El cuidado familiar lleva a las mujeres al trabajo por horas

Óscar Fraile
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Las mujeres concentran seis de cada diez contratos a tiempo parcial y en más del 20% de los casos los eligen para hacerse cargo de hijos o mayores, frente 3,6% de los hombres

El cuidado familiar lleva a las mujeres al trabajo por horas - Foto: J.TAJES

Los contratos laborales a tiempo parcial tiene nombre de mujer en Valladolid. Y eso así porque son ellas las que siguen cargando con la mayor parte de las obligaciones familiares. Es decir, cuidado de los hijos, adultos enfermos, personas con discapacidad o mayores. Esa es la conclusión que se desprende de los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los primeros dicen que el año pasado se firmaron 95.188 contratos a tiempo parcial en Valladolid, un 41,6 por ciento del total. Pues bien, el 62,2 por ciento de ellos fueron de mujeres. Se trata de una mayoría que está por debajo de lo ‘denunciado’ por los sindicatos a nivel nacional. CCOO criticó el año pasado que ese porcentaje se elevaba al 75 por ciento en España.

¿A qué se debe esta concentración? Más allá de opiniones, hay otros datos que demuestran que hay factores sociales que afectan. Y mucho. El INE recoge una encuesta sobre las causas que llevan a hombres y mujeres a aceptar un contrato por horas. En ambos casos el primer motivo es no encontrar un trabajo a tiempo completo (un 59,1 por ciento en los hombres y un 50 por ciento en las mujeres). La diferencia se refleja en la segunda causa. Mientras que la de los varones es que quieren compatibilizar ese trabajo con cualquier tipo de formación (un 12,9 por ciento), las mujeres se ven obligadas por el cuidado de los niños, adultos enfermos, mayores u otros familiares (un 15,1 por ciento). Además, la tercera causa de las mujeres es ‘Otras obligaciones familiares o personales’, con un 7,2 por ciento. Por el contrario, llama la atención que solo el 2,2 por ciento de los hombres reconoce tener este tipo de contrato por tener que cuidar a familiares.

Es decir, existe una base cultural en la distribución de estos contratos que a la postre influye en el mantenimiento de la brecha salarial. Evidentemente, la remuneración de los contratos a tiempo parcial es más baja, del mismo modo que pueden suponer más limitaciones en la proyección profesional. Según el informe Mercado de trabajo y pensiones en las fuentes tributarias, relativo al año 2017, último publicado, el salario medio de los hombres en Valladolid es de 22.742 euros, frente a los 17.270 de las mujeres. Una diferencia de 5.472 euros.

«La contratación a tiempo parcial, tanto en España como en Castilla y León, ha sido siempre muy elevada para las mujeres», asegura la coordinadora de la Secretaría de Mujer y Políticas de Igualdad de CCOO de Castilla y León, Elena Pinilla. Según ella, la falta de corresponsabilidad en las tareas del hogar está detrás de estas estadísticas. «A los hombres todavía no les ha entrado en la cabeza que esos temas también es responsabilidad suya», señala. La representante de CCOO añade que esta realidad se ve en las horas que dedica cada sexo a las tareas del hogar. «Las mujeres nos hemos incorporando masivamente al mercado laboral y ellos no se han incorporado de ninguna manera al ámbito doméstico, por eso hay tantos contratos a tiempo parcial y temporales», opina.

Hay más datos que demuestran el peso que tienen las contratos a tiempo parcial entre las trabajadoras. El año pasado representaron el 53 por ciento de los 111.748 contratos que firmaron las mujeres, mientras que entre los hombres ‘solo’ suponen el 30,7 por ciento. «Todos los problemas de igualdad tienen una base cultural y tienen su origen en la diferencia de roles de género», explica Pinilla. La representante de CCOO reconoce que la contratación a tiempo parcial influye en la brecha salarial, pero solo es un factor más: «El problema es cuando esto se une a los contratos temporales y al hecho de que las mujeres estén en las categorías más bajas pese a realizar el mismo trabajo que los hombres, entre otras cosas».

tipos de contratos. La concentración es muy diferente en función de los contratos analizados. Por ejemplo, en los de interinidad, muy utilizados en profesiones con alto porcentaje de mujeres, como la enseñanza y la sanidad, el 82,4 por ciento de los contratos a tiempo parcial son de mujeres. En los indefinidos, un 67,2 por ciento, y en los eventuales por circunstancias de la producción, un 60,8 por ciento. Solo en la categoría de contratos de prácticas hay una mayoría clara de hombres a tiempo parcial (63,4 por ciento).

La secretaria de Igualdad y Juventud de UGT en Castilla y León, Ana Isabel Martín, incide en que «la contratación parcial y temporal en las mujeres son dos aspectos que inciden en la brecha salarial». La responsable de UGT asegura que hay varios factores que explican la concentración de estos contratos en mujeres. Por un lado, «la incorporación tardía al mercado laboral», un condicionante que hace que todavía no se haya alcanzado el mismo nivel de estabilidad que los hombres. Por otro lado, «la falta de medidas públicas que favorezcan la conciliación hacen que haya poca corresponsabilidad en el reparto de tareas, y esto hace que sigan siendo ellas las que se encargan de esta labor». El tercer factor, según ella, tiene que ver con el mayor tiempo de baja maternal del que disfrutan las mujeres frente a los hombres (pese a que esto dejará de ser así en 2021). «A la hora de hacer un contrato a jornada completa a un hombre o una mujer que están en edad de aumentar la familia, un empresario va a optar por él», opina Martín. Por eso defiende la equiparación de este permiso.

No solo niños. Rosario Sampedro es socióloga y profesora titular de la Universidad de Valladolid (UVa). Según ella, hay dos factores que explican esta concentración de contratos por horas en mujeres. Por un lado, el papel que cumplen ellas en el cuidado de las personas dependientes. «No solo niños, sino también personas mayores, enfermos y personas con discapacidad», dice. El segundo sería los sectores de actividad «muy feminizados, en los que el trabajo a tiempo parcial, por horas, o estacional es muy frecuente». Por ejemplo, el empleo doméstico, el de cuidado a terceras personas, la hostelería, e pequeño comercio y «ciertas actividades agrarias.

Para Sampedro, la forma de corregir este desequilibrio es «avanzar hacia una mayor  corresponsabilidad masculina en las tareas de cuidado dentro de las familias, y hacia una mayor ‘socialización’ del cuidado, mediante el aumento y mejora de los servicios públicos a disposición de las familias». También cree que es conveniente «la puesta en marcha de políticas laborales que mejoren las condiciones de trabajo, y especialmente la estabilidad laboral, en esos sectores en los que se emplean fundamentalmente las mujeres».