Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Somos únicas

04/04/2021

España será el único país del mundo con cuatro vicepresidentas. Algo que supone un evidente avance en la lucha de las mujeres por ser reconocidas en los ámbitos públicos, pero que se convierte en arma de doble filo para Pedro Sánchez en la semana en la que al fin se quitó de encima la pesada carga, o el pesado cargo, del ex vicepresidente Iglesias. Por un lado, la rémora de este gesto político es el hecho de que siempre presuman los hombres de dar responsabilidades importantes a las mujeres que les rodean... menos la suya. Ni Sánchez ni ningún otro dirigente se han apartado de sus sillones para ceder el paso a una mujer, y esto tiene su expresión máxima en las intenciones del ya candidato de Podemos por Madrid tratando de quitar a una del puesto ganado a pulso durante años para ponerse él. Y por otro lado, lo que realmente empaña esta presunción sanchista de que haya nada menos que cuatro vicepresidentas es el hecho de que haya cuatro vicepresidencias, un auténtico exceso de aparato político y administrativo en unos tiempos en los que se deben dar mensajes exactamente a la inversa, de austeridad y ejemplo. En esto sí que serán realmente únicas las cuatro mujeres que van a rodear cual ninfas constantes al presidente en su solitaria tarea de gobernar, porque ningún país equiparable a España tiene semejante número de lugartenientes al lado del máximo responsable de la acción política.

Además hay que recordar que las competencias de las vicepresidencias segunda, tercera y cuarta brillan por su ausencia y donde el BOE se las otorga realmente es en sus respectivos departamentos ministeriales. Sólo la vicepresidenta Calvo ejercerá los galones como tal, porque es la que tiene encomendada la tarea de coordinación en el gobierno de coalición, y ya hemos visto en este año largo cómo ha sido la coordinación. Las otras tres se dedicarán a la economía, el empleo y la transición ecológica. Las vicepresidencias de Calviño, Díaz y Ribera son un mero artificio, un juego de poder para compensar las fuerzas entre los dos partidos que componen esta coalición de diferentes.

Trabajando en la radio tuve a un director de informativos que nombró cinco subdirectores. La confusión entre la infantería de aquella redacción era mayúscula: no sabías a cual dirigirte para resolver problemas del día a día, y los problemas se iban perpetuando pese a la sobredimensionada estructura de la dirección. Había más jefes que indios. Pero como juego de tronos, valía. Lo mismo que le ocurre al gobierno, que mientras presume de mujeres descoordinadas en la cúpula del poder evita que se hable de cosillas como la deuda pública, en máximos históricos de 1,35 billones, y el déficit público, en los niveles desastrosos en que lo dejó el antecesor Zapatero, rozando el once por ciento.