El quinto elemento

M.B
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Óscar Sánchez hizo, junto a Alberto Marcos, Víctor Fernández, José Antonio García Calvo y Borja Fernández, 'familia' en el Real Valladolid. En su caso, jugó de 2002 a 2009. Esta última temporada ha estado de segundo entrenador en la Cultural

El quinto elemento

Óscar Sánchez es de los de ‘hay que estar juntos’ en el campo. De los llamados de la vieja guardia. De los veteranos, pese a que no era de los más mayores del vestuario, de aquel Real Valladolid que pasó del infierno de la Segunda a la Primera en la temporada del récord, en el Pucela de Mendilibar, en el año en el que se batieron todos los registros posibles. Ahí estaba este murciano, lateral izquierdo, como, por qué no decirlo, el quinto elemento de aquel vestuario de amigos. Alberto Marcos mandaba, dentro y fuera del campo, junto a Víctor Fernández, García Calvo, Borja Fernández y el propio Óscar, pese a que, como él mismo recuerda, aquella campaña no jugase mucho tras caer lesionado en Copa en Riazor.

En 2014 se retiró, con 34 años, joven para hacerlo pero sin poder seguir por las lesiones. Atrás quedaban 257 partidos en Segunda más 65 en Primera -todos con el Real Valladolid, 36 de ellos como titular-. En Zorrilla jugó de 2002 a 2009. Él la considera aún su casa. Como lo es Murcia, de donde es natural y donde reside.

Óscar Sánchez Fuentes nació en Murcia el 19 de diciembre de 1979. «Comencé a jugar al fútbol, como la mayoría en mi época, en el colegio. Por entonces había pocos equipos federados», recuerda. Jugó al fútbol sala hasta los 10 años, cuando empezó con fútbol 11. Estuvo 4-5 años en el Cordillera, antes de que se fijase en él el Atlético de Madrid, después de jugar con la selección murciana. Se fue a Madrid con 16 años, como juvenil de primer año, llegando hasta el filial: «Hice algún entrenamiento con el primer equipo e incluso fui en una convocatoria de 19 a un partido, pero fui el descarte».

En 2001 se fue al Jaén pero no llegó a debutar y tras la primera jornada acabó en el Badajoz, disputando 34 partidos en Segunda y llamando la atención de varios clubes. «Me llamó mi representante dos meses antes de que acabase la Liga para decirme que me quería el Real Valladolid. Estábamos hablando de Primera. Recuerdo que habíamos jugado contra ellos en la Copa. Cuando quedaba un mes firmé», echa la vista atrás. Entonces habló con Gaspar, ex compañero y amigo, y recuerda que incluso se vino a Valladolid a conocer la ciudad y dónde viviría. 

«No he sido de cambiar mucho de equipos y en el Real Valladolid estuve siete años, después de Murcia es mi casa», no duda en decir, sobre todo por el grupo de amigos que hizo y que aún mantiene: esos cuatro antes relatados. «Fuimos y somos una familia», sentencia.

En Valladolid llegó con 23 años, «joven», como él dice, y aprendió de Marcos, Caminero... el equipo descendió y tras varias campañas volvió a Primera: «Fue el año en el que menos se había apostado por ello, con gente de perfil quizá más bajo. Pero llegó Mendilibar y nos hizo más familia de lo que éramos». Aún recuerda una foto de equipos, con broma incluida a Jesús Navarro con una camiseta, y cómo todos salían riéndose a carcajada en la instantánea.

A Valladolid, además, le une el hecho de que sus dos hijas, Carla y Celia, son de aquí: «Y presumen de ello en el colegio». En 2009 le ofrecieron renovar, pero Óscar entendía que su etapa ya había acabado aquí: «Además salió lo de Murcia, era volver a casa y quitarme la espina de no haber jugado en mi tierra».

Y allí se fue, jugando en Segunda B y en Segunda, acabando como capitán. La rodilla le volvió a dar problemas. Pasó por el quirófano dos veces para solucionar la rotura del menisco y del ligamento cruzado. Pero no pudo seguir. En 2014 lo dejó. «Al acabar me ofrecieron estar de segundo con José Manuel Aira. Estuvimos cerca de ascender dos años y al tercero él se fue y me quedé en el departamento de Metodología de fútbol base», añade sobre su paso del césped a los banquillos y despachos. En mitad de esa tercera temporada hay relevo de entrenador y de nuevo le piden ser segundo, esta vez de Vicente Mir. Al acabar, Mir se va al Elche y le propone seguir con él. Acepta pero en noviembre, yendo segundos, echan al técnico y aunque a Óscar le ofrecen seguir, prefiere salir con él. El año pasado volvió con Aira, esta vez a Francia, al Sochaux, para entre noviembre y diciembre, pese a sonar como director deportivo del Murcia, acabar en la Cultural Leonesa, de nuevo como segundo de Aira: «Acabamos quintos, aunque creo que merecimos algo más».

Ahora espera en Murcia a ver qué puede salir este verano. Aunque no se olvida de Valladolid, a donde suele venir de visita, a ver fútbol o simplemente a estar con sus amigos, con los de aquel Real Valladolid y con otros muchos que hizo aquí.

Aquella primera convocatoria

No recuerda bien el estadio ni la ciudad. Pudo ser El Sardinero y Santander o Riazor y La Coruña, pero en la primera convocatoria con el Real Valladolid, a Óscar Sánchez le tocó en la habitación de compañero a Caminero. «Me quedé quieto, sin moverme. Yo había estado en las categorías inferiores del Atleti y estaba con un jugador que lo había sido todo allí», recuerda. Caminero pronto le hizo sentirse como uno más pero ese primer día no lo ha olvidado aún.