La UVa saca del quirófano a la Catedral de Santiago

Óscar Fraile
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Un equipo de la Universidad de Valladolid capitaneado por el arquitecto Eduardo González está a punto de finalizar la restauración de parte del claustro del templo, después de un lustro de trabajo arduo y muy meticuloso

Fachada y Torre del Tesoro después de la restauración.

En el año 2016, después de ganar el correspondiente concurso público, un equipo de la Universidad de Valladolid (UVa), capitaneado por el arquitecto Eduardo González Fraile, y en el que también están integrados Salvador Mata y José Ramón Sola, comenzó la delicada tarea de restaurar parte del claustro de la Catedral de Santiago, uno de los activos patrimoniales más importantes del país. Un trabajo muy meticuloso que está a punto de terminar con resultados visibles, toda vez que una de las fachadas exteriores restauradas, la del Tesoro, da a la plaza de Platerías, un lugar frecuentado a diario por miles de personas. No en vano, se trata de uno de los lugares de peregrinación más importantes de Europa.

Su estado de conservación hasta 2016 era bastante deficiente y por eso el equipo de la UVa ha tenido que utilizar diferentes técnicas para solucionar las variadas patologías que presentaban los muros. Desde la abundante vegetación surgida en algunas zonas hasta los restos de contaminación de otras, pasando por las deposiciones de las aves y otros problemas. Factores que contribuyen al deterioro de la piedra.

Por eso se han tenido que utilizar diferentes técnicas en función de la superficie a tratar. Básicamente cuatro. La primera, la aplicación de agua desmineralizada con detergente neutro, un sistema que se suele elegir en las zonas donde no hay mucha suciedad. «Es la más sencilla, pero hay que tener cuidado de que no se meta agua dentro de la piedra», explica González. La segunda técnica es el microchorro, es decir, microproyecciones de diferentes partículas, de entre 20 y 60 micras, para retirar la suciedad que previamente se ha ablandado. Para ello se suelen utilizar distintos materiales, como, en este caso, las cáscaras de nuez. El tercer método es la aplicación de compresas impregnadas de amoniaco o acetona, que son capaces de absorber la suciedad. Por último, el sistema más vanguardista es el láser.

Comparación del estado inicial de la Torre del Tesoro y del que presenta después de la restauración.Comparación del estado inicial de la Torre del Tesoro y del que presenta después de la restauración.El propio González asegura que en estos trabajos hay que enfrentarse a otras dificultades que suelen surgir como consecuencia de trabajos anteriores, que en realidad son más «parches» que reformas integrales, debido a la falta de presupuesto cuando hubo que ejecutarlos: «Son chapuzas que luego pasan factura, porque te obligan a desandar caminos recorridos».

Lo cierto es que trabajos tan complicados como este requieren actuaciones que van mucho más allá de lo material. Para hacerlo es necesario llevar a cabo una vasta labor de investigación sobre aspectos como las técnicas utilizadas en la época de construcción o la estructura del edificio, que en muchos casos esconde metáforas religiosas. Por eso es necesario el conocimiento. Para interpretar bien todo lo que dice el monumento. «Es un interrogatorio permanente porque las respuestas las tiene él, pero hay que saber hacer las preguntas», dice Sola, otro miembro del equipo restaurador.

Una de las claves en estos trabajos es conseguir realizarlos sin dañar la pátina que aplicaban los antiguos. Un pigmento natural que sirve para proteger la piedra. «Hay que conservarla y a veces conviene reproducirla», señala González. Aunque ahora hay elemento químicos que facilitan esta labor, hace siglos había que tener muchos conocimientos para elaborar esta pátina. Un material que también se utilizaba, por ejemplo, en la imaginería, para conservar las tallas. «Los antiguos no podían ir a la droguería, así que acudían a las cuatropeas, mercados de ganado donde la gente sacrificaba animales, y ellos compraban la sangre, la hiel o albúmina para hacer estos trabajos... eran auténticos químicos», explica el arquitecto.

El templo presentaba vegetación abundante en la piedra.El templo presentaba vegetación abundante en la piedra.Perfil del equipo. El equipo multidisciplinar que ha realizado esta restauración, de la mano del Parque Científico de la UVa, está integrado por cinco personas, aunque este tipo de trabajo requieren de la aportaciones de profesionales de perfiles muy diferentes. Por ejemplo,  historiadores, arqueólogos, restauradores, ingenieros, etcétera, y todos ellos tienen que estar especializados dentro de su campo en restauración de este tipo de patrimonio. La Xunta de Galicia ha invertido algo más de un millón de euros en unos trabajos que abarcan la fachada exterior que da a la plaza de Platería, nombre derivado del mercado de la plata que siempre estuvo instalado allí, y la fachada que da a la calle Fonseca. También se ha restaurado la Torre del Tesoro, una estructura que debe su nombre a que era el espacio en el que se protegía del enemigo el oro, la plata y las piedras preciosas. Aunque estas 'cajas fuerte' solían estar más escondidas, en este caso la torre da directamente a la calle.

Los trabajos del equipo de la UVa han permitido que esta estructura luzca ahora más limpia y luminosa. Basta con echar un vistazo a las fotos del antes y el después. Un lustro de trabajo que ha dejado a Eduardo González y su equipo más que satisfechos.

Investigación sobre el origen del Pantócrator

El equipo ha investigado el origen de este Pantócrator.
El equipo ha investigado el origen de este Pantócrator.
El proceso de investigación sobre el edificio se ha revelado fundamental en este trabajo. Un ejemplo es el Pantócrator (imagen de Cristo sentado bendiciendo) que en origen presidía la fachada que da a la plaza de Platerías y que en la actualidad se ha sustituido por una tracería similar a la del relleno de los otros tramos de la fachada, para llevar esta figura al Museo de la Catedral. González y su equipo han investigado cuándo y por qué se puso ese Pantócrator ahí y han llegado a la conclusión de que forma parte de una de las muchas metáforas que se utilizaban en la arquitectura antigua, puesto que está acompañado que doce vanos que representan los doce apóstoles; y cuatro ventanales, que son los cuatro evangelistas. Además, las arquerías de las tiendas de la planta presentan la iconografía de la Jerusalem Celeste.