La provincia alberga decenas de chozos construidos en piedra

R.G.R
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Muchos de ellos están en un estado de conservación claramente mejorable ante la pasividad de las administraciones

La provincia alberga decenas de chozos construidos en piedra

Seguramente muchos de ustedes los habrán visto al lado de las carreteras o en un cruce de caminos, pero hayan pasado completamente desapercibidos. Son los conocidos como chozos construidos en piedra en seco y en su época tuvieron una importancia considerable en la economía de la provincia. Se trata de pequeños corrales donde los pastores podían refugiarse durante unos días a su paso con ganado trashumante por la provincia o también salir a pastar fuera de los núcleos urbanos sin necesidad de volver a casa cada noche.

Los pastores los levantaron de forma tradicional, sin necesidad de ningún tipo de argamasa. Piedra sobre piedra. Lo que hace que tengan una singularidad especial. Están repartidos por toda la provincia, siguiendo especialmente las cañadas reales, la actividad trashumante y de pastores locales. Pero Valladolid no solo cuenta con este tipo de corrales, sino que también existen aquellos que estaban destinados a salvaguardar a los vigilantes de los majuelos. En pleno siglo XX, los vigilantes permanecían día y noche en un chozo durante una temporada para controlar que los majuelos no sufrieran ningún daño y preservar la uva. 

La Diputación aprobó la semana pasada una proposición con el objetivo de que se lleve a cabo por parte de la Administración regional de un inventario sobre cuántas construcciones de este tipo existen en la provincia, ya que se desconoce el número exacto de chozos existentes en la provincia. También solicitó que se abra una línea de ayudas para su mantenimiento y es que muchos han sufrido algunos desperfectos y algunas de las piedras se han caído o han sido sustraídas. 

Son muy numerosos si se tiene en cuenta el número de kilómetros de cañadas existentes en la provincia. Tierra de Campos, Pinares, el alfoz de la capital y especialmente la zona sur de la provincia. Hace ya 13 años que Cogeces del Monte puso en marcha su proyecto del Centro Etnográfico de la Arquitectura Pastoril. Está ubicado a las afueras del municipio, a unos cuatro kilómetros, y todos los visitantes pueden comprobar de primera mano  la forma de vida de los pastores de hace décadas. Pasaban jornadas enteras en el campo al cuidado de los rebaños y al llegar la noche no tenían más remedio que resguardarse para pasar la noche o en el caso de tormentas o cualquier tipo de inclemencias metereriológicas. 

La Cañada Real Soriana que viene desde Peñafiel hasta Medina del Campo era una de las rutas principales que atravesaban la provincia  en su camino hacia las tierras extremeñas y el municipio ha realizado un esfuerzo para que los visitantes pueden comprobar de primera mano la forma de vida de aquellos pastores. Incluso los más pequeños pueden practicar los juegos con los que mataban su tiempo libre los pastores y ver las duras condiciones a las que se tenían que enfrentar en los duros inviernos castellanos. Dormían tapados con mantas sobre una cama de paja y  las hogueras que pudieran hacer les mantenían calientes para pasar la noche. 

La senda lleva, en primer lugar al Chozo de Los Hilos, que ha sido convertido en un museo pastoril donde se puede contemplar el chozo por dentro y por fuera, los corrales circulares anejos y una serie de paneles informativos de carácter interactivo que divulgan el mundo pastoril. También se puede practicar juegos autóctonos y asomarnos al valle de Valdecascón. En definitiva, una buena idea para que los chavales de ciudad aprendan un poco de la vida tradicional en el campo.

Aunque se podría decir que Cogeces del Monte es el centro neurálgico de los ejemplos que aún perduran en la provincia, no es menos cierto que por la provincia transcurren 4.129 kilómetros de vías pecuarias, en las que se incluyen las cañadas propiamente dichas (unos 450 km), cordeles, veredas, y coladas. Si se añaden los terrenos que ocupan los descansaderos, unas 11.800 hectáreas de terreno están dentro de la protección que dispensa la Ley de Vías Pecuarias, de 1995.

En algunos casos, incluso se puede ver cómo los pastores también levantaron piedra a piedra los muros que servían de cercados para que los rebaños también se guarnecieran durante la noche. De forma circular, servían para que las ovejas permanecieran justo al lado de los pastores y evitar así ataques de animales salvajes. 

Agricultura. Evidentemente, muchas de ellas están incluso invadidas por las labores agrícolas, lo que también ha ocasionado que los chozos hayan ido poco a poco cayendo en desgracia y viniéndose abajo. La falta de uso y la carencia de una administración que estuviera alerta de su mantenimiento han hecho que la inmensa mayoría de los chozos se encuentren en estado de ruina. Están abandonado y en muchos casos faltan piedras que se han caído con el paso del tiempo o, simplemente, han sido sustraídas. La ventaja de este tipo de construcción es que se pueden reconstruir por parte de vecinos voluntarios, como ya ha pasado en algún municipio como Villabáñez ya en el año 2014. Una motivación que podría llegar al resto de municipios a recuperar este tipo de arquitectura tan tradicional y significativa de la provincia.