Valladolid registra el invierno más seco desde 2005

A.G.M.
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Valladolid despide la estación del frío con dos tercios de los días con máximas por encima de la media y con mínimas más bajas de lo habitual. Los casi cuarenta litros recogidos durante estos tres meses suponen menos de la mitad de lo normal

Vallisoletanos en una terraza en otoño. - Foto: Jonatan Tajes

El invierno cedió el testigo a la primavera minutos antes de las once de la noche del miércoles día 20. Si es que llegaron a hablar, la estación del frío le diría a la de las flores que le habían salido tres meses raros, con más calor del habitual por el día y también con más frío durante las noches y madrugadas; contrastes mesetarios. Pero con muchísima menos lluvia de la que quería, de la que necesitaban los embalses, el campo y hasta las contaminadas ciudades, ávidas de un remojo de los buenos, puesto que Valladolid, por ejemplo, apenas se ha llevado dos o tres de entidad este año. Y le diría, en cualquier caso, que lo fía todo al inminente abril (y sus aguas mil) para que se equilibre todo y que, así, el verano se pueda dedicar al calor de piscina y paseo. Si la estaciones hubieran hablado, claro...

Porque si algo define al invierno 2018/2019 que se acaba de cerrar en esta provincia han sido esos acentuados contrastes vividos en el mercurio y, fundamentalmente, la escasez de lluvias, hasta el punto de que ha terminado como el más seco desde el de 2005, cuando solo se contabilizaron 14,9 litros por metro cuadrado. En éste la cosa se ha quedado en 37,8, después de que solo lloviese (algo) diez de los noventa días de la estación, lo que supone menos de la mitad de los 85 litros que los estudios de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) establecen como normales para un invierno vallisoletano. Muy lejos, en cualquier caso, de los 203 litros del pasado invierno, incluso por debajo de los 45,8 del ya seco 2016/2017. Aunque cada vez es más habitual estos registros, ya que, en la última década, la mitad de los inviernos dejaron menos lluvia de esos 85 litros considerados como lo normal por estos lares (tomando de referencia los 30 años anteriores, entre 1981 y 2010, según detallan desde la Aemet).

22 grados de oscilación. A la escasez de precipitaciones se suma a este balance las oscilaciones de temperaturas que sobre todo se han manifestado en los últimos días del cálido febrero y en alguna jornada suelta de marzo, llegando a darse variaciones de temperaturas de hasta 22 grados en un día como el pasado 16 de marzo, cuando, en menos de ocho horas, se pasó de 1,0 grados contabilizados a las 7.50 de la mañana a los 23,0 de las 15.30 del mediodía. Esto no ocurría en un invierno vallisoletano también desde 2005, cuando hubo un 12 de marzo en el que la oscilación fue incluso superior, aunque por poco: 22,1 grados, entre los -4,6 que se anotaron de madrugada a los 17,5 alcanzados durante el día.

Esos 23 grados del pasado 16 de marzo son, además, la máxima más alta de la estación, guarismo que se quedó a 2,9 grados del récord de un invierno vallisoletano, los 25,9 del 10 de marzo de 2017. Y hubo otros tres días de marzo en los que el termómetro superó los 20 y tres más en febrero, un mes en el que se llegó a 21,8 (el día 26, también al mediodía, 1,1 grados menos que el histórico registro del 27 de febrero del 97: 22,9). La máxima de enero llegó a 15,7, uno y medio menos que los 17,2 del récord del 24 de enero de 2016.

60 días por encima de la media. En términos absolutos, en sesenta de los noventa días del invierno 2018/2019 se alcanzaron máximas fuera de lo común, por encima de la media establecida para cada mes. Así, en diciembre, cuando lo habitual es que el mercurio llegue a los 8,6 grados, se superaron esas cifras en siete de los once días; en enero (con 8,2 de media), se anotó guarismos más elevados en 20 de las 31 jornadas; en febrero (11,2), se superó en 23 de los 28 días; y en marzo (15,2), en 10 de los 20 que corresponden al invierno.

Algo parecido ha ocurrido con las mínimas, que se han movido 52 de los 90 en números fuera de lo común, aunque, en este caso, justo por lo contrario, por ser más frías de los valores normales anotados en Valladolid durante los treinta años previos (1981-2010). Así por ejemplo, en diciembre, seis de los once días invernales vieron como el mercurio caía por debajo de los 1,3 grados que son los habituales para las fechas, alcanzado los 2,9 bajo cero la mañana del 31. Ya en enero, sucedió lo mismo en 20 de los 31 días, registrando la mínima de la estación: -5,5. En febrero se dio la misma situación en 15 de los 28 días (-3,6 de récord mensual) y en marzo, en 11 jornadas (-0,8).