Cayo: "Hay que adaptarse, es una máxima de supervivencia"

C. Combarros (Ical)
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El actor vallisoletano escribe, dirige, produce y protagoniza '¡¡¡Por todos los dioses!!!', un "espectáculo cabaret conferencia" cargado de humor que se estrena el viernes en el Teatro Calderón de Valladolid

Fernando Cayo, en una imagen promocional de '¡¡¡Por todos los dioses!!!'. - Foto: D.V.

Hace apenas un mes, Fernando Cayo (Valladolid, 1968) se subía al escenario para inaugurar en presencia de los reyes de España el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida con ‘Antígona’, en una nueva versión actualizada a cargo de David Gaitán. La pasada semana, veía la luz en el Festival de Cine de Málaga ‘Hasta el cielo’, de Daniel Calparsoro, “un peliculón de atracos al estilo del cine quinqui de los años 70, llevado a la actualidad”, donde interpreta a un policía que persigue a una banda de aluniceros. Y la próxima semana, el viernes 4 de septiembre, protagonizará la reapertura del Teatro Calderón, el coliseo más emblemático de su ciudad natal, con el estreno absoluto de ‘¡¡¡Por todos los dioses!!!’’’, un “espectáculo-cabaret-conferencia” cargado de humor, donde comparte escenario con el músico segoviano Geni Uñón en un “dueto para percusionista y actor” que, tras su paso por Valladolid, iniciará una gira por todo el país que ya incluye fechas en San Sebastián, Tarragona, Zamora, Castellón de la Plana, Córdoba, Fuenlabrada o Palencia. En una pausa del rodaje de la quinta temporada de ‘La casa de papel’, la serie de televisión más vista del mundo, el polifacético creador atiende a la Agencia Ical para pasar revista a sus múltiples proyectos.

Su padre Ricardo era un gran aficionado a la mitología. ¿Esa pasión contagiosa fue el punto de partida de ‘¡¡¡Por todos los dioses!!!’?

La obra parte de una realidad familiar que luego he ficcionado en el espectáculo. Mi padre era un gran aficionado a la lectura y a los clásicos, y me introdujo en ese mundo de la literatura y la mitología. En la obra le cuento a los espectadores lo que para mí es la mitología griega, qué significa y su imbricación en nuestra realidad cotidiana, puesto que los griegos hicieron sus dioses a imagen y semejanza suya y son muy humanos. Todo está contado de una manera muy transgresora, muy crítica, con mucho sentido del humor y una parte pedagógica. Es un viaje planteado como un ejercicio comparativo con nuestra realidad actual, reflexionando sobre cuáles son nuestros dioses modernos de la política, de las finanzas, de la economía... 

¿Desde los griegos hemos aprendido algo como sociedad o seguimos tropezando en las mismas piedras?

Básicamente somos los mismos, dos o tres mil años en el transcurso del cosmos es una menudencia. Seguiremos siendo los mismos hasta que no se produzca un cambio evolutivo en el homo sapiens. Seguiremos teniendo las mismas emociones, frustraciones, deseos, peleas… Las guerras que había entre los dioses, los amores y los afectos son los mismos de los seres humanos contemporáneos. 

¿Retoma con esta obra el espíritu de sus dos espectáculos de producción propia anteriores, ‘Salvaje’ y ‘La terapia definitiva’?

Sí, los tres son espectáculos cabaret conferencia, y retoman en cierto modo el espíritu de la juglaría de Darío Fo, que es lo que estudié en Italia con Antonio Fava, mi maestro en la Scuola Internazionale dell'Attore Comico. Él era discípulo de Darío Fo y a su lado aprendí esa manera de hacer de la juglaría contemporánea, del autor contador de historias, intérprete, músico y seductor del público. 

Siempre habla del humor como instrumento clave para diseccionar la realidad. ¿En tiempos como el actual es más necesario que nunca?

Claro. Siempre es necesario. Para mí como intérprete siempre lo ha sido. Forma parte de la vida y desde luego que en este momento más. Con humor se lleva muy bien cualquier situación complicada como la que vivimos. Me gusta introducir elementos humorísticos en todo lo que hago, incluso en mi trabajo como el coronel Tamayo en ‘La casa de papel’. 

Hablando de ‘La casa de papel’, ¿qué le ha dado su personaje del coronel?

Sobre todo repercusión internacional. Durante la cuarentena he estado conectado a medios de comunicación de todo el mundo: la India, el mundo árabe, Argentina, Paraguay, Colombia, México, Noruega... Me ha permitido sentir un hermanamiento internacional a través de esta producción de ficción, que durante esta cuarentena cobró un significado especial, porque poder aportar entretenimiento y consuelo a la gente en un momento tan difícil fue algo muy bonito. 

¿Le ha costado sacar adelante ‘¡¡¡Por todos los dioses!!!’?

