Nace la oposición en la UE

M.R.Y. (spc)
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El holandés Mark Rutte se ha convertido en el líder del frente de los autoproclamados países 'frugales' que ha plantado cara al hasta ahora todopoderoso eje francoalemán

Nace la oposición en la UE - Foto: POOL

Poco se había utilizado la palabra frugal. Hasta ahora. Según la RAE, su significado es «parco en comer y beber», pero su sentido puede ir más allá, a «ahorrativo», «prudente» o «persona que optimiza el tiempo y el dinero para evitar el derroche». Quedándonos con esta última acepción, cobra valor que los países que han puesto en jaque a la Unión Europea estos días se hayan autodenominado con esa palabra, un sinónimo de la famosa y odiada «austeridad» exigida en la crisis económica de 2008.

Los Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca -a los que después se unió Finlandia- se convirtieron en la piedra en el camino de la última cumbre en Bruselas. Hasta ahora, los dictámenes de Alemania y su fiel aliado, Francia, han salido adelante con más o menos respaldo. Pero desde los países del norte -aunque algunos están en el centro- de la UE han dicho basta y no han dudado en plantar cara al todopoderoso eje francoalemán. Porque su firme oposición al plan de recuperación poscovid no ha sido más que el primer paso de una férrea batalla contra la hegemonía de Berlín y París.

Su principal exigencia, que hizo que la reunión de los Veintisiete se alargase cuatro días, era obstaculizar que las ayudas para la reconstrucción se diesen a fondo perdido y, finalmente, consiguieron su objetivo a medias: lograron que se rebajase la partida destinada a subvenciones y se ampliase el montante a través de créditos, así como aumentar los descuentos en sus aportaciones al presupuesto comunitario. Pero, aunque la cumbre terminó, a juicio de todos sus asistentes, con un «gran éxito» para «Europa», la amenaza de que nada volverá a ser un camino de rosas está ya sobre la mesa.

Para empezar, porque las diferencias entre norte y sur -y este y oeste- son considerables y la «unidad» de la que pretenden presumir en el seno de la UE no existe como tal. Se trata de un grupo muy heterogéneo al que le cuesta coordinarse y cada vez está más polarizado. Al grupo de frugales -cuyo líder oficioso es el primer ministro holandés, Mark Rutte- se une otro, el de Visegrado -Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia-, y los Estados del sur -Italia, Grecia, España y Portugal- también tienden a unirse. Ahora, los denominados grandes -Alemania, Francia y el Reino Unido- se han quedado sin uno de sus componentes, ahora son solo dos y están más debilitados.

Y, para continuar, porque esa «solidaridad» a la que se apela desde las instituciones comunitarias se oculta cada vez que hay un momento crítico. Ya pasó durante la crisis económica de 2008, en la migratoria de 2015 y ahora ocurrirá en la sanitaria.

Cuestión de equilibrio

Aunque son países más bien pequeños -apenas suman un 10,6 por ciento de la población total de la UE-, los frugales, liderados por Holanda, son contribuyentes netos a las arcas comunitarias y, como tales, han hecho sentir su peso. No en vano, pueden jactarse -a excepción de Austria- de cumplir con una deuda pública por debajo del 60 por ciento -como exige el Tratado de Maastricht- y todos tienen un déficit cercano al cero. Es decir, son Estados con margen para afrontar la crisis del coronavirus sin, en principio, dificultades económicas.

Y su unión para hacer frente a los que hasta ahora llevaban la voz cantante no ha hecho más que empezar. «La cooperación de los frugales no ha terminado hoy, sino que continuará», aseguró el canciller austríaco, Sebastian Kurz, al concluir la cumbre el pasado martes.

Según el conservador, la formación del grupo y su intención de seguir «cooperando en cuestiones financieras y otros asuntos» es relevante para «el equilibrio de poder en la UE, pero no es nada indecente, sino muy positivo para nosotros». «El equilibrio de poder ha cambiado masivamente como resultado de la retirada del Reino Unido», insistió, destacando que los últimos días han demostrado que, juntos, los países más pequeños también pueden «aportar mucho peso» y lograr resultados de negociación «que de otro modo habrían parecido impensables».

Aunque Kurz intenta ser la voz del grupo, no cabe duda de que el líder del quinteto es Rutte, quien, precisamente, trata de que su país -o la alianza con sus vecinos- ocupe el hueco dejado por la nación británica tras el Brexit. A pesar de ser un proeuropeo convencido y de tendencia liberal, es consciente de que convertirse en un hombre fuerte de la UE le permitirá seguir al frente de su país, donde hay elecciones el próximo año y tras las que podría, consolidar su poder -ahora con coaliciones- si sabe jugar sus cartas en Bruselas.