encima y la afición, otro.

Poco después, en una contra muy bien llevada por Ünal llegaría el tanto de Guardiola. La explosión de felicidad en el césped, en el banquillo, en la grada...

Con todo resuelto, en el 90 irrumpió el VAR para descubrir un penalti por mano de Kiko Olivas que el árbitro no había apreciado y que puso emoción al descuento de la primera final de la Liga.