Una decena de botes agoniza a orillas del río Pisuerga

Óscar Fraile
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La dueña, nieta de El Catarro, no puede explotar un negocio del que vivió su familia durante décadas

Una decena de botes agoniza a orillas del río Pisuerga - Foto: Jonatan Tajes

Si usted es un habitual de los paseos por la orilla del río, probablemente habrá comprobado que, más o menos a la altura del embarcadero de La Leyenda del Pisuerga, hay una serie de barcas ‘varadas’ desde hace muchos años y en un claro estado de abandono. Hace muchos años pertenecieron a Marcelino Martín, ‘El Catarro’, un mítico y querido personaje de Valladolid conocido por los paseos en barca que daba a los niños en el Campo Grande. Incluso hay un paseo junto al río que lleva su nombre. Más tarde pasaron a manos de su sobrino, Lucio Martín, que continuó con el negocio de alquiler de barcas por el Pisuerga hasta su fallecimiento en 2006 a consecuencia de un infarto.

Fue a partir de entonces cuando el negocio que había dado de comer a la familia durante tantas décadas empezó a perderse. «Durante los últimos años a mi tío ya no le rentaba», asegura la sobrina de Lucio y actual propietaria de esas barcas. Ella reconoce estar en una situación económica «muy precaria» y asegura que no tiene posibilidad de retomar un negocio que requiere una importante inversión y con unas posibilidades de rentabilidad más que dudosas. «Es algo que solo funciona durante el verano y a lo que hay que dedicar mucho tiempo y dinero», añade la dueña, dedicada actualmente al negocio de la hostelería.

Por lo pronto, primero habría que invertir en acondicionar unas barcas machacadas por el paso del tiempo y la falta de cuidados. Después, pagar para conseguir la licencia con la que desarrollar esa actividad económica.

Porque potenciales clientes hay. «De vez en cuando me siguen preguntando si esas barcas están disponibles para alquiler», señala la propietaria, cuya infancia, adolescencia y juventud giró en torno al río y a estas embarcaciones. «Me encantaría algún día volver a retomar este negocio porque es lo que he mamado, y muchas veces me da por imaginar qué pensarían mi abuelo y mi tío si levantaran la cabeza y vieran todo esto así... me da una pena horrorosa», reconoce. Por el momento no tiene posibilidad económica, pero no lo descarta en el futuro.

El problema es que el tiempo pasa y las barcas siguen deteriorándose, sobre todo cuando se produce alguna crecida considerable del río. Algunas de ellas han acabado en el fondo del Pisuerga, como tantas otras embarcaciones perdidas por el río, tal y como reconocen desde la Asociación Amigos del Pisuerga. Otras se las han robado. Las que mantiene siguen siendo un vínculo con un pasado feliz y con sus raíces. Un pequeño tesoro que flota a orillas del Pisuerga.