Historia y arquitectura

Jesús Anta
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Calle Núñez de Arce

Historia y arquitectura - Foto: J.T.

La calle de Núñez de Arce está cuajada de referencias a personajes destacados de la historia de Valladolid. El nombre rinde homenaje a Gaspar Núñez de Arce, poeta y político nacido en Valladolid, circunscripción por la que salió elegido Diputado. Ocupó el Ministerio de Ultramar, Interior y Educación, y  formó parte de la Real Academia de la Lengua en 1876.

Comienza la calle en Cascajares, y buena parte de sus centenarios inmuebles del primer tramo están protegidos por el Plan General de Ordenación Urbana, de tal manera que deben mantener al menos su  fachada pues contribuyen a crear ambiente urbano debido a sus valores históricos o arquitectónicos. Así que el paseo por esta calle obliga a fijarse en sus fachadas. Y de todas ellas sirva de ejemplo el edificio número 1, que hace esquina con la calle Cascajares.

Dos hoteles, que ocupan sendas casas antiguas y adaptados al ambiente urbano, contribuyen a dar a la calle cierto aire cosmopolita. Y no faltan establecimientos hosteleros, que unidos a los de Cascajares hacen el lugar muy atractivo para vallisoletanos y turistas, al pie de la Catedral.

A la altura de los números 7 y 9 hay un agradable rincón formado por muretes de piedra y dos jardincillos. El 7, donde está la sede del Colegio de Enfermería, luce la placa que indica que en esa casa nació Gaspar Núñez de Arce en 1832.

Y en el 9 está la Fundación Segundo y Santiago Montes, creada por Cristina y Catalina, hermanas de ambos. Santiago fue un jesuita asesinado en 1989 por defender los derechos humanos en El Salvador, al que se rinde homenaje en un lugar de la calle  al que más tarde llegaremos. En el jardincillo de la Fundación hay una escultura de Jorge de Oteiza amigo de Santiago, profesor universitario que abordó todos los campos de la creación artística y que falleció el mismo año que su hermano.

Enfrente, en el número 18,  un lápida advierte de que en esa casa vivió y murió (en 1944) el arquitecto vallisoletano Juan Agapito y Revilla. También historiador, fue director del Museo Nacional de Escultura. Entre las numerosas publicaciones y trabajos nos legó el haber descubierto el plano de Ventura Seco (1738),  imprescindible para conocer la historia y el urbanismo de Valladolid.

Una vez que atravesamos la calle López Gómez, Núñez de Arce cambia radicalmente de fisonomía. Aquí ya solo resisten unos pocos edificios históricos, pues la mayoría de ellos se sustituyeron por modernos bloques de viviendas.

No obstante no se pierde el rastro de la historia vallisoletana: la pequeña calle de Tercias, que parte de Núñez de Arce,  y de la que, precisamente Agapito y Revilla en su impagable libro Las calles de Valladolid,  nos ilustra de que aquí estuvo el almacén de grano del que se nutría la Universidad de Valladolid  que se llenaba con sus impuestos en especie de varios municipios de la Provincia.

Frente a la embocadura de la calle, se abren los patios de los antiguos palacios renacentistas de los Escudero-Herrera (fue colegio de la Congregación de las Hijas de Jesús –jesuitinas–), y de los Villagómez. Las fachadas de ambos dan a la calle Fray Luis de León, y sus  patios dan servicio a una residencia de personas mayores.

En el viejo edificio número 23, de nuevo una placa en la fachada deja testimonio de otro personaje, en este caso más desconocido: Santiago J. García Mazo. Un sacerdote que vivió entre los siglos XVIII y XIX. Sus escritos, entre los que destacan un catecismo y un compendio sobre la historia de la religión, alcanzaron gran notoriedad en su época.

Hacia el tramo final, se abre la bocacalle que lleva el nombre de Francisco Javier Martín Abril, periodista y escritor vallisoletano (1908-1997). En ella se erige el monolito que recuerda a Segundo Montes Mozo y a Ignacio Martín-Baró (hijo de Martín Abril), dos sacerdotes jesuitas  catedráticos de la Universidad de El Salvador que en 1989, junto a otras seis personas fueron asesinados por militares salvadoreños. Cada año, mediado el mes de noviembre se les rinde homenaje en este lugar. 

Finalmente, la calle desemboca en la plaza de Santa Cruz: palabras mayores de la historia de Valladolid.