Un respiro para la Tierra

D.V.
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Expertos señalan que la crisis sanitaria deberá servir para generar una mayor conciencia social frente al cuidado del planeta y el uso racional de los recursos

Un respiro para la Tierra - Foto: Andrey Armyagov

Durante el último año el coronavirus ha dejado en España y en el mundo inesperados beneficios temporales, que se reflejan en la mejora del aire y en un descenso de las emisiones contaminantes, pero también perjuicios como millones de mascarillas tiradas en la naturaleza y cuya degradación alcanza los 400 años.

Aunque el alivio sea momentáneo y no resuelva la crisis climática actual, sí se puede aseverar que durante el 2020, y sobre todo en los momento más duros de la crisis sanitaria, el aire y el agua fueron mucho más limpios en todo el país, el tráfico se redujo de manera importante, la bicicleta resurgió y los ciudadanos volvieron a escuchar los sonidos de la naturaleza.

A la hora de elegir un lugar para vivir, la idea es hacer de las ciudades espacios más saludables donde proliferen las zonas verdes, con el fin de mejorar la calidad del aire, que permitan practicar actividades saludables y también mejorar la salud mental de los ciudadanos.

Mejor calidad del aire.

La repentina decisión de detener toda la producción industrial ha reducido notoriamente los niveles de polución ambiental. Imágenes de los satélites han revelado una clara caída en las cifras de contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2), un gas que emiten, principalmente, los vehículos y las fábricas. Este contaminante es responsable de su mala calidad en muchas ciudades.

La drástica caída del tráfico desde el comienzo de la pandemia, primero por los confinamientos y luego por el teletrabajo, propició una mejora sin precedentes de la calidad del aire en las ciudades españolas para al menos 18,6 millones de españoles. Entre marzo y octubre de 2020 las mediciones oficiales de 26 urbes españolas arrojaron que los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en este periodo se situaban un 38 por ciento por debajo de la media de los últimos diez años.

Caen emisiones de CO2.

Como el NO2, las emisiones de dióxido de carbono también se han reducido a raíz de la crisis. Cuando la actividad económica cae, también lo hace la contaminación por CO2, algo que ya había sucedido durante la crisis financiera de 2008-2009. Solo en China las emisiones disminuyeron un 25 por ciento cuando el país entró en cuarentena total. Es un hecho, sin embargo, que este cambio ha sido solo temporal.

Ciudades para personas.

Otro aspecto que la pandemia ha favorecido ha sido la demanda ciudadana en favor de ciudades pensadas en las personas, con aceras más anchas y un incremento de las zonas verdes y peatonales, donde la bicicleta disfrute de un espacio propio como medio de transporte sostenible, eficiente, y, sobre todo, no contaminante. La covid-19 ha potenciado ciertas innovaciones que en el futuro podrían formar parte habitual de la gestión urbana.

Repoblación rural.

El censo de los pueblos ha crecido debido a la pandemia, el teletrabajo y la necesidad de espacios abiertos. Estos requerimientos han hecho que cientos de ciudadanos que residían en las urbes se hayan decantado por vivir en un entorno rural. El interés por vivir en el campo aumentó hasta un 30 por ciento durante la crisis sanitaria.

Vida silvestre.

Una de las inesperadas situaciones que dejó la pandemia fue la recolonización de la ciudad por la fauna. Grandes mamíferos, como los jabalíes, que ya se encontraban de manera habitual en entornos peri-urbanos, irrumpieron en el centro de múltiples urbes; pavos reales, patos e incluso hasta algún oso en zonas de montaña también gozaron de una tranquilidad inimaginable.

Tráfico de animales.

Los conservacionistas esperan que la crisis del coronavirus ayude a frenar el comercio ilegal de animales salvajes, responsable de llevar a varias especies al borde de la extinción.

Vías fluviales despejadas.

Poco después de que Italia entrara en cuarentena, las imágenes de las cristalinas aguas de Venecia dieron la vuelta al mundo. El aspecto fangoso habitual de los canales venecianos se produce por el movimiento de las embarcaciones. Además, con los cruceros atracados, los océanos experimentaron un descenso de la contaminación acústica, bajando el estrés que sufren diversas criaturas marinas.