«Desconfiaría de un político que va con guantes al Congreso»

A.G.M.
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Lejarazu asegura que la principal medida de prevención es la distancia física. La mascarilla, para las aglomeraciones y los guantes, solo para profesionales

Las medidas de seguridad se han convertido en uno de los ejes del debate ciudadano. Mascarillas, gel hidroalcohólico, guantes... ¿Qué es lo más importante para evitar los contagios? La duda la resuelve Ortiz de Lejarazu con su habitual claridad: «Si tuviese que ponerlo en orden, lo principal es la distancia física, aunque quizá sea lo que se está cumpliendo peor en cuanto se ha abierto la mano. ¿Las mascarillas? Pues se deben emplear solo en los sitios donde hay aglomeraciones, pero hay que tener en cuenta que las mascarillas no protegen los ojos y si uno lleva unos guantes sucios y se lleva la mano a la nariz porque le molesta la mascarilla y se toca el área de la conjuntiva, pues hay riesgo de contaminarse, porque es una vía de transmisión igual que la nariz o la boca. Uno se pone la mascarilla con el fin de ser solidario con los demás, para no contaminar a otros si se está contagiado sin saberlo, pero no para protegerte». 

En el caso de los guantes, solo los ve sentido para los sanitarios y ciertos profesionales, pero «con cambios frecuentes», no usando los mismos todo el día. «Con los guantes ocurre igual que con la mascarilla, pues puede dar falsa sensación de seguridad. Cuando veo a políticos con guantes en el Congreso de los Diputados... yo desde luego desconfiaría de esos políticos», confiesa irónico.

El doctor Lejarazu remarca que «los guantes deben ser solo para los ambientes profesionales», pero no para ir por la calle «porque el virus se vehiculiza hacia la cara con esos guantes quizá contaminados», ya que, según explica, «si uno va sin guantes tiende a lavarse más las manos, a empujar las puertas con el codo, a tocar el timbre con la mano no dominante... y con unos guantes, hay relajación».

Y siempre mucha prudencia: «Hay que acostumbrarse a guardar la distancia física. En las colas, guardar la distancia, por ejemplo, y tener más paciencia, puesto que los españoles somos impacientes. Hay que modificar algunas de las rutinas que tenemos».

También en las playas: «No veo peligro en que una persona se pueda bañar en una playa; lo difícil es cómo se puede regular el aforo de las playas, si bien esto ya se ha hecho en países como Australia. Si no queremos abordarlo, está claro que lo más fácil va a ser cerrar las playas».