Lugar de encuentro de gastronomía y cultura

M.B
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GastroLava nos abre las puertas de sus fogones, donde destacan los raviolis de guiso de rabo con crema de orejones

Lugar de encuentro de gastronomía y cultura - Foto: Jonathan Tajes

Lugar de encuentro. Espacio para compartir emociones’. Esta leyenda recibe a todo aquel que cruza la puerta del GastroLAVA. Una vez dentro, la propuesta que lideran Eli Pérez y José Manuel Manzano marida la gastronomía con la cultura. «Buscamos que el cliente esté cómodo, que la luz sea tenue con un juego de lámparas, que la música acompañe y que, por supuesto, se disfrute de la comida», resume Eli sobre el concepto de este restaurante ubicado en la entrada del Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA), en el antiguo matadero municipal. 

Situado donde está, a la gastronomía la tenía que acompañar la cultura, con su música, con sus noches de sabor a fado o a Cuba o sus conciertos en la terraza (donde hace un año se pudo disfrutar a Tomasito): «Todo va en consonancia al espacio». 

El GastroLAVA abrió sus puertas a finales de julio de 2015. Fue, como relatan sus dueños, «amor a primera vista». «La idea surgió una noche de verano, cuando tras la finalización de un show, en la sala Concha Velasco, vimos las instalaciones de ese espacio destinado a prestar servicio de hostelería», recuerdan. Hasta entonces nadie había apostado por este lugar y ellos, a pesar de no estar vinculados al sector, lo vieron claro: «Nos gustaba disfrutar de la gastronomía como clientes, viajar y conocer diferentes tipos de cocina. Fue José Manuel el que me insistió en hacer algo y me convenció».

Desde el principio supieron cuál era el concepto que querían, un establecimiento con inquietudes gastronómicas pero, como reiteran, donde no solo fuese la gastronomía el eje principal y tuviese cabida la cultura, «todo en consonancia con el espacio». Empezaron por la decoración, con mesas altas y bajas, con una capacidad para 45 comensales, con un mobiliario de madera, numerosas lámparas, las mesas sin mantel, el cuadro de Duque Requejo, el cartel con reserva a tu nombre, la carta de vinos... «Queríamos un estilo informal... por ejemplo incluimos una vajilla inglesa traída de Londres, en la que cada plato es diferente. Al final nos decidimos por lo que llamaron un estilo industrial-sofisticado, manteniendo el techo y la pared». Luego llegó la gastronomía: «Nuestra cocina es española evolucionada con un guiño a otras culturas».

Apuestan por el producto de temporada, por una carta que cambian cuatro veces al año, de la mano de su jefe de cocina Javier Mariscal, pero a la que añaden sugerencias, en función del momento, con los boletus ahora, con las alcachofas o los espárragos otros meses. «Vamos a por el producto de proximidad. Cuidamos la elaboración y la presentación de los platos que se van cambiando periódicamente». Y su recomendación es la de probar y disfrutar: «Siempre comentamos que pidan platos para compartir y así poder degustar diferentes». 

Como curiosidad, y a pesar de esos cambios de carta cuatro veces al año, mantienen dos platos en la misma desde que abrieron sus puertas: las Bravas diferentes y los Raviolis de guiso de rabo con crema de orejones.

Los entrantes tienen nombre de sala de ensayo; los primeros platos de ambigú; los segundos, de escenario y los postres, de camerinos.

GastroLAVA abre de martes a domingo por la tarde y su ubicación permite que la gente que acude al teatro o a un concierto les conozca y viceversa, gente que va a degustar sus especialidades se acerque a la cultura. Lo dicho, un lugar de encuentro, un espacio para compartir sensaciones, un maridaje perfecto entre gastronomía y cultura.