Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Comparaciones odiosas

12/09/2021

Apenas podía ver por la rejilla del velo que cubría su cabeza, el calor asfixiaba sus empeños. No sabían quién era, ni importaba; nada se veía de su presencia fuera de casa y, en casa, su marido, sus hermanos, hasta sus hijos imponían los criterios sobre ella e, incluso, la mano pues, de vez en cuando, recibía palos, porque había nacido hembra y era un ser inferior, según sus creencias. Afganistán no es terreno propicio a la igualdad, pero es nuestra flamante ministra, Irene Montero, quien las compara con nuestras mujeres, pues «están sometidas al mismo patriarcado». Tal vez, se le podría aplicar uno de esos delitos de odio (delitos donde se juzgan los insondables sentimientos): odio al varón, odio al sexo contrario o diferente. Su mente no parece ser capaz de distinguir entre las españolas, mayormente libérrimas, que pueden bailar con minifalda y su hermosura en la discoteca o hacer lo que quieran con quien quieran, aspirar a los puestos más altos del estado, como ella y, las afganas, que habitan en la prisión de unas obligatorias prendas que las cubren enteras, de pies a cabeza. Que hay abusos machistas y a veces se imponen ciertos varones pese a la igualdad oficial que vivimos no hace oportuna la comparación. La inmensa mayoría de las mujeres españolas dista a años luz de las sometidas, esclavizadas, mujeres afganas, que ni estudiar pueden ya. 
Tal vez, sea una más de esas obtusas miradas que lleva a la famosa diputada, también de Podemos, quien fuera directora del Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Igualdad, a hablar del derecho a una vivienda digna mientras ostenta cinco pisos en propiedad y un chalet. Cuatro casas adquiridas en los últimos siete años no parece que la conviertan en ejemplo del comunismo que propone, ya que la especulación no tiende a conducirla a un reparto equitativo de los bienes. La igualdad está muy bien, pero cuando uno se enriquece: «que sean otros quienes repartan». Esta radical del feminismo lésbico no ha dudado en atacar las relaciones heterosexuales, pues la igualdad parece concebirse de modo diferente según quien la miente.
Tantas incoherencias y una presión exagerada en la pública opinión (demasiados predicadores homosexuales y trans-super-mega-alterosex), pueden también motivar esas horrendas agresiones que se están divulgando contra personas que exhiben otros modos de practicar la sexualidad o de vivir los afectos. Una acción excesiva suele provocar rebote o reacción, como sucede con las pelotas.
Tal vez convenga un tiempo de cierta paz para que nuestras vidas se asienten sin tanta irritación. Es demasiado habitual en España, la política convulsa de la pasión, pero esto lleva a destruir de un lado y otro toda canción. La armonía tendría que buscarse, como la justicia, evitando los velos que tapen el lado que ver no queremos.