Eloísa: «A los 18 años prolongué el acogimiento»

M.B
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Esta vallisoletana de 26 años entró en el programa de la Junta con 14, después de pasar uno en un piso tutelado

Eloísa: «A los 18 años prolongué el acogimiento» - Foto: Jonatan Tajes

Dicen las personas que les conocen que Eloísa  se parece a Ana. En los gestos, en la manera de expresarse. Incluso de hablar. Eloísa  es expresiva, tiene vida en sus ojos y habla sin problemas del programa de acogimiento; en el que entró cuando tenía 14 años: «Empecé en un piso tutelado. Llegué a los 13 años, estuve un año y pasé al de acogimiento». 

Su caso no es de los más habituales pero es uno de esos que impacta y deja huella. Además de ser un ejemplo para muchos y muchas. Porque Eloísa  sigue viviendo con Ana. Ya es su familia. Y hoy tiene 26 años: «A los 18 prolongué -gracias al Programa de Prolongación de Actuaciones tras la mayoría de edad de la Junta- y hasta hoy». 

Eloísa  es de Valladolid, entró en un piso tutelado por la ausencia de padres -no tiene contacto con ellos-. Tenía 13 años. Reconoce que por entonces era madura. No le gustaba el piso, quería dar pasos muy rápidamente. «Conocí el programa un verano. Estaba con mis abuelos biológicos -con la familia paterna sigue manteniendo contacto- y vi un cartel. Llamé para ver cómo era eso del acogimiento familiar, hablé con un técnico y entré en él», recuerda. Buscaba algo diferente al piso. Buscaba una familia: «Creo que, por entonces, era más madura de lo que me correspondía a mi edad».

Los inicios en su nueva familia fueron duros, complicados. «Las dos son muy valientes», apunta Mónica Monge, técnico del Programa de Cruz Roja y que conoce muy bien a ambas. Los casos de adolescentes no son los más habituales aunque se ha llegado a dar el caso de acogimientos con 16 años: «A partir de los 12 años deben querer también los chavales».

«Es más difícil acoger a un adolescente», reconoce Eloísa . Depende de cada caso, hay un periodo de adaptación, para que acogedora y acogida se conozcan. Ella llegó a casa de Ana: «Nosotras estuvimos un mes o un mes y medio. Es un periodo corto». No hay uno establecido y cada acogimiento tiene su tiempo. «En mi caso no quería cambiarme de instituto. Iba a Pajarillos y vivimos en Delicias», añade sobre esos inicios.

Ana recibió la ayuda de su familia. Hacía encaje de bolillos para que Eloísa  pasase el mínimo tiempo posible sola: «Toda su familia se volcó conmigo. Ese apoyo fue fundamental». El vínculo entre ambas hizo que Eloísa  ampliase el Programa a los 18 y siga hoy en día viviendo con Ana: «La experiencia ha sido positiva en todo».

Ahora, con 26 años, trabaja y estudia (Integración Social). Tiene un hermano biológico con el que mantiene contacto: «Tiene una discapacidad intelectual y vive en un piso adaptado a sus necesidades. Además juega al rugby inclusivo». Y responde con claridad a si en un futuro pasará ser una acogedora: «Hay que madurarlo. Ahora mismo no me veo capacitada, pero nunca se sabe».