De jugar ante Iniesta a lidiar en los despachos

M.B
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El olmedano llegó al Pucela en infantiles y debutó en Primera en enero de 2010. Luego pasó por Huesca, Alavés, Hércules, Mirandés y Lleida

De jugar ante Iniesta a lidiar en los despachos

Carlos Lázaro llegó a los Anexos con 12 años. En categoría infantil. Tras destacar en las escuelas de su pueblo y después de haber jugado dos años, como alevín, en Íscar, le llamó Félix Toral, por entonces técnico de categorías inferiores, para el Infantil B. «De mi época son Quique González, también Asenjo o Jesús Rueda», recuerda sobre algunos de los futbolistas que se mantienen en la elite de su etapa en las categorías inferiores del Real Valladolid.

Con el club blanquivioleta fue quemando etapas hasta que en la temporada 2007-08, con 17 años, ascendió y jugó algunos partidos con el Promesas (entrenado por Alfredo Merino). Aún en edad juvenil hizo la pretemporada con el primer equipo, bajo la batuta de Mendilibar, en Mierlo (Holanda) en 2008 y fue internacional con la selección española sub 18 y sub 19 (en una generación con, entre otros, Mario Gaspar, Nacho, Illarramendi, Joselu o Iago Falqué), quedándose a las puertas de jugar el Campeonato de Europa de esa categoría sub 19. 

Esa temporada fue titular indiscutible con Paco de la Fuente y Onésimo en el filial; y en la siguiente, la 2009-10, le llegaría su debut en Primera. Fue en El Sardinero el 17 de enero de 2010, con empate a uno al final. Salió en un centro del campo con Borja y Medunjanin, con Jonathan Sesma y Diego Costa por delante; y Pedro López, Baraja, Luis Prieto, César Arzo y Alberto Marcos, con Justo Villar, por detrás. «Mi meta era llegar a Primera», reconocía esa día tras su debut. Jugó los 90 minutos y eso le permitió mantenerse en el once la siguiente jornada, ante todo un Barcelona. Él lo veía complicado pero Mendilibar siguió apostando por el vallisoletano. En el José Zorrilla se midió de tú a tú con Xavi e Iniesta, con Messi, Henry e Ibrahimovic... los blanquivioleta perdieron pero las sensaciones con el de Olmedo fueron muy buenas. De la jornada 18 a la 26 jugó ocho encuentros -todos menos uno-.

El último le enfrentó al Real Madrid de Casillas, Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo e Higuaín.

Fue su último partido en Primera. Dos semanas después tuvo que ser operado de una rotura en el menisco externo de su rodilla derecha.

Ahí comenzó su calvario con las lesiones. Más tarde volvió a quirófano por derrames de líquido sinovial.

La 2011-12 la pasó en blanco. Y la siguiente fue cedido al Huesca, donde permaneció dos temporadas antes de rescindir con el Pucela e irse al Alavés -el pasado sábado estuvo en Mendizorroza viendo al Pucela-. Luego militaría en el Hércules, el Mirandés y el Lleida.

Ve fútbol. Todo el que puede. «Ahora cuando veo un partido y lo pienso: parece lejos, pero solo ha pasado un año y algo», sentencia. 

Esta temporada ya ha estado en dos encuentros en el José Zorrilla y no descarta que su futuro pueda estar ligado al balompié -tiene el nivel 1 y 2 de entrenador-: «Del fútbol me gusta la táctica, las entrañas... ¿Quién sabe en un futuro?».