Nombre de balonmano

M.B
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Juancho Pérez jugó en el BM Valladolid de 1996 a 1998: «Allí disfruté mucho de nuestro deporte». Campeón del mundo en 2005 se fue al Ademar y acabó en Portland. Hoy trabaja en una empresa de gestión de patrimonio inmobiliario

Nombre de balonmano

Su nombre es de balonmano. Es complicado oír hablar de Juancho Pérez sin que nadie se acuerde de este jugador de 205 centímetros, fuerte en defensa y contundente en ataque cuando era necesario. Jugó en el Barcelona, en el Ademar, en el Portland... y en el Balonmano Valladolid. Aquí de 1996 a 1998, con Raúl González, Jorge Martínez, Ávila, Guillermo... Fue internacional en más de 200 ocasiones, siendo campeón del mundo en 2005, tres veces plata en los Europeos de 1996, 1998 y 2006; y dos veces bronce en los Juegos Olímpicos de 1996 y 2000; además de sumar cuatro Ligas Asobal, cuatro Copas Asobal, una Copa de Europa, tres Recopas y tres Supercopas de España. 

Juan Pérez Márquez, más conocido como Juancho Pérez, nació el 3 de enero de 1974 en Badajoz, donde comenzó a jugar al balonmano en su colegio, el Arias Montano: «También hice judo y baloncesto, pero allí se jugaba, sobre todo, a balonmano». Siendo cadete de segundo año se fue al Atlético de Madrid, y a los dos años recaló en el Juventud Alcalá -antiguo Caja Madrid-. En 1993 se fue a León, donde ayudó a los ademaristas a subir a Asobal. De ahí al Barcelona, con el que firmó por cuatro temporadas. 

«A los dos años me llamó Raúl González y me habló de la opción de Valladolid. Habíamos hecho un grupito en la selección, en Barcelona estaba regular, y acepté encantado», señala Juancho. El BM Valladolid ya había fichado a Nacho Pujol esa campaña, además de a Javier de la Haza, Miguel Agustín y Álex Paredes. La apuesta de Pastor y del presidente, Andrés Martín, era clara, producto de la casa y español. «Quería pasármelo bien jugando al balonmano y allí disfruté mucho», recuerda. El BM Valladolid acabó cuarto esa temporada 1996-97, logrando clasificarse por primera vez para competiciones europeas: «Fue un año maravillo. Fuimos cuartos sin extranjeros, a nivel deportivo el club creció mucho, compitiendo contra todos. Jugamos un partido ante el Barcelona en el que llenamos Pisuerga. Fue la época en la que explotó el BM Valladolid». 

«Fui muy feliz, hice lo que me gustaba y con una comunión espectacular con el público. Recuerdo muchos partidos a toda la grada botando», echa la mirada atrás no sin cierta nostalgia el que fuese pivote internacional.

En 1998 se fue a León. «Al enemigo», señala Juancho. La oferta del Ademar era irrechazable y pese a que el BM Valladolid intentó que se quedara, finalmente emigró. «Ya el primer año había tenido ofertas para irme y me quedé», añade, para dejar claro que, aunque le molestaba las críticas cuando volvía a Huerta del Rey, «casi me podría llegar a molestar más la indiferencia. Entiendo que me había ido al enemigo y que habría gente molesta por ello».

Juancho Pérez acabó en el Portland San Antonio, donde jugó de 2002 a 2009. Y donde se retiró. Al poco tiempo comenzó a trabajar en una empresa de instalaciones deportivas que, «tenía un club de balonmano, el Escubal de Badajoz. Aprovecharon que trabajaba allí para meterme en el club, en el que acabé de presidente». A los seis meses, la empresa entró en concurso de acreedores y él incluso tuvo que llegar a jugar un par de partidos para ayudar ante la falta de jugadores antes del cierre de la entidad.

Fue delegado de ventas de Medcomtech, empresa que vende material de traumatología, como prótesis, placas, tornillos quirúrgicos..., en la que han trabajado otros exjugadores: «Gracias a Joan Sagalés, que ha sido una especie de papá para nosotros, fui el delegado de Extremadura, pero no cuajó y cerramos la Delegación». Hace tres años y medio montó, con otros dos socios, ‘Sterna Paradisaea Real Estate’ de gestión del patrimonio inmobiliario: «Fundamentalmente enfocado a futbolistas». Y ahí sigue.

En Valladolid conoció a su mujer

La vinculación de Juancho Pérez con Valladolid va más allá de haber jugado dos años en Huerta del Rey. «Allí conocí a mi mujer, que es de un pequeño pueblo de Palencia, cerca de Carrión», señala. Además, aquí tiene familia porque viven dos cuñadas, en Parquesol y en Laguna de Duero. Viene siempre que puede, haciendo parada cada vez que van de Badajoz a Palencia: «Incluso he estado en Zorrilla viendo algún partido de fútbol». Aunque él reside en su ciudad natal, donde tiene un pabellón con su nombre.