Julio Valdeón

A QUEMARROPA

Julio Valdeón

Periodista


Vacunas y rebuznos

16/04/2021

El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, quiere retrasar la administración de las segundas dosis de las vacunas contra el Covid-19. Considera que el paréntesis permitiría usar más dosis, que podría llegarse a más personas y que con la primera dosis podemos ir tirando. Yo entiendo y aplaudo la idea aunque también juraría que en Estados Unidos los CDC ya la desautorizaron. Fue sugerida por el propio Joe Biden. Les salva que tanto Pfizer como Moderna han inundado el país con sus compuestos revolucionarios de Arn mensajero. Sin reacciones adversas conocidas y con una fiabilidad de protección del 100% contra los cuadros graves. Ayuda, de paso, la guerra de baja intensidad, puro nacionalismo bioético, con los compuestos, que ha llevado a que el país tapone la exportación mientras Europa sonríe con cara de conejo. En EE.UU. la vacunación mantiene un ritmo supersónico a falta de saber, durante los próximos 15 días, qué hacen con la vacuna de Johnson & Johnson y sus seis trombos. El Centro para el Control y Prevención y la FDA recuerdan que, de momento, se han administrado más de 6,8 millones de dosis de la vacuna y que resulta imperativo revisar los datos de «6 casos de un tipo de coágulo sanguíneo raro y grave». Los casos «adversos parecen ser extremadamente raros». Pero la gravedad de los trombos y el hecho de que el tratamiento específico sea diferente del usual aconseja parapetarse. Lamentablemente muchos han tomado las prevenciones científicas como demostración de que las vacunas son peligrosas, los laboratorios unos irresponsables codiciosos y los gobiernos, cómplices de la avaricia de las farmacéuticas y las maniobras oscuras de unas élites siniestras. La clase de cuento asombroso, repetido por Miguel Bosé, que obliga a revisar los planes de estudios. Qué tal enterarnos de qué es una vacuna y cómo funcionan. Aunque sólo sirva para que el analfabetismo científico deje de ser una de nuestras señas de identidad más letales. Aunque apenas valga para que Bosé y otros intelectuales dejen de rebuznar en directo.