La batalla empieza ahora

M.R.Y. (SPC)
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Trump y Biden, candidatos ya oficiales a la Presidencia, endurecen sus discursos con la vista puesta en las elecciones de noviembre

Trump busca repetir su triunfo de 2016, pero enfrente tendrá a Biden, todo un veterano de las filas demócratas - Foto: KEVIN LAMARQUE

A pesar de que parezca que hace ya meses que ha comenzado la campaña electoral en Estados Unidos, hasta hace apenas unos días no ha habido candidatos oficiales. Joe Biden fue confirmado como aspirante demócrata a la Presidencia la semana pasada y este jueves Donald Trump se convirtió en el nominado oficial del bando republicano.

Por delante quedan poco menos de 100 días, algo más de tres meses, si todo sigue según lo previsto y los comicios se celebran el próximo 3 de noviembre, aunque la cita puede estar en el aire si continúa la pandemia de coronavirus.

Las visiones de ambos contendientes son claramente opuestas. Trump busca ser reelegido para otros cuatro años y poder así continuar con sus políticas de mano dura contra la inmigración. Biden, por su lado, pretende arrebatar la Casa Blanca al magnate para, precisamente, dar un giro de 180 grados al país, deshacer esas medidas implantadas por el conservador y volver a colocar al país donde lo dejó su antiguo jefe de filas, Barack Obama, del que él mismo fue vicepresidente, para comenzar a avanzar desde ese punto. 

Si bien ahora mismo lo que más preocupa en Estados Unidos es frenar la pandemia, cada uno de los candidatos ve la solución desde puntos muy divergentes. Mientras el actual presidente apuesta por la reactivación de la economía para no dañar las finanzas del país, su contricante no descarta un confinamiento en caso de que los casos sigan, como están actualmente, imparables.

La Sanidad es otro de los grandes puntos de fricción. El líder republicano insiste en derogar la reforma aprobada por el Gobierno Obama en 2010, conocida como Obamacare, que permite la cobertura médica para los más necesitados -está pendiente de que la Justicia avale su plan para derogarlo, mientras que Biden apuesta por ir más allá y ampliar el abanico de beneficiarios de ese programa, que ayuda a la asistencia sanitaria a millones de personas.

Más allá de los puntos de fricción entre ambos bandos, existe uno en común en esta contienda: la lucha no es Trump contra Biden, es Trump contra todos. La polémica ha acompañado al magnate desde antes de llegar a la Casa Blanca y su controvertida manera de dirigir el país se ha convertido en el mejor arma que pueden utilizar los demócratas, que aseguran que quieren recuperar la paridad racial y de género tras una legislatura marcada por la desigualdad, la violencia racista y la pérdida de derechos de las minorías con un «presidente erróneo para el país».

Consciente de ello, el propio candidato republicano se ha erigido como el «ganador absoluto», aunque ni una encuesta le concede el triunfo, y se ha presentado como víctima de un complot desde la «izquierda radical» y potencias como China, que podrían ayudar a un «fraude» que desemboque en su derrota. Por ello, ya ha planteado que una posible obligación de celebrar las elecciones con un voto por correo obligado por la pandemia será «la única forma en la que los demócratas nos robarán las elecciones». El tiempo lo dirá. La batalla, por ahora, está servida.