Dóra y Moncho dicen adiós a la esgrima

M.B
-

Kiskapusi y el maestro Alarcia, ambos del VCE, anuncian su retirada de la alta competición

Moncho Alarcia y Dóra Kiskapusi han trabajado juntos los últimos doce años. - Foto: Isabel Torres

Dóra Kiskapusi y Moncho Alarcia han sufrido, llorado, reído y celebrado mucho los últimos doce años. Llevan desde 2008 trabajando juntos, codo con codo, buscando el éxito y la excelencia. Han conseguido relanzar un poco más la esgrima vallisoletana, sumando títulos nacionales, acudiendo a numerosas citas internacionales, tratando de estar en unos Juegos Olímpicos. Pero han dicho basta. Dóra y Moncho han anunciado en las últimas semanas su retirada de la alta competición. Dóra, de hecho, tiene claro que no tirará en un tiempo: «Quizá lo retome en unos años... no lo sé». Moncho seguirá vinculado a su Valladolid Club de Esgrima, que fundó en 1989: «Solo con las categorías menores». Ambos, tiradora y maestro, han formado un binomio casi perfecto, con dos títulos de campeona de España individuales, cuatro por equipos y un 2018 en el que la húngara de nacimiento, pero española de pasaporte y vallisoletana de residencia, acabó entre las 60 mejores del mundo.

«Empece a pensar en ello con el inicio de la pandemia, me afectó bastante, con la incertidumbre de lo que iba a pasar. Te notas la edad, el tiempo... Pero no paré y retomé la actividad en octubre con la vista en el Nacional. Me empezaron a doler las dos rodillas, el codo, la espalda... Me costó muchísimo cada entrenamiento. Llegó el Campeonato, vi que en otras Comunidades sí habían podido entrenar y me dio rabia. No sabemos si habrá Preolímpico, Juegos y decidí parar y dejarlo», se lanza a explicar Kiskapusi: «Si hubiese escuchado a mi corazón hubiese seguido, pero había que escuchar al cuerpo».

A sus 38 años, y tras 12 en Valladolid, es una pucelana más. Ha tirado con el Valladolid Club de Esgrima desde entonces aunque hace dos años fundó su club en Arroyo, que contaba antes de la pandemia con medio centenar de chavales. «No ha sido fácil. Antes o después le llegue este momento a cada deportista y hay que asumirlo. Ahora no sé qué hacer, estoy buscando trabajo», reconoce abiertamente toda vez que en Arroyo aún no ha podido empezar a trabajar con su club por las restricciones. 

Dóra empezó en la esgrima con 11 años, «por mi madre, Elisabeth». En su familia todos hacían deporte y ella arrancó con el balonmano, pero no se le daba bien y un día su madre vio un anuncio de esgrima y así dio sus primeros pasos en el BVSC de Budapest. Con Hungría llegó a ser internacional, logrando una plata por equipos en el Campeonato de Europa de 2004: «Conocí a Dani Bravo en una competición y me dijo de probar en Valladolid. Me vine en 2005 en plan aventura unas semanas, volví en 2008 y ya me quedé».

Desde entonces, y siempre, ha estado con Moncho. Siempre con el arma de la espada.

Alarcia, licenciado en Educación Física por el INEF de Madrid, se especializó en la esgrima, de la que es entrenador nacional y maestro de armas en 1986. «La decisión la tenía tomada antes de la pandemia. Tenía claro que cuando acabasen los Campeonatos de España de este año lo dejaba, salvo que Dóra quisiese seguir su carrera internacional. Con la pandemia se reafirmó mi decisión», recuerda sobre esa retirada el maestro. Aunque no llegó a ser tirador, se enganchó de este deporte durante la carrera: «Cuando volví a Valladolid, Alberto Labajo me llamó, por una casualidad, y empezamos a hacer cursos de iniciación en Pisuerga en octubre de 1987».

Así empezó a dar sus primeros pasos en un deporte en el que en 1989 cofundó el Valladolid Club de Esgrima, donde ha ejercido de maestro hasta este año; y en el que ha sido entrenador-colaborador del Equipo Nacional femenino, acudiendo a 3 Mundiales y 3 Europeos, entre otras competiciones. Y donde seguirá, si es capaz, «pero para estar con niños de 8-10 años, sin responsabilidades y echar una mano a los compañeros para ayudar a que encuentren el camino del alto nivel».

Con el adiós de Dóra y Moncho, la esgrima vallisoletana pierde a un binomio que era uno de sus referentes.