Internet reduce un 30% los préstamos de las bibliotecas

SPC
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El retroceso ha afectado especialmente en la última década a los soportes digitales, dado que los vídeos y películas se han reducido casi a la mitad

Internet reduce un 30% los préstamos de las bibliotecas

En 1979 el grupo británico ‘The Buggles’ pronosticaba sin acierto que el vídeo mataría a la estrella de la radio -‘Video killed the radio star’-, pero lo que ha sido una realidad es que las nuevas tecnología de la información y ‘streaming’ han sido los encargados de enterrar al vídeo y dar la puntilla al resto de soportes digitales.

El acceso generalizado de internet y las redes sociales han provocado una caída del 30 por ciento en los préstamos realizados por las bibliotecas públicas de Castilla y León en la última década, retroceso especialmente significativo entre los soportes digitales, dado que los préstamos musicales se han reducido un tercio y los vídeos y películas han caído casi la mitad.

Los mejor parados, según los datos facilitados por la Consejería de Cultura, han sido los libros, que representan tres de cada cuatro préstamos, y que han experimentado una caída que roza el 20 por ciento, de 3,7 millones, a 2,9. No obstante, a pesar del retroceso, los usuarios inscritos se han incrementado en más de 206.000 (+20,3%), hasta superar los 1,2 millones, según informa Ical.

El director de la Biblioteca de Castilla y León, José Manuel Lorenzo, explica que detrás de este descenso no hay un caída del índice de lectura, al contrario, «se lee más», lo que ocurre es que las bibliotecas han dejado de ser las únicas fuentes de información, ocio y acceso a la cultura, y ahora tienen que competir con internet, redes sociales y plataformas de contenidos audiovisuales, y que desde hace año el libro no es el único soporte de lectura.

Lorenzo tiene claro que las bibliotecas deben seguir haciendo una labor de filtro y a través de clubes de lectura o de guías. Según explicó, cada año se publica en España una media que supera los 80.000 libros, mientras que a la biblioteca de Castilla y León se incorporan anualmente poco más del 10% -11.656 libros llegaron el pasado año y 16.200 en 2017- por lo que es necesario una selección previa.

«El papel de la bibliotecas, y casi de forma similar el de las librerías, ha cambiado con el uso generalizado de las nuevas tecnologías y ahora hay que centrar el esfuerzo en la calidad a la hora de orientar al lector, más que en la cantidad de volúmenes que se ofrecen. Somos un escaparate de lujo en el centro de las ciudades de la oferta editorial española y eso lo debemos aprovechar».

A su vez indica que la adaptación a las nuevos soportes ya es una realidad y que el préstamo de libros electrónico está creciendo exponencialmente desde que en 2017 se invirtiera decididamente en la compra de licencias. Si en 2016 el número de usuarios de eBiblio en Castilla y León no llegaba a los 2.500, el pasado año se alcanzaron los 4.774. Además, en este periodo, los préstamos pasaron de 16.865 a 52.248 y los títulos a disposición del lector de 1.700 a más de 4.500.

«Las bibliotecas nos debemos adaptar a la revolución tecnológica, pero sin perder nunca de vista la función social e integradora de la lectura. Hay que seguir proporcionando a la sociedad un acceso al conocimiento libre, gratuito y sin límites. Nosotros recibimos toda la creatividad humana y debemos seguir revirtiendo todos estos conocimientos a una sociedad que necesita un reciclaje continúo».

Por su parte, el exdirector del Centro de Desarrollo Sociocultural de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), Javier Valbuena, explicó que muchos servicios y espacios de la biblioteca pública, en especial el préstamo del libro de papel, han perdido la relevancia que tuvieron durante décadas.

Valbuena recordó como en 2009, cuando la Fundación Germán Sánchez Ruipérez puso en marcha una investigación para analizar el impacto de la tecnología y «nos enseñó que la biblioteca tiene que estar donde está el lector. Por ello vamos hacia una biblioteca más deslocalizada y más desmaterializada, pero más conectada con los lectores.