La puerta a sus orígenes

M.B
-

El técnico del Carramimbre CBC Valladolid, Hugo López, revela sus diez lugares favoritos de Valladolid, entre ellos el túnel de Labradores

La puerta a sus orígenes - Foto: Jonathan Tajes

Túnel de Labradores. Hugo López es del barrio de Las Delicias -«uno nunca olvida sus orígenes», deja claro-. Por eso uno de sus lugares favoritos de la ciudad es este paso a Las Delicias. «He pasado millones de veces por allí, unas veces andando y otras corriendo... e incluso saliendo por las escaleras centrales porque algún sustillo me llevé de joven», reconoce el técnico que usaba este túnel para ir a entrenar, para salir o volver por la noche y para regresar a casa de sus padres. «Muchas aventuras allí», sonríe echando la mirada atrás.

Tienda Justo Muñoz (Teresa Gil, 24). Unos de esos establecimientos que le ha acompañado en su vida y que le recuerda a su infancia. Allí acudía a escoger los juguetes y luego las zapatillas de jugar al baloncesto. «Dos tías mías trabajaron allí mucho tiempo», también relata el entrenador de baloncesto que añade su buena relación con Pedro Muñoz, «siempre fue fantástica»; y el hecho de que la calle Teresa Gil, donde se sitúa una de sus tiendas, «siempre me trae muy buenos recuerdos».

Plaza Zorrilla. Ya con los cuarenta cumplidos, Hugo López se para en esa céntrica plaza, uno de los lugares que «a la gente de mi quinta nos trae muchísimos recuerdos». «Era el punto de encuentro cuando salíamos de pequeños e íbamos a jugar a los futbolines que estaban a la vuelta. Los bancos de la plaza y como estaba estructurada anteriormente...», mira con nostalgia y relata sobre este punto. 

Bar El Doctorado (avenida Ramón y Cajal, 14). Allí pasó muchas horas de su etapa universitaria y allí suele acudir aún hoy en día a tomarse un café. Era el punto de encuentro con amigos y compañeros de estudios, «el de tomarse ese café de las mañanas y el de las tardes... y el de alguna partida de mus». Bar de recuerdos y de historias: «Muchas».

Colegio San Agustín (avenida Madrid, 38). Además de estudiar en este centro escolar, al que entró con 5 años y del que salió con 18: «Pasé toda mi infancia allí»; en sus patios dio los primeros pasos como entrenador: «Allí comencé a jugar y a entrenar a mi primer equipo de minibasket femenino (ese fue mi comienzo como entrenador)». De aquella época mantiene muchos amigos, tanto alumnos como ahora profesores del colegio. «Nos juntamos hace dos años celebrando que salimos hace 25 años del colegio», apunta sobre sus recuerdos y sobre sus amistades, «que perduran de por vida». 

Estadio José Zorrilla. A pesar de ser entrenador de baloncesto, deja claro que siempre le gustó el fútbol. Sus recuerdos con el balompié le llevan al viejo José Zorrilla y al actual estadio, y le traen a su mente a su abuelo Alejandro: «Con él tenía una relación muy especial; me llevó al viejo Zorrilla y al Nuevo estadio. Ese recuerdo no lo olvido nunca». Además, su abuelo le regaló un escudo del Real Valladolid -«empecé siendo portero de fútbol sala», recuerda- y en su entierro (cuando Hugo tenía 8 años) quiso que se lo llevara a la tumba.

Pinar Antequera. Uno de los pulmones verdes de la ciudad que para este entrenador tiene dos significados. El primero le lleva a su juventud, cuando iba a las piscinas de Fasa en verano. «Eso sí que eran veranos», señala con una sonrisa. Y el segundo, en presente, ya que lo ha descubierto de otra manera, con su club de running (Kitroc), con el que se pega tiradas de kilómetros corriendo.

Campo Grande. Se queda en este punto en las canchas de baloncesto que se encuentran en esta zona, donde pasó grandes momentos con amigos. «Eran partidos de 3x3 interminables en verano, empezando a las 4 de la tarde y podíamos estar hasta las 12 de la noche. Eran otros tiempos, había jugadores ACB que iban a jugar, a competir y estar el mayor tiempo posible. Lo pasábamos muy bien» señala.

Restaurante La Pícara (calle Miguel Íscar, 17). Asegura que es un «gran» descubrimiento en su regreso a Valladolid. Aparte de que esté regentado por Rubén, al que tuvo como jugador en las categorías inferiores del Fórum Valladolid, es uno de sus sitios para relajarse con un café de media mañana.

Polideportivo Pisuerga. No podía faltar entre sus lugares. Es su actual casa, la casa del baloncesto, donde disfruta cada vez que sale a la pista y donde quiere hacer disfrutar a la afición al basket de la ciudad.