Yo concibo estos espectáculos como un ejercicio de salto de trampolín muy arriesgado y bastante bestia. En el escenario estoy con Geni Uñón, que es un percusionista maravilloso, director de orquesta, profesor de percusión y es un multiinstrumentista espléndido, y trabajo mucho con la luz y con una sincronía entre la luz, el sonido y un trabajo gestual muy fuerte. Me cuesta mucho todo el proceso creativo. Para mí sacar adelante este espectáculo han sido años de trabajo mientras estaba haciendo otras cosas, y supone un gran porcentaje de riesgo. ‘Salvaje’ y ‘La terapia definitiva’ los hice porque tenía la necesidad de hacerlos, aunque realmente no conseguí que tuvieran un recorrido comercial aceptable, ni que fueran un trabajo remunerado. Los hice por amor al arte, como quien dice. Ahora, años después, estoy en otro punto de mi carrera, y el prestigio me permite disfrutar de una mejor distribución y que la producción sea más sencilla. Los anteriores han sido un ejercicio de halterofilia artística de primera magnitud, y este en cierto modo también.

¿Cómo es el trabajo con Geni Uñón?

Empezamos a trabajar juntos en los últimos coletazos de ‘Salvaje’, luego hicimos ‘La terapia definitiva’ y este es nuestro tercer espectáculo. Nos conocemos tan bien y sabemos tan bien lo que queremos que considero estas obras como un dueto para percusionista y actor. Nos comunicamos a la perfección; él es un gran maestro de lo que hace y generamos juntos atmósferas, creamos personajes, para llevar al espectador en volandas a través de todas estas situaciones que contamos. Además, aunque sean espectáculos escritos, dirigidos, producidos y protagonizados por mí, cuento con un equipo creativo muy grande detrás de gente que me ayuda y acompaña en el recorrido, como Pep Molina, Alberto Iglesias, Juan Carlos Rubio, Jorge Muñoz y Hernán Gené. 

Con usted como único actor sobre las tablas, no hay margen de error en su encuentro con el público...

Sí, porque son vida pura. Más que un mecanismo de relojería suiza, que también tienen bastante de eso, son una pulsión de vida en un escenario. En ese sentido estoy abierto a cualquier cosa que pueda ocurrir durante la función y hay mucha relación con los espectadores.

Ahora abre temporada en el gran teatro de su ciudad natal. ¿Qué supone regresar al Calderón? 

Recuerdo momentos muy bonitos en el Calderón, para mí es un lugar muy especial. Estoy muy agradecido al Ayuntamiento y a las instituciones que en este momento están apoyando a las artes escénicas. Con los aforos reducidos las únicas empresas que pueden sacar adelante al sector son las administraciones públicas. Lo último que hice allí fue la gala de los Max, que la presenté el año pasado y fue un gran homenaje a Castilla y León dirigido por Ana Zamora. Se trata de un retorno a la tierra que siempre es gustoso, aunque suelo pasar casi todos los años por Valladolid con uno o dos espectáculos. 

Justo cuando se decretó el estado de alarma acababa de llegar a los cines ‘Invisibles’, de Gracia Querejeta, donde usted participa, y ahora acaba de estrenarse en el Festival de Málaga ‘Hasta el cielo' de Daniel Calparsoro, donde tiene un papel importante. ¿El cine en salas está amenazado por la situación actual?

Es una situación difícil, pero yo creo que el cine es un medio imprescindible y que seguirá ahí. En ‘Invisibles’ hago una pequeña colaboración, pero trabajar con Gracia Querejeta, que es una de las grandes directoras y creadoras de este país, siempre es un placer. Y en la de Calparsoro, que es un peliculón basado en hechos reales, tengo un papel más sustancioso. Para interpretarlo hice un intenso trabajo previo con la policía, preparando la historia y el personaje con la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta. 

Teatro, televisión, cine... ¿son facetas que le completan como actor?

Sí, absolutamente. A mí además me gusta mucho transitar de una a otra. Ahora mismo haber terminado en Mérida, que es un espacio gigantesco, y pasarme a un plató a hacer ‘La casa de papel’, y luego estar en Valladolid con ‘¡¡¡Por todos los dioses!!!’ supone un cambio de registros y de estilos que me enriquece mucho. También es cierto que he aprendido a disfrutarlo a lo largo del tiempo, estudiando mucho cada una de sus particularidades creativas. Me gusta mucho ir transitando de un mundo a otro. 

Tiene que ser raro en estos momentos subir al escenario y ver que falta la mitad de las butacas. 

Es una circunstancia. Como decía una de las máximas del personaje que interpretaba en ‘Inconsolable’: hay que adaptarse. Es una gran máxima de supervivencia que además es muy conveniente, y en este momento más. Hay que adaptarse. Mi experiencia en Mérida, con un aforo reducido, ha sido buena. En el Calderón no habrá esos 1.500 espectadores, pero yo lo que yo les voy a aportar es mucho cariño y mucho amor. Además la gente que vaya al teatro estos días es gente muy aficionada a esto y van a ir con mucho amor y con muchas ganas de divertirse. Yo creo que vamos a disfrutar todos mucho estos días con las representaciones de ‘¡¡¡Por todos los dioses!!!’. 

¿Considera que se ha protegido lo suficiente al sector cultural durante la pandemia?

El apoyo y la protección a la cultura siempre es poco, sobre todo en nuestro país, donde padecemos un retraso educativo y cultural muy importante con respecto a otros como Francia, Alemania o Inglaterra. Pero ahora mismo hay tantos sectores dañados que tenemos que ser conscientes de que el momento pide estar todos a una, el sector cultural y todos los sectores. Desde luego hay que apoyar a la cultura siempre. Vamos con retraso, pero ahí seguimos luchando todos.