La 'nueva' vida de Eusebio Sacristán

M.B
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El vallisoletano, que regresó el pasado diciembre a su casa, está centrado en la familia, su bodega, los viñedos y la Fundación, a la espera de equipo

El vallisoletano, en los viñedos familiares en La Seca, localidad donde visita todos los días a sus padres. - Foto: Jonathan Tajes

«Cuando me di cuenta de lo duro que era el campo y vendimiar... me dije, tengo que ser futbolista». Eusebio Sacristán sonríe mientras recuerda sus primeros años de vida en La Seca, recogiendo la uva de los viñedos de sus padres: «No fue mucho tiempo porque pronto me fui a Valladolid capital». Pero fue suficiente como para saber que las tierras que hoy, a sus 56 años y después de haberlo sido todo como futbolista, pisa necesitan un cuidado, un trabajo de desgaste y de mucho sacrificio. 

El exfutbolista y hoy entrenador regresó hace un año a casa, a su Valladolid, tras estar afincado muchos en Sitges. Lo hizo unos meses después de cerrar su última etapa, por el momento, en un banquillo, el del Girona. Y un poco empujado por todo lo que tiene aquí: «Están mis padres, Alfredo y Rosario; mis hermanas, Tere y Charo; tengo el negocio familiar de los viñedos, una bodega, Quinta de la Quietud, en Toro, y la Fundación que lleva mi nombre. Aquí estoy más cerca de todo. Llevaba tiempo fuera y quería estar con ellos». Todo eso y aquellos amigos de la juventud, de su etapa como futbolista. «Me doy cuenta de que aquellos lazos permanecen fuertes. Nos seguimos juntando, como se puede, esos jueves para jugar alguna pachanga. Ahora me he aficionado al padbol, una mezcla de pádel y fútbol, en las instalaciones de Isailovic, Ingoal», relata mientras camina por algunos de los viñedos en los que invirtió cuando empezaba a jugar al fútbol –hoy, junto a sus hermanas, tiene unas 50 hectáreas en La Seca–. La uva, en mayoría blanca aunque también tinta, la siguen llevando a la cercana cooperativa Cuatro Rayas, aunque Tere lleva ya unos años haciendo un verdejo, Ababol (amapola): «La idea es tener una bodega en un futuro». Eusebio, eso sí, se sincera: «En la tierra yo no hago nada. Eso más mis hermanas, sobre todo Tere. Yo doy el visto bueno –y vuelve a sonreír viendo los majuelos a punto de podar–».

Precisamente en una bodega invirtió él en 2000, Quinta de la Quietud. «Me gusta el vino. Es un mundo que descubrí en mi segunda etapa en el Pucela. Conocí a José Manuel Pérez Ovejas, enólogo de Viña Pedrosa, y a través de él entré más en este mundo», recuerda sobre un sector que siempre tuvo cerca, por los viñedos familiares y esa infancia en La Seca, pero que realmente no había ‘catado’ hasta que empezaba a finalizar su carrera como jugador. «Surgió la oportunidad de una bodega en Toro y en 2000 entré. Ahora, estando más cerca, me permite involucrarme más aunque el que está día a día es Juan Carlos (Rodríguez)», añade.

Eusebio se para entre dos cepas, con la tierra bajo los pies y su pueblo, La Seca, a su espalda: «El mundo del vino es bonito, es un recorrido largo desde que se recoge la uva, su elaboración... hasta que llega ese momento de las relaciones sociales, de cuando se prueba. Es un mundo de campo, naturaleza... y alrededor del vino se crean muchas relaciones personales». 

El que habla es Use, no el futbolista que ganó una Liga de Campeones, una Recopa, cuatro Ligas o que el fue 15 veces internacional. Es un vecino más de La Seca refiriéndose al maná que hay en sus tierras: «Soy de tierra de blancos, pero he descubierto los tintos».

Su familia, sus padres, siguen viviendo en el pueblo donde él empezó a dar las primeras patadas a un balón. Allí vuelve él ahora todos los días. A ver esas viñas que están a punto de ser podadas. También a Toro, a su bodega. Y su estancia en Valladolid le permite estar un poco más cerca de una Fundación de la que se siente más que orgulloso.

«Tiene ya un funcionamiento de hace años», reconoce. La Fundación EusebioSacristán nació de la mano de Juan Carlos Rodríguez, Onésimo Sánchez, Javi Torres Gómez, Alberto López Moreno y de él mismo. Palabras mayores del vallisoletanismo. La idea inicial fue la de realizar actividades sociales, como escuelas y campus de inclusión. Y poco a poco, y de la mano de Pedro Pablo Crespo, fueron creciendo: «Él es profesor y entrenador de fútbol y aúna educación y deporte. Empezamos a detectar los beneficios de los campus de integración; y esos dio pie a la creación de las escuelas. Hoy contamos con cinco y de la mano de la Junta estamos abriendo en todas las provincias de Castilla y León».

La Fundación EusebioSacristán también gestiona la instalación de La Roca, Ligas de Empresa y realiza inmersión lingüística. «Todos nos permite tener una sostenibilidad para llevar a cabo nuestra principal función, las escuelas en las que tienen cabida todos los niños», concreta un Eusebio que asegura que es un «orgullo» poder devolver a la sociedad algo de lo que el fútbol les dio.

Sigue hablando mientras los viñedos, los suyos y los de otros vecinos de La Seca, quedan atrás. La localidad, uno de los epicentros del verdejo, no solo a nivel local o regional, sino nacional e incluso internacional, va cambiando y convirtiéndose en una joya de la viticultura. Él, Eusebio o Use, es parte de ese cambio. Ahora más cerca de los suyos, de los Sacristán («y con ese apellido, vivimos enfrente de la iglesia», vuelve a bromear) y de los Mena; de sus amigos de siempre; de sus viñedos, de su bodega y de la FES.