La Policía cierra 24 puntos de venta de droga el último año

A. G. Mozo
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La venta de drogas se reinventa y se disemina por pisos ante la desaparición del ocio nocturno. Los traficantes tradicionales modifican sus horarios por el toque de queda, mientras que los nuevos irrumpen con 'servicios' como el reparto a domicilio

El Grupo VIII es el encargado de la lucha contra la venta de drogas al menudeo. - Foto: Jonathan Tajes

La pandemia del coronavirus ha cambiado prácticamente todo en apenas un año; también el tráfico de drogas. Las nuevas reglas con las que vive la sociedad han obligado al menudeo a reinventarse en busca de un mercado que no ha perdido su capacidad de demanda, pero al que los traficantes tienen que llegar ahora por diferentes caminos, aunque sin tocar los precios, que no se han visto afectados. Así, los vendedores tradicionales, por ejemplo, se han visto empujados a  a modificar horarios de ‘trabajo’ y métodos de venta por culpa del confinamiento y el toque de queda. Además, sufren la competencia de nuevos traficantes que irrumpen en la calle ante la desaparición del jugoso mercado del ocio nocturno.

El Grupo VIII de la Brigada de Policía Judicial es el equipo que se encarga de luchar contra la venta de drogas al menudeo en la ciudad. Su misión es «acabar con los puntos de venta» que aparecen de forma cíclica, ahora en casi cualquier punto de la ciudad, una situación acentuada por esa clausura del ocio nocturno y los golpes policiales.

«No hay una concentración de venta en ninguna zona de la ciudad, como cuando estaba el Poblado de La Esperanza. Ahora está todo muy diseminado», explica el inspector Jorge, jefe del Grupo VIII, quien asevera que la función de la unidad es trabajar «para que el tráfico no se enquiste» en ningún barrio: «En cuanto nos alertan de un posible punto, nos ponemos a ello hasta desmantelarlo». 

La clausura del ocio nocturno por las restricciones sanitarias ha cortado una de las principales vías de venta al menudeo, de modo que ahora casi toda la venta ha pasado a pisos diseminados por la ciudad, puntos que no aparecen siempre en torno a las barriadas del 29 de Octubre (en Pajarillos) y Las Viudas, como pasaba hace no tanto. Sigue habiendo casos, por supuesto, pero vinculados por lo general a viejos conocidos que retoman su actividad tras su paso por la cárcel. Así era, por ejemplo, en la Operación Sira, la última ejecutada por el Grupo VIII el 11 de febrero y en la que se desmanteló un punto de venta de cocaína que operaba con dos pisos de la calle Cigüeña, regentados por un matrimonio detenido en 2017.

«Antes las ventas estaban muy vinculadas a la noche, a las zonas de ocio, a las discotecas... y ahora detectamos ventas por las tardes e, incluso, por las mañanas», apunta el inspector Jorge. «El estado de alarma, con el confinamiento en marzo y abril, y ahora con el toque de queda de las diez, ha provocado un cambio en los horarios de los traficantes, aunque sigue habiendo venta al menudeo, aunque con cambios en la forma de vender», añade.

Y es que, junto a esos ‘clásicos’ en zonas históricamente castigadas por el narcotráfico, «surgen otros puntos nuevos que, en algún caso, los lleva un consumidor normal que, para poder satisfacer su adicción, empieza a vender y se convierte en un traficante», explica el jefe del Grupo VIII.

LOS NUEVOS ‘SERVICIOS’

Son esos ‘nuevos’ traficantes los que irrumpen en el mercado con otro tipo de ‘servicios’ que van dirigidos, fundamentalmente, al consumidor de fin de semana que antes solía abastecerse en la noche. Y aparece el reparto a domicilio en coches y hasta la organización de fiestas en las que comprar, consumir y, claro, saltarse las medidas ‘anti-covid’. Esto fue lo que descubrió la unidad el pasado noviembre en la Operación Chapata, desarrollada en un piso del paseo del Hospital Militar que era regentado por tres jóvenes de 20 años que se habían especializado en la venta de marihuana (tenían kilo y medio) entre gente de su edad, llegando a organizar fiestas allí.

Otro de los ejemplos más claros es el de la Operación Driver, que se ejecutó el pasado diciembre tras cuatro meses de trabajo y en la que estos agentes anitdroga lograron descubrir que «una persona cogía el coche y recorría distintos puntos de la ciudad repartiendo la droga que le habían encargado antes por teléfono; quedaban en un punto determinado y, normalmente, se lo daban desde el coche, aunque en alguna ocasión también bajaba el detenido a hacer la entrega, porque muchas veces ni se conocían».

Los métodos cambian y hasta los perfiles. En la Operación Driver descubrieron también que era una incipiente red de venta, formada únicamente por dos personas «que provenían del mundo de la noche» y en la que uno ejercía de ‘jefe’ y otro de ‘machaca’, bajo una absoluta «relación de subordinación» en la que el ‘empleado’ repartía las dosis de venta pactadas previamente y acudía a proveerse de la droga a la vivienda de su ‘jefe’, situada en el paseo del Arco de Ladrillo, y al que entregaba siempre todo el dinero que recaudaba.

MARIHUANA

El Grupo VIII de la Brigada de Policía Judicial de la Comisaría Provincial de Valladolid ha terminado en el último año con 24 puntos de venta de droga en su lucha contra el menudeo, golpes con los que ha sacado del mercado casi 700 kilos de estupefacientes, fundamentalmente marihuana.

Porque la pandemia también ha provocado un cambio en el perfil del traficante, ya que cada vez hay más de los considerados ‘clásicos’ que han dejado de mover cocaína y heroína para centrarse ya solo en la marihuana, apuntalando una evolución que los expertos en la lucha antidroga veían venir desde hacía unos años y que se confirmó durante el confinamiento, ante la dificultad para transportar droga sin ser descubierto.

«El repunte del cultivo y venta de marihuana se debe a múltiples factores», señala el jefe del grupo de menudeo de la Policía Nacional, quien destaca el hecho de que «es de las drogas más baratas» y  más fáciles de vender. «Cualquiera, con mínimas nociones, puede cultivar una plantación y sin apenas gastos, pues suele haber enganches ilegales al suministro eléctrico. Necesitan muy poca inversión y además no hay intermediarios», por lo que, «es todo beneficios», resume Jorge, que detalla que, por ejemplo, «con la cocaína o el hachís, siempre tienen que trabajar con intermediarios porque son drogas que vienen de otros países y entraña más riesgos».

LA VARIEDAD ‘SPUNK’

«Ahora hay mucho consumo de marihuana, porque, además, existen variantes como la ‘spunk’, que es un tipo de marihuana muy potente, que está teniendo mucha demanda», apunta este inspector. Su grupo perpetró hace un año un gran golpe contra el tráfico de marihuana ‘spunk’ en la denominada Operación Drache, una investigación que arrancó en un ‘after’ de Valladolid y que acabó en la casa de uno de los mayores proveedores de ‘speed’ de España, en el País Vasco. Sacaron del mercado 200 kilos de droga, 150 de ellos de esa marihuana ‘spunk’, cuando era transportada desde el sur del país a bordo de un tráiler.

En otra investigación contra la venta de marihuana, esta vez a una escala mucho menor (Operación Dúplex), el Grupo VIII conseguía desmantelar otro punto en plena barriada de Las Viudas, uno que se había especializado en «la venta a jóvenes de los centros educativos del entorno». «Nuestro objetivo no es coger grandes cantidades de droga, sino acabar con los puntos de venta, y más cuando venden a gente tan joven», remarca Jorge.

En esto el precio es fundamental y el gramo de marihuana está en la calle por solo cinco euros. Algo muy parecido ocurre con algunas drogas de diseño, tipo pastillas de éxtasis o ‘speed’, que «se mueven solo en determinados círculos, de gente más joven», también por su precio bajo. «Están consideradas drogas de las de grave daño a la salud, pero son muy peligrosas entre la gente joven porque son muy baratas», apostilla el inspector, quien detalla que «las pastillas de éxtasis se venden por cinco euros» y que el ‘speed’ «se mueve en los 20-25 euros al gramo, pero las dosis están a solo diez y es una droga que funciona entre la gente joven como sustituto de la cocaína (la esnifan)». 

EL PRECIO NO BAJA

El precio es prácticamente el mismo que había antes de la pandemia, invariable pese a las dificultades generadas por el confinamiento o el toque de queda, y el repunte, por ejemplo, del consumo de marihuana. «Al menudeo sigue más o menos igual, todo», puntualiza el inspector, que cifra en 50-60 euros el precio del gramo tanto de cocaína como de heroína,  si bien ésta «se suele vender por dosis, a diez euros». Lo que ha vuelto a la normalidad ya han sido las cantidades que se compran, que en el confinamiento había compras mayores por las restricciones a la movilidad